Por Facundo Manes
Seguramente a muchos nos pasa que formamos parte de grupos de WhatsApp de amigos o conocidos que comparten contenidos fuertemente inclinados hacia determinadas posturas "homogéneas".
También solemos seguir en Twitter a quienes opinan como nosotros, leemos los editoriales de los diarios que se corresponden con nuestra ideología política o miramos en la tele programas que coinciden con nuestra visión de la realidad.
Esto es lo que llamamos "sesgo de confirmación" y es esa tendencia a buscar información que apoya nuestras creencias u opiniones, mientras que evitamos la que las contradice.
Nosotros no vemos la realidad tal como es. El cerebro filtra a través de nuestros esquemas mentales y/o sesgos la realidad.
¿Y por qué la evidencia no logra cambiar lo que pensamos? Porque lo que vemos del mundo no es el resultado lógico de la evidencia, sino que se basa en nuestra propia historia, prejuicios, influencias sociales, sesgos, emociones y suposiciones.
Aunque nos muestren datos objetivos que contradigan nuestra visión previa, nos resulta muy difícil cambiarla. Lo que pasa es que lo que se pone en juego no es la verdad, sino la propia identidad. Se trata de un conflicto cognitivo.
Entonces, al enfrentarnos con evidencia que contradice lo que pensamos, nos sentimos amenazados e incluso podemos cambiar los hechos para adaptar nuestras creencias preconcebidas y así disminuir la incomodidad que nos produce esta "disonancia cognitiva".
Pero, ¿cómo hacemos para salir de este laberinto? Primero, es importante saber que los sesgos cognitivos existen y que tienen un efecto en nuestras creencias, decisiones y conductas. Y segundo, es necesario cuestionarlos cuando esos esquemas repercuten de manera negativa. Para ello, hay que flexibilizar y poner en práctica el pensamiento crítico y el razonamiento científico.
“Para conformar una sociedad plural, para tener un sueño colectivo, necesitamos salir de nuestros sesgos. Y no solo seguir en las redes a la gente que piensa como nosotros, leer los editoriales que coinciden con lo que pensamos , o ver los programas de televisión que coinciden con lo que pensamos”, refirió Manes a Infobae.
Para poder dialogar con alguien que creemos que está en la vereda de enfrente hay que hacer un esfuerzo de empatía y esfuerzo. Aunque nos genere cierta incomodidad cognitiva. Si no hacemos un ejercicio de empatía y reflexión crítica, difícilmente podamos ver más allá de nuestros sesgos y seguiremos pensando que nosotros tenemos razón mientras que el resto está equivocado.
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