El montañista argentino que rompe récords en el Himalaya: "Sé que puedo morir y no me asusta"

Juan Pablo Sarjanovich es administrador agrario y quiere conquistar las montañas de más de 8000 metros que aún no hayan sido ascendidas por ningún argentino. Así, se convirtió en el primero en hacer cumbre en la tercera montaña más alta del mundo, Kanchenjunga, sólo superada por el Everest y el K2

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Tiene 43 años. Nació en
Tiene 43 años. Nació en Rosario, se crió en Villa Cañas y actualmente vive en Funes

Juan Pablo Sarjanovich es oriundo de la provincia de Santa Fe, licenciado en Administración Agraria y tiene un posgrado en Sociología Rural. "Sarja", como le dicen sus amigos, recuerda que fue en las sierras cordobesas que descubrió su amor por la montaña. La primera imagen que se le viene a la cabeza es una de él de pequeño, de cuando tenía tres años, caminando por las sierras con su padre, que si bien no era deportista ni mucho menos, era fanático de la naturaleza y siempre se lo inculcó.

Fue solo hace 5 años que Juan le daba vida al "Proyecto Ochomil" y así nacía la idea no tan caprichosa de hacer cumbre en las montañas de mas de 8000 metros que aún no hayan sido ascendidas por ningún argentino. Cuando comenzó había cuatro montañas sin subir en la lista de las 14. Luego de dos temporadas subió el Manaslu y fue el tercero en 2016 de una lista de cinco que hicieron cumbre ese año. En mayo de 2019 fue el turno del Kanchenjunga (8658 MSNM) -el pico más alto de India y el segundo más alto de Nepal-, la tercera montaña más alta del mundo, sólo superada por el Everest y el K2.

Normalmente le lleva entre 45 días y un mes realizar este tipo de expediciones, teniendo cuenta el acercamiento al cerro. Para el Kanchenjunga hizo una pretemporada fuerte en la Patagonia argentina. Estuvo mucho tiempo en el Chaltén, algo en Ushuaia haciendo trabajo de montaña y después viajó a Mendoza.

Una vez en Nepal, hizo una aproximación larga porque se trata de una montaña que está alejada, en el nordeste del país asiático. Para llegar hay que caminar casi 100 kilómetros y realizar un trayecto previo en vehículo.

Los primeros pasos de Juan
Los primeros pasos de Juan junto a su padre en las sierras de Córdoba

"Lo hice por mi cuenta, no llevé ningún tipo de apoyo logístico, no fui con guía ni con un sherpa. Es el único momento del año en el que se puede subir, así que todos aquellos que quieren subir confluyen en abril y mayo. Hay muy pocos días y a veces ni siquiera hay una ventana climática para hacer cumbre y la gente va, se prepara, pero nunca puede hacer el intento", contó el santafesino de 43 años.

Solo quedan dos cumbres sin ser conquistadas por un argentino, Annapurna (8.091 MSNM) y Nanga Parbat (8126 MSNM), y de eso piensa ocuparse el atleta. Para él, mas que un objetivo personal, llevar la bandera argentina a la cumbre de una montaña se trata de un acto altruista. "Me gusta salir de ese lugar -aseveró-, el de hacerlo para romper récords, y que el foco esté en la bandera argentina. Es un fin súper loable y mucho más grande que trasciende mis objetivos. Tiene otra mística. A la gente le encanta eso y me lo hace ver, así siento que no lo hago solo".

La primera vez que escaló una sierra, según recuerda, fue en la secundaria. "Nos llevaron a la localidad de Alpa Corral en Córdoba a hacer trekking. Me retrasé -cree que porque había perdido su cámara-, me quedé solo y tuve que volver caminando durante dos horas. En ese momento sentí dentro mío cómo nacía esa pasión, la misma que siento hoy donde sea que vaya. No importa si es a ocho mil metros de altura o en las sierras de Córdoba", explicó.

Es voluntario activo de Cascos
Es voluntario activo de Cascos Blancos Argentina, en donde participó con una misión en Haití en 2013

Por segundo año consecutivo, Juan Pablo participará del Banff Mountain Film Festival World Tour, el mejor festival de cine aventura del mundo. En una gira nacional que comenzará en San Carlos de Bariloche y terminará en El Calafate, el festival presenta una selección de 12 cortos y películas documentales que trasladan al público hacia remotos lugares del mundo, donde vivirán grandes experiencias junto a exploradores y deportistas extremos, y la del montañista argentino es una de las más asombrosas.

A la hora de prepararse para un próximo desafío Sarja trata de imitar sobre todo en los 3 ó 4 meses previos a la expedición el ambiente en el que va a estar. Estar en la comodidad del hogar -dice- lo "achancha". Aun con mal clima se pasa todos los días en la montaña, corriendo y escalando cerros. "Lo que tengo es buena preparación física y voluntad, en lo que respecta la técnica me las olvido muy rápido: escalada en roca, en hielo, travesía en glaciar, tengo que aprenderlas y practicarlas muchas veces porque me las olvido", admitió entre risas.

“En esta última oportunidad cuando
“En esta última oportunidad cuando llegué al campo base me acerqué al altar que hacen los tibetanos para orar y lloré por media hora hasta que vino una compañera, me abrazó y me sacó del trance”

-¿Qué emociones se te disparan ahí arriba? 

– Estando a semejante altura la percepción que tengo de mí mismo es muy vaga. Por el cansancio y por la altura uno va perdiendo capacidades a nivel emocional e intelectual. Respirás muy poco oxígeno y estás muy embotado. La sensación es como la de salir de un boliche a las siete de la mañana sin entender dónde estás. Incluso por momentos llegás a alucinar. Sabes que tenés que bajar, sabes que te las estás jugando y que te puede pasar cualquier cosa pero las emociones están bastante apagadas. 

Cuando llego al campo base y sé que la cosa terminó, como cuando el tenista gana el último punto, el match point, ahí me relajo con toda. En esta última oportunidad cuando llegué al campo base me acerqué al altar que hacen los tibetanos para orar y lloré por media hora hasta que vino una compañera, me abrazó y me sacó del trance. Estaba aflojando, es mucha la tensión y el estrés que se vive. No me permito relajarme, solo recién cuando llego al campo base. Ahí desconecto completamente. Mejor dicho, conecto y descomprimo.

-¿Cuáles son esas cosas que en el momento te juegan en contra?

– Tengo que trabajar varias cosas, las emocionales sobre todo. Trabajo mucho el estrés que me produce todo el trauma y cómo ir superándolo expedición a expedición, porque se me va machacando y acumulando y tengo que aprender a liberarlo. Sin dudas la muerte ronda siempre en mi cabeza y tengo que lidiar con ella permanentemente. Cuando estoy haciendo la preparación misma me pasa. Esta última vez, cuando bajé, un amigo me confesó que cuando me saludó se despidió de mí y pensó que iba a ser la última vez que me veía. Y yo el mes anterior a la expedición lo viví con esa misma sensación. Cada vez que veía a alguien creía que lo estaba haciendo por última vez. Tengo que trabajar para no racionalizarlo, entender que no es así, que es una posibilidad pero no es más que eso.

La octava montaña más alta
La octava montaña más alta del mundo, el Manaslu, de 8.163 MSNM, fue el primero de sus ochomil. Al segundo intento, en 2016, el montañista logró tocar cumbre

– Bueno pero… Con eso alcanza y sobra, ¿o no?

Lo tengo asumido. Sé que puedo morir y no tengo problema con eso, no me asusta. Después de cinco temporadas ya lo tengo trabajado y lo hago cada vez más. Sé que es una posibilidad real. Colegas míos han muerto en estos últimos años y sé que me puede pasar a mí, que es el precio que pago por hacer esto. Tengo firmado un testamento y cada vez que me voy dejo los papeles en regla. Tengo hasta órdenes firmadas de quién se queda con mi material en caso de que me pase algo para hacer una edición póstuma. Tengo seguro de montaña que me cubre cualquier tipo de necesidad, no solo de un rescate o riesgos estando en vida, sino también en el caso de que haya que recuperar los restos o cubrir un gasto eventual cuando yo ya no esté.

¿Y tu familia y tus amigos cómo se toman todo esto?

– Creo que recién en esta expedición tomé consciencia de qué tanto a ellos les embarga todo esto. Quizás por las preguntas de los periodistas tomé consciencia de que ellos también hacen un trabajo y sobre todo el de callar. Muchas veces se callan, porque saben cómo soy. Por eso rescato mucho el apoyo que siento de parte de ellos.

Juan Pablo Sarjanovich y Mariano Galván,
Juan Pablo Sarjanovich y Mariano Galván, una leyenda del montañismo chubutense de 37 años y radicado en Mendoza, que desapareció en el monte Nanga Parbat en Pakistán

Con una altura de 8.125 metros, el Nanga Parbat, es la novena montaña más alta del mundo. Se ganó su apodo de "montaña asesina" porque más de 30 alpinistas murieron en el intento de llegar a la cima antes de que uno lo lograra en 1953. En 2013 hubo otro incidente, cuando diez alpinistas extranjeros murieron por disparos de militantes extremistas con uniformes de policía en el campo base.

En 2017 Mariano Galván, una leyenda del montañismo chubutense de 37 años y radicado en Mendoza, desapareció en el monte de Pakistán en compañía del español Alberto Zerain. "El equipo de búsqueda vio pisadas hasta un punto y (luego) éstas desaparecieron, de modo que se confirma que están enterrados bajo una avalancha. Aviación Militar nos ha confirmado que ya no están entre nosotros", informó en su momento una fuente diplomática en ese país dando por finalizada la búsqueda del argentino.

Para Sarjanovich, Galván era "de ese tipo de ídolos de los que tenés un poster". Por eso, encontrárselo en 2016 en el Manaslu en una situación extrema de vulnerabilidad, fue una experiencia que lo marcó muchísimo, de esas que definieron su carrera como montañista.

"Lo habíamos dado por muerto en esa expedición hasta que finalmente aparece. Bajando de esa misma montaña, me lo encontré en una situación muy vulnerable y tuve que darle una mano. Él estaba trabajando en una ruta inusual y bajaba desorientado, completamente deshidratado y extenuado producto de haber pasado varios días deambulando por la montaña. Lo ayudé a restituirse durante dos o tres horas quitándole el equipo pesado y derritiéndole hielo para que se hidratara y pudiera seguir bajando hasta la base. Estaba muy estresado, literalmente volviendo de la muerte. Mariano era un tipo de una fortaleza extraordinaria", recordó sobre su compañero.

“Poder aprender a manejarme en
“Poder aprender a manejarme en ese ambiente me llevó cinco temporadas, pero las primeras cuatro la pasé bastante mal, me desgastaba muchísimo”

– ¿Te paso de alguna vez tener ganas de abandonar, de tirar todo por la borda? 

– Sí, miles de veces. La mayoría producto de la mala relación con la gente. Se viven momentos de mucha tensión en la montaña. Uno convive con mucha gente por más de que esté haciendo la experiencia por su cuenta. En el campo base, sobre todo. Sumado a que uno esta en un país con una cultura completamente distinta a la de uno. Convivís con mucha gente de otras clases sociales que aunque por más de que sean occidentales, tienen otros códigos. Hay gente de mucha plata que viene a hacer estas montañas y hay montañistas muy afamados que tienen el ego tan alto como las montañas que están subiendo. No es lo mismo convivir con mucha gente de vacaciones en Brasil que hacerlo ahí, al mismo tiempo que lo hacés con la muerte y un estrés permanente. 

Poder aprender a manejarme en ese ambiente me llevó cinco temporadas, pero las primeras cuatro la pasé bastante mal, me desgastaba muchísimo. Las dos primeras las viví con alguien que es muy repudiado en los ochomiles, un guía y montañista neozelandés muy conocido que se llama Russell Brice, de una fama y recorrido enorme. Pero así como tiene esa fama tiene la de malhumorado, de asqueroso y soberbio. Mis dos primeras temporadas fueron las dos últimas de él con esa resaca de que no sabía qué hacer de su vida. No subía las montañas, era el dueño de la empresa que guiaba las excursiones, y una persona que está 48 días en un campo base lo único que puede hacer es torturarte. Vos te estás jugando la vida y tenés ahí a un montón de gente alrededor haciendo de las suyas y otras pasando por lo mismo que vos, se arma un cocktail explosivo. 

A la hora de prepararse
A la hora de prepararse para un próximo desafío Sarja trata de imitar sobre todo en los 3 o 4 meses previos a la expedición, el ambiente en el que va a estar

Para esta quinta expedición, Juan Pablo se había jurado que si la pasaba mal no volvería a hacerlo. Para su sorpresa, el ascenso al Kanchenjunga fue una experiencia increíblemente buena de principio a fin."Ya cuando llegué me supe entender con la gente. Sabía con qué me iba a encontrar, ya sabía cuáles son las virtudes y los defectos de los nepaleses, había alcanzado el manejo de ese estrés que me generaba compartir carpa con otras personas o tener que esperar 10 o 12 días para hacer cumbre en una ventana climática", aseveró.

– ¿Cómo lidiás con el estrés y el trauma que te provoca estar al borde de la muerte todo el tiempo?

– He tenido psicólogos durante años y he trabajado mucho a conciencia cada una de las expediciones. Cuando vuelvo hago un repaso de las cosas que hice bien y de las que hice mal y sobre todo de las emocionales. Leo mucho para avanzar y crecer en ese tema, sobre cómo tratar el estrés en situaciones extremas, como el que les genera a los soldados ir a la guerra. Aprendí mucho acerca de lo que me afecta en la montaña y a su vez a poder trabajarlo y que no me afecte tanto. Soy voluntario de Casco Blanco argentina y como tal recibo formación permanente, hice un curso de primeros auxilios psicológicos que imprimo en mí mismo para descomprimir. 

Trabaja como administrador agrario y
Trabaja como administrador agrario y casi el 100% de los gastos que le lleva estar en la montaña 8 meses al año lo cubre con su trabajo

Trabaja como administrador agrario y casi el 100% de los gastos que le lleva estar en la montaña 8 meses al año lo cubre con su trabajo. Recién esta temporada han aparecido algunas marcas que le hacen de sponsors. Su trabajo le permite trabajar a distancia, incluso cuando está en Nepal escalando. En la temporada que usa para recuperarse trabaja en la zona, va al kinesiólogo y se recupera de las 2 ó 3 lesiones que le provocan una expedición, se fortalece en el gimnasio y hace una buena base deportiva. 

"La excusa es subir montañas pero en el fondo lo que estoy buscando es vivir aventuras y viajar. Vuelvo enamorado de todos los países que visito, me transmiten mucho amor, paz y tranquilidad. El 'Proyecto Ochomil' lo hicimos entre todos los que me siguen. Cada vez se me hace más cuesta arriba, no solo económicamente sino física y emocionalmente", resumió.

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