El cuidado del medio ambiente, de la ecología y las consecuencias del cambio climático sobre el planeta que habitamos poco tienen que ver con causas individuales y altruistas. Mucho – o todo – tiene que ver con el bien común y con acciones concretas. Solo a partir de allí se puede cuidar a la naturaleza, sintiéndose parte. Estas son algunas de las ideas primigenias que quedan en limpio cuando se escucha y conoce a los investigadores y científicos que están actualmente teorizando y construyendo sentido crítico en el mismo frente de batalla: en la búsqueda de un ecosistema equilibrado y sustentable entre plantas, animales, personas y bosques sin fuego.
En el caso argentino existen dos científicos que actualmente están cambiando las cosas: en primer lugar la doctora en Ciencias Biológicas Sandra Díaz, con su trabajo sobre la contribución de la naturaleza para la vida humana, y altamente valorado a nivel mundial. Sandra hoy integra una especie de Meca de la ciencia: ella está en la lista del 1% de los científicos más citados y referidos del mundo dentro de su especialidad, los estudios sobre la biodiversidad del planeta. Y el doctor en Ciencias Agropecuarias, Lucas Garibaldi, joven y reconocido por sus estudios sobre los usos del suelo y los polinizadores.
Esta noche, la flamante entrega de los Premios científicos Fundación Bunge y Born 2019 los colocó nuevamente en la picota, al destacar a estos dos prestigiosos investigadores argentinos en las ramas de la ecología y el ambiente.
La ciencia argentina de pie
Definitivamente para la bióloga argentina Sandra Díaz las preguntas que la interpelaron desde muy joven no fueron las políticamente correctas, sino las que a ella felizmente la incomodaban y la empujaron a no soltar su ansia de saber . Y supo cada vez más. Así lo demostró en su impecable desempeño académico en la Universidad Nacional de Córdoba, su provincia natal.
Díaz además es doctora Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires, e investigadora superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) trabaja en un marco interdisciplinario, que incluye a sociólogos y a distintos actores sociales, desde hace más de 10 años.
¿Cuál es la contribución de la naturaleza para la vida de la gente? Una enunciación en apariencia simple, pero que implica una gran complejidad: fue una de las estimulantes preguntas científicas que se propuso la bióloga Díaz para sus investigaciones. Y así se convirtió en la primera herramienta metodológica, consistente y empírica sobre el tema de la biodiversidad que se formuló y que decidió encarar con determinación desde su entrañable Bell Ville natal.
La doctora en biología Sandra Díaz compartió sus reflexiones con Infobae, y sobre la pregunta original "¿qué hacer para salvar el planeta?", Díaz repreguntó con precisión y formuló una nueva inquietud. "Creo que la pregunta podría ser ¿qué hacer para salvar nuestra vida en el planeta, tal como la conocemos y como nos gusta? Ya que no se trata de algo altruista, sino concretamente de mantener el tejido de la vida con el cual hemos evolucionado por millones de años, y sin el cual no podemos tener una existencia tal como la conocemos".
"Tiene que ver con cambiar las narrativas sociales, o sea las historias que colectivamente nos contamos y nos creemos, hacia modelos menos orientados al beneficio inmediato de unos pocos y más orientados hacia el bien común, ahora y en el largo plazo".
“Se trata de ir hacia una relación más inclusiva con la naturaleza y con otros seres humanos; narrativas que recuperen la idea de una relación plena con una trama de la vida saludable “, reforzó la bióloga argentina.
"El tipo de acción depende de dónde uno esté parado y de su capacidad de agencia. La responsabilidad mayor por supuesto cae sobre los que gobiernan, sobre los que regulan, sobre las grandes corporaciones que mueven grandes cantidades de recursos. Pero como ciudadanos es mucho lo que se puede hacer", definió Díaz a Infobae .
Reconocer a los mejores
Los ganadores del Premio Fundación Bunge y Born 2019, Sandra Díaz (Universidad Nacional de Córdoba) y el ganador del Estímulo, Lucas Garibaldi (Universidad de Buenos Aires) fueron elegidos por un jurado de expertos nacionales e internacionales, presidido por el destacado investigador en Ecología, Osvaldo Sala (School of Life Sciences, Arizona State University, Estados Unidos).
Para el jurado, que la declaró ganadora del Premio Fundación Bunge y Born 2019, "Sandra Díaz ha jugado un papel fundamental en el desarrollo del concepto de diversidad funcional", al tiempo que "a través de contribuciones teóricas, metodológicas y empíricas, ha demostrado cómo los caracteres biológicos de las plantas vasculares influyen sobre su vulnerabilidad al cambio climático, y las consecuencias que esto trae para el funcionamiento de ecosistemas".
La ecología es la disciplina que representa mayores desafíos para la humanidad y aporta conocimientos fundamentales para contribuir a la sustentabilidad del planeta a través del estudio de las relaciones de los organismos y el medio ambiente, a múltiples escalas, analizando fenómenos locales, regionales y globales.
Apuntó a Infobae Lucas Garibaldi, "desde la ciencia aprendimos que incorporando principios ecológicos se puede producir sin destruir la diversidad de la vida. De hecho, desarrollamos estrategias para ir un paso más adelante, en donde más biodiversidad signifique más producción, más empleo y más salud. Estas estrategias las pueden incorporar productores tanto grandes como pequeños y muchas veces tienen menos costos económicos que las prácticas actuales. Existen muchos ejemplos exitosos en nuestro país".
Precisó Díaz a Infobae, "como ciudadanos es fundamental luchar por el derecho a una relación saludable con la naturaleza, como se lucha por otros derechos, como por ejemplo a la educación y a la salud. Exigir que se establezcan normativas que lo protejan y que se cumplan las normativas que ya existen pero son letra muerta, a través de los múltiples mecanismos de participación social que existen. Como miembro de los sectores más desfavorecidos, cuestionarse la narrativa de que la naturaleza es un lujo para los ricos y que no tiene nada que ver con mi vida cotidiana y mis derechos".
Las preguntas medulares y a la vez simples que lanzó la científica Sandra Díaz a Infobae sirven para entender la cotidianeidad que implica pensar en "salvar al planeta". Será a través de acciones mínimas y colectivas donde se producirá el cambio. "Como consumidor, averiguar, pensar y exigir información de cuáles son los costos ambientales y sociales reales de lo que estoy comprando ¿Esto que compro para comer está contaminando el ambiente? ¿Me envenena a mí o a otros? ¿Podría comer algo que sea más alimenticio y menos dañino para todos? ¿Esto que me quiero comprar para ponerme, realmente lo necesito? ¿Este producto químico que "huele a limpio" es en realidad bueno para mi salud y la de la naturaleza?"
¿Necesito toda esa energía que estoy usando todos los días? ¿Mi derecho a tener “chiches” nuevos todo el tiempo es más importante que mi derecho y el de todos los demás a tener una mejor relación con la trama de la vida?
Reforzó Sandra Díaz a Infobae: "Como todos los derechos, conquistarlos o reconquistarlos no es fácil; hay mucha resistencia por parte de los que se benefician con la situación tal como está. Pero así como se fueron conquistando otros derechos, yo creo que hay que ir por éste. Es importantísimo combinar la acción colectiva con la individual. Es importante reciclar botellas y plantar tomates y hacer compost en tu casa, yo lo hago todos los días. Y si millones de personas lo hacen, se nota la diferencia y se crea conciencia. Pero pensar que con esto bastará, es profundamente ingenuo. Hay que ir más allá, a los factores sociales, económicos, políticos y legales que están detrás del deterioro alarmante de la trama de la vida. Esto no es "desempoderante". Es todo lo contrario".
"Es posible elegir productos saludables, y producidos localmente, que no dañen el medio ambiente, que provengan de cadenas de comercialización más justas, que fomenten el empleo y el desarrollo local", completó Garibaldi .
Garibaldi señaló el problema: la forma en la que se está usando el planeta. Y lo explicó de la siguiente manera: "Se producen cereales con siembra directa y agrotóxicos, lo que da una ganancia inmediata, pero se contamina el agua, el suelo lo sufre y la gente pierde los empleos rurales de trabajo intensivo. Luego, la sociedad toda tiene que pagar esos costos sociales, limpiar el agua y el suelo, y atender a las personas que desde el campo pasan a ocupar los cordones urbanos; es decir, todos estamos subsidiando a esos productores que tienen una ganancia inmediata", aseguró el doctor en Ciencias Agropecuarias.
Como contracara Garibaldi planteó: "Los productos orgánicos ya incluyen los costos sociales que implica tener ciertos cuidados. En el mercado mundial hay cada vez más demanda de productos orgánicos, tenemos que estar a la altura de ese mercado". "Por eso, la solución al problema es la intensificación ecológica, que implica alta productividad y está asociado a más vida, a la diversidad", enfatizó.
"La intensificación ecológica consiste en dejar actuar a los pesticidas silvestres como los insectos, las aves que depredan pestes, los polinizadores naturales – abejas (hay más de 20.000 especies en el mundo), mariposas, escarabajos-, y promover la fertilidad del suelo", concluyó el científico argentino.
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