Vuelo 1731 a la felicidad: la mágica aventura en Casa Garrahan que permitió a 20 niños volar tan alto como la imaginación

Más de 20 niños y sus madres disfrutaron de la recreación de la experiencia de vuelo, llamado "vuelo fantasía". Desde el check-in, migraciones para revisión de pasaportes y embarque, hasta el servicio de comidas y entretenimiento a bordo a cargo de los auxiliares de vuelo de American Airlines, finalizando con la simulación del aterrizaje y desembarque

Galo nunca se subió a un avión. El pequeño de cuatro años solo pudo ver al gigante de dos alas atravesando el firmamento a través de la televisión y las películas. Por la noche con su mamá cuentan las estrellas que brillan en el cielo, y de día les buscan formas a las nubes. Cómo él, ninguno de los chicos que se hospedan en Casa Garrahan tuvo la oportunidad de volar en un avión.

"Vuelo 1731 a la felicidad". American Airlines ideó una iniciativa que tenía como objetivo jugar durante un día con la imaginación de los más de 20 chicos y sus mamás alojados en Casa Garrahan, en una jornada que les permitió a los pequeños volar por todo el mundo, como si no existieran los límites ni el tiempo.

Los niños pudieron vivir una experiencia completa que simula un vuelo. Desde el c

Fue así que a través de una iniciativa del Departamento de Servicio a Bordo de la aerolínea, compuesto por auxiliares de vuelo basados en Buenos Aires (EZE), y con la cooperación de voluntarios de los departamentos de reservaciones, ventas, mantenimiento, servicio al cliente y premium services, además de sus asociados AGS (American Ground Services) y Gate Gourmet, se realizó la tercera edición del "Vuelo Fantasía" para los niños de la Casa Garrahan el jueves 22 de agosto.

"Volar tan alto como la imaginación los lleve"

La casa Garrahan "desapareció" por un tiempo y se convirtió en el aeropuerto Garrahan, donde se realizó el check-in, con un pasaporte y una tarjeta de embarque. Se despacharon las valijas con sus respectivas etiquetas de identificación, y los niños se entretuvieron, ansiosos, en la sala de espera con sus clásicas revistas y refrigerios, y los carteles que anunciaban los horarios . Finalmente migración selló sus pasaportes tras el anuncio de embarque, y los niños y sus mamás subieron al tercer piso para tomar el vuelo.

Previo al vuelo, cada pasajero debía dejar su equipaje

"Josefina estaba muy ansiosa. Nunca viajamos en avión así que esto es muy nuevo para nosotros. No sabemos con qué nos vamos a encontrar arriba, así que estamos felices", aseguró a Infobae Silvia, quien acudió al llamado de su hija de 10 años para retirar su pasaporte y sacarse la foto que acompañaría el documento.

En el aeropuerto no se percibía más que emoción ante la expectativa de subirse al avión de fantasía. "¿Cuánto pesa un avión?", "¿Qué tan alto vuela?, "¿Todos tienen la misma forma?", "¿No te da miedo?", preguntaban los niños al staff de AA.

En la sala de espera los pequeños vivieron un momento muy especial con personal de cabina donde despejaban todas sus dudas sobre el vuelo, los aviones

Cuando llegó el momento de embarcar, se armó una fila muy larga de niños que comentaban entre ellos a qué lugar se imaginaban volar. Siguiendo las señales hacia la sala de embarque, los tripulantes de cabina los esperaban para darles la bienvenida a bordo e indicarles cuál era su asiento.

Una vez ubicados, la jefa de cabina les dio la bienvenida oficial al vuelo 1731 con destino a la felicidad. Sin embargo, no podía comenzar el despegue sin antes dar las instrucciones que iban desde el cinturón de seguridad, el chaleco salvavidas, la máscara de oxígeno y chequear que todos los viajeros tengan sus asientos y mesas sin reclinar hasta la señalización de las salidas de emergencia.

Al momento de despegue, las azafatas brindaron las instrucciones de vuelo para poder despegar

Con una pantalla de fondo que simulaba los lugares por los que iba atravesando el avión. Londres, Estados Unidos, Argentina, Brasil y demás panoramas se mostraban y permitían a los niños seguir jugando con su imaginación mientras miraban por las "ventanillas" del avión.

Una vez alcanzada la altura permitida, los tripulantes de cabina anunciaron el momento del refrigerio. Con distintas opciones para los viajeros, un carrito iba por el pasillo ofreciendo distintas opciones de bebidas y una bandeja con comida.

"Les pedimos que reclinen sus asientos, las mesas y pongan los dispositivos de vuelo en modo avión para poder comenzar con nuestro aterrizaje", se escuchó decir a una azafata 45 minutos después de haber despegado mientras chequeaba que todo esté en regla hasta que de pronto la imagen era el de la ciudad iluminada que demostraba estar cerca del destino.

A cada viajero le daban la opción de menú junto con distintas bebidas para hacer más ameno

"Les agradecemos por elegir American Airlines y esperamos volver a verlos pronto. Siempre van a tener un lugar en nuestro corazón", finalizó la jefa de cabina entre lágrimas y aplausos mientras se preparaban para desembarcar del vuelo al son de "Celebra la vida", de Axel. Sin embargo, aún faltaba una parte muy importante: retirar el equipaje.

"¿Fue como imaginaste?", preguntó este medio a uno de los primeros en bajar del vuelo de fantasía: "Estuvo buenísimo, conocimos un montón de lugares del mundo, lo mejor fue el aterrizaje que te mostraban todo iluminado, estoy muy contento".

A medida que iban bajando del avión, el personal de vuelo los esperaba en la sala de espera mientras iban recibiendo los tickets para darle el equipaje correspondiente a cada pasajero, que era una mochila llena de obsequios, el broche de un día en el que 20 niños pudieron dejarse llevar por la fantasía y volar tan alto como la imaginación lo permitiera.

Al momento de desembarcar los chicos tenían que retirar su equipaje donde los esperaba una sorpresa: regalos para recordar su experiencia de vuelo

"Nosotros vamos para regalarles la experiencia de cómo es un vuelo, pero el regalo nos lo hacen ellos a nosotros, recibiéndonos con tanta alegría y amor. Esta es la segunda vez que participo en esta maravillosa iniciativa y es algo inolvidable", comentó emocionada a este medio Eloisa Blanco, jefa de Cabina y voluntaria de esta iniciativa mientras despedía a los pequeños que habían jugado por un rato con ella a volar.

La Casa Garrahan hospeda a los niños -junto a sus madres- que se encuentran en tratamientos ambulatorios, que residen a más de 100 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y que se atienden en los hospitales Elizalde, Garrahan y Gutiérrez. Al día de hoy, ya se han alojado más de 24.000 pequeños.

Con los números que le habían dado en el Check-in, los chicos retiraron sus mochilas

Beatriz Resnik, coordinadora de Relaciones Institucionales de la Fundación Garrahan, concluyó emocionada: "Lo mejor que podemos regalarles son estos momentos que ayudan a hacer un poco todo más ameno. Volar con American en nuestra Casa Garrahan es una experiencia única para todos los chicos, sus mamis y para nosotros".

Fotos: Maximiliano Luna

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