Heterosexuales, homosexuales, bisexuales, pansexuales, asexuales o demisexuales: todos estos términos (y más) nos ayudan a navegar por las relaciones y la sexualidad. Ahora, una "etiqueta" para aquellos que se sienten atraídos por la inteligencia gana protagonismo y provoca debates: los sapiosexuales.
Por supuesto, homosexuales y heterosexuales son solo la pequeña punta de un iceberg masivo cuando se trata de entender y definir las muchas formas en las que funciona la atracción humana. Hay una gran razón por la cual el acrónimo LGBTQIA+ sigue creciendo, y es porque la gente empieza a comprender la compleja fluidez de la sexualidad.
Hace tiempo que la sociedad dejó de definirse como heteronormativa, o de basarse en la actitud de que la heterosexualidad es la única expresión "normal y natural" de la sexualidad. "La vida erótica de los seres humanos es absolutamente variada y polimorfa. A diferencia de lo que puede ser la sexualidad en los animales, comandada por el instinto, en los seres humanos la vida erótica y sexual tiene una enorme variabilidad de formas, modos y voces", explicó Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista y exsecretario científico del Claustro de la Asociación Psicoanalítica, en una entrevista con Infobae.
Para el experto, hay tantas formas de goce como sujetos existen, donde cada persona encuentra su propio modo, personal y singular, de vivir su vida amorosa. "Gracias a la inclusión y aceptación en el discurso social de estas variedades de la vida erótica -continuó-, hay una tendencia a etiquetar las modalidades en un intento por armar clasificaciones y tipos".
Se definen como sapiosexuales aquellos que sienten atracción sexual y deseo por la inteligencia o por las cualidades morales de una persona. A diferencia de otras personas a quienes simplemente les atraen los inteligentes, un sapiosexual puede encontrar la inteligencia sexualmente excitante o no considerará salir con alguien que no consideran "inteligente".
"Se trata una forma de atracción basada en la inteligencia, no solo como conocimiento amplio, sino también en la capacidad para estar abierto a la experiencia. Los sapiosexuales gustan de una buena charla, de expresiones de afecto, de no caer en la rutina encontrando siempre estímulos novedosos. El atractivo sexual vendrá de esta primera forma de conexión", sostuvo en diálogo con este medio Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
En una sociedad donde la tecnología y las redes sociales están en primer plano, este tipo de atracciones crecen y son más evidentes. Los seres humanos nos conocemos a través de la palabra escrita, hablamos a través de mensajes y seducimos con la narrativa.
Además de sentirse enriquecidos con nuevos conocimientos, los sapiosexuales muestran una necesidad más intelectual de buscar a través de las relaciones de pareja nuevas experiencias y estímulos. A través de ellos obtienen consecuentemente seguridad, estabilidad y cierta admiración por el otro. Sin embargo, esto no quiere decir que no consideren otros aspectos, sino que priorizan o se sienten más atraídos por la parte intelectual de la otra persona.
Aquellos que se identifican como sapiosexuales se sienten atraídos por el intelecto sobre todo lo demás, incluido el género, lo que significa que la mayoría de los sapiosexuales estarían abiertos a salir con hombres o mujeres. No necesariamente ser sapiosexual significa ser heterosexual. La sapiosexualidad se puede combinar con muchas otras identidades sexuales, incluidas la heterosexualidad, la homosexualidad, la pansexualidad, la asexualidad o la demisexualidad.
Interacciones conscientes vs. inconscientes
Se dice que las mujeres son más sapiosexuales que los hombres, ya que hombres y mujeres tenemos diferentes cerebros. Los hombres se estimulan más a través de la vista, por lo tanto, a través del físico. En cambio las mujeres necesitan otros estímulos, siendo el oído uno de los principales.
La atracción física y la química que se inician en el primer contacto con un otro, de una primera interacción inconsciente. La atracción intelectual que se da en un nivel posterior es más consciente, podemos razonarla y saber que la estamos sintiendo, aunque esto no quiere decir que lo podamos controlar.
"Algunas personas que se identifican como sapiosexuales describen la inteligencia como un fetiche, otras dicen que se enamoran del cerebro de alguien", explica Debby Herbenick, profesora e investigadora sexual de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Indiana.
Un estudio publicado en la revista psicológica Intelligence en 2018 trató de encontrar una métrica para determinar si la sapiosexualidad es una orientación real o un fetiche, mientras que otro en 2019 examinó el papel general que desempeña para ellos la inteligencia en la selección de pareja.
"La noción popular sugiere que un sapiosexual es un individuo que considera que los altos niveles de inteligencia (IQ) son la característica sexualmente más atractiva en una persona", aseguran los autores de la primera investigación.
Distintos tipos de inteligencias
La sapiosexualidad es un término muy controvertido en estos días debido a lo que significa para muchos ser "inteligente". Cuando hablamos de inteligencia creemos que tiene que ver con esa inteligencia relacionada con la información, el conocimiento que posee una persona. Sin embargo, existen muchas otras inteligencias. Por ejemplo, la emocional, relacionada con el autonococimiento y la autorregulación de las emociones, y la empatía.
La inteligencia social, por su parte, es aquella observable en las interrelaciones: ser extrovertido, tener sentido de humor, ganarse la aprobación de la gente, entre otros rasgos. Finalmente la inteligencia sexual y erótica, reúne la capacidad de las personas de manejar un juego sensual efectivo, uno que sabe crear y despertar al otro potenciando la seducción.
Para los especialistas el principal y mayor órgano sexual es nuestro cerebro. Por lo tanto, cualquiera de todas las inteligencias comentadas pueden despertar una potencial atracción hacia el otro y convertirnos en sapiosexuales. Es importante puntualizar que serlo puede comportar un peligro el las personas que padecen baja autoestima o inseguridad, ya que la admiración por la inteligencia del otro puede abrumarnos hasta convertirnos en personas dependientes, creando así una relación asimétrica y tóxica.
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