Por Graciela Gioberchio
"Hace cinco meses que no me tiño y siento que me saqué un peso de encima. Me siento liberada y cada día me siento más segura. Quiero saber cómo es realmente el color de mi pelo". Así resumió Agostina Brocco -36 años, porteña, diseñadora de imagen y sonido, casada, dos hijas de 2 y 5 años y otra que nacerá en octubre- el proceso que inició en febrero cuando decidió abandonar las tinturas y apostar a su cabello natural. "Me cansé de obligarme a tapar mis raíces cada tres semanas para no parecer una dejada", contó en diálogo con Infobae.
La rebelión de las canas forma parte de una tendencia socio-cultural femenina que, de alguna manera, celebra la edad y el estilo, resignifica cuerpos y cabellos reales y busca derribar estereotipos basados en prejuicios e imperativos. Como tantas otras mujeres del mundo, de 20 y pico en adelante, subidas a la revolución del gris, Agostina se preguntó por qué, quién lo dijo y dónde está escrito que las mujeres con canas parecen descuidadas, viejas y dejadas; mientras, en cambio, los hombres canosos resultan interesantes, maduros y sexy.
"Hacía bastante tiempo que le tenía ganas al asunto, pero no me animaba. Me molestaba cada vez más tener la obligación de buscar el tiempo necesario para teñirme en medio del trabajo, la casa, la atención de las nenas", confesó a Infobae. El empujón para decidirse lo encontró en los crecientes grupos de Facebook e Instagram que alientan a vivir con el pelo natural, tanto con rulos como con canas. "Son espacios que animan a aceptarse como cada una es, a buscar lo lindo que tenemos. Y así empecé a ver fotos de otras mujeres con canas y me di cuenta de que tiene mucha más onda el pelo con canas que mal teñido. Entonces pensé: yo no sé realmente cómo es mi pelo y ¿si tengo un súper tono tornasolado y me lo estoy tapando?".
Transición, razones y miedos
Agostina reconoce que la transición hacia su pelo natural es un proceso difícil en el que es necesario aprender a doblegar los miedos: bancarse preguntas, opiniones y pedidos del estilo 'dale teñite', sin salir corriendo a comprar la tintura. "Cada día me siento más segura y digo: 'No me tiño ¡y qué!' Mi marido estuvo de acuerdo con mi decisión. En mi trabajo (es editora en un canal de cable) recibí buenos comentarios. Y hace dos meses mi mamá, que tiene 69 años, siguió mis pasos y liberó sus canas. Eso me puso muy contenta; me dio mucho ánimo", dijo entusiasmada.
"Mi hija más grande y sus compañeritas del jardín -comentó- me preguntan por mi pelo, si es así, si después lo voy a tener todo blanco. Yo les contesto que me gusta así y que no me quiero teñir más. Creo que está bueno transmitirles este ejemplo. Me dicen también que sus papás tampoco se tiñen y les digo que no me tiño por lo mismo que ellos no lo hacen. En los primeros meses de crecimiento de mis canas, algunos hombres me preguntaban por qué no me teñía y les decía eso: 'Por lo mismo que vos no te teñís'".
"Tuve que enfrentar miedos y dudas. La seguridad la fui ganando día a día", admitió Agostina. "En general, en todas las fotos de gente 'real' que veo en las redes sociales, se ven mejor con canas. Creo que es clave ponerle onda. Por eso empecé a peinarme diferente para sobrellevar la diferencia de tonos, me hago una trenza cocida o media colita. Y ya tengo en vista una peluquería para hacerme un buen corte; voy a ir antes de parir porque después no voy a poder".
En un repaso por las razones a favor de las canas, Agostina enumera que el cambio no sólo le permitió ganar tiempo, ahorrar dinero, liberarse de prejuicios y desintoxicar su pelo, sino también contribuir con el cuidado del medio ambiente al dejar de consumir productos químicos. "En ese sentido, en casa ya adoptamos otros hábitos como separar los residuos, hacer compost y reemplazar pañales y toallitas femeninas descartables por los de tela y la copa menstrual".
Pelo entrecano, con moda a favor
La tendencia de asumir las canas se popularizó en los últimos años en Europa y Estados Unidos. Y se expandió con la moda de teñirse el pelo de blanco, plateado y tonos de grises. Se llama #grannyhair: una búsqueda rápida en Instagram arroja cerca de 350.000 imágenes con ese hashtag.
Muchas famosas se lo tiñeron, al menos, por un día, una semana o un mes como Cara Delevingne, Rihanna, Kate Moss, Hillary Duff y Lady Gaga, entre otras. Otras celebrities aceptan el paso del tiempo y lucen su cabellera canosa como las actrices Jamie Lee Curtis, Diane Keaton y Meryl Streep, o bien dejan crecer sus primeras canas como Salma Hayek o la Reina Letizia de España.
Uno de los casos más emblemáticos es el de la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, que lejos de un estilo avejentado o descuidado, irradia un aire muy sofisticado. También la modelo estadounidense Kristen Mcmenamy usa el pelo cano, como la editora de la revista Vogue, Sara Harris y la diseñadora francesa Isabel Marant, entre otras.
Por estas tierras, la intelectual Beatriz Sarlo y la escritora María Kodama (viuda de Jorge Luis Borges) son un emblema del pelo blanco. La actriz Chunchuna Villafañe comparte el look cano con su hija, la cantante Juana Molina. También la actriz Alejandra Darín dejó de teñirse motivada por el personaje que interpretaba en una obra.
Oda a las canas en las redes
Abandonar la tiranía de la tintura también crece fuerte en las redes sociales. Se multiplican los grupos de mujeres que cuentan cómo transitan el paso hacia las canas: relatan cómo hicieron la transición, suben fotos del proceso, alientan a otras mujeres para que se animen a empezar, consolidan sus decisiones y se blindan para que las críticas y prejuicios con tono patriarcal les resbalen. En Facebook hay varios grupos: "Yo me atrevo a lucir mis canas", con más de 4.000 seguidoras; "Bellas con pelo plateado" tiene 3.000; "Gray and Proud", casi 27.000.
Fabiana Iacovelli tiene 51 años, tres hijos, un nieto y vive en Boedo donde vende hilos y lanas y dicta cursos de tejido. En enero de 2018 creó el grupo local de Facebook "Con nuestras canas al viento", que hoy tiene casi 800 seguidoras. En diálogo con Infobae aseguró que "si bien la mayoría de las mujeres del grupo tienen entre 50 y 60 años, hay muchas integrantes nuevas de 30 y pico decididas a dejar sus canas al natural".
"Creo que dejarse las canas es la aceptación de una misma y una rebelión contra lo impuesto: las mujeres tienen que ser jóvenes, flacas, sin canas, perfectas y eso ya fue. Somos como somos. Sí, tengo canas, tengo unos kilos demás, tengo arrugas y son bienvenidas porque quieren decir que he vivido", destacó y aseguró: "Dejarse las canas es símbolo de la nueva liberación de las mujeres de todas las edades".
Fabyta -así es su perfil de Facebook- dejó de teñirse cuando cumplió 50 años. Lleva un año y medio sin tinturas y lo que pasó en esos meses lo plasmó en un video que subió a Youtube. "Me teñía desde los 23 años y cada dos semanas porque en ese lapso ya tenía canas otra vez. Mi marido me acompañó mucho en la transición y como muestra de solidaridad se dejó la barba que resultó ser bastante canosa", contó entre risas.
Su hija de 24 años también se está dejando crecer sus primeras canas. Y su hermana, Rocío, que tiene 34 años, dejó de teñirse a los 19, luego de 4 años de lidiar con sus incipientes cabellos blancos. "Las canas son una especie de sello de mi persona. No las cambiaría ni las taparía nunca más. Soy muy feliz con mis canas", confió a Infobae.
Mujeres que se aceptan y fortalecen
"Hay una actitud general en las mujeres de lucir las canas y dejar de pelear contra ellas. Es un proceso cultural y social muy interesante. Hace algunos años comenzó una tendencia que fue creciendo hacia una mayor libertad estilística: las personas se arreglan cada vez más como les gusta o quieren. Todo esto tiene que ver además con una mayor versatilidad en la manera de lucir el pelo", explicó a Infobae, Paula Magariños, socióloga, culturalista y socia fundadora de la consultora Punctum, que investiga temáticas relacionadas con cultura, ciudadanía, género y consumo en las grandes urbes.
Para Magariños, "en las franjas de mujeres más jóvenes que se suman a esta tendencia, como es el caso de Agostina, aparece una señal generacional destacada. Es la impronta millennial: elegí tu propia aventura, hacé tu propia receta y viví tu propia experiencia. La elección y la manera en que todo eso se muestra en cada mujer será única y original".
"En general, la tendencia a dejarse las canas significa que se ponen de moda las marcas del poder femenino: 'Me banco las canas, mi cuerpo, etc.'. Vivimos un momento de quiebre, de cuestionamientos y de hacerse cargo del propio cuerpo. La moda, la libertad estilística y romper con los argumentos del patriarcado son los ejes que permiten que la mujer vista sus canas sin sentirse menos. En síntesis, la mujer está atravesando un proceso de aceptación y fortalecimiento".
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