Diana Spencer fue una verdadera princesa de estilo y elegancia. Supo conquistar a todos con su calidez y carisma, pero también con su estilo refinado y sencillo, que cautivó las miradas de todo el mundo. Ella marcó un antes y un después y se convirtió en un ícono fashionista.
Las camisas y blusas estaban entre sus prendas favoritas para combinar con sus delicadas faldas pencil. Algunas con diseños y estampados llamativos, como los famosos polka dots (lunares). Siempre a la vanguardia, la princesa Diana innovaba con los cortes de los escotes y las mangas.
Como toda princesa, los vestidos formaban parte de su guardarropas de todos los días. Sin mucho volumen -exceptuando el de su boda- se la veía en los eventos y las galas benéficas con vestidos de paillettes y glitter, siendo el rojo, el azul, el negro y el blanco sus colores preferidos.
A pesar que el mundo de la realeza estuviera condicionado al uso de los sombreros, tocados y fascinators, Diana Spencer hacía todo al revés. Ella se negaba a usarlos. En los actos oficiales lo hacía por obligación y protocolo, pero cuando tenía que ir a visitar hospitales, por ejemplo, no los llevaba porque le impedían abrazar a los niños. Eso también ocurría con el uso de los guantes, que dejó de usar porque creía que una princesa debía tener contacto directo con el pueblo.
Un estilo muy característico suyo fue el de las hombreras XXL en camisas y vestidos, y que pronto se convirtieron en sus preferidos para cada aparición pública. Uno de ellos fue su vestido de novia con mangas vaporosas.
Entre sus firmas predilectas de joyas estaban Chopard y Cartier, dos marcas que son líderes en el mercado y cuentan con las mejores piezas de joyería. Las perlas, los diamantes y los brillantes eran sus elegidos para los aros, anillos y collares.
Sin mucho maquillaje, Spencer elegía estar siempre sencilla y al natural. Su maquilladora oficial, Mary Greenwell, había dicho que su rutina de belleza era cepillar las cejas, aplicarse bálsamo en los labios, y buscar un maquillaje suave para enfatizar la mirada, algo que le costaba ya que era fan de su delineador de ojos azul. La máscara de pestañas y la piel impecable eran parte de sus look.
Dentro de sus diseñadores y marcas favoritas, la maison Chanel, Christian Lacroix, Armani, Versace, Jimmy Choo y el zapatero Manolo Blahnik eran sus fetiches. Algunos le han llegado a ofrecer dinero por protagonizar sus campañas, pero al pertenecer a la Corona, ella se opuso.
Diana Spencer estaba en plena crisis matrimonial cuando la maison francesa Dior selló su legado fashionista con un bolso que hoy es ícono al que llamó "Lady Dior" para rendirle tributo y se convirtió en uno de los grandes must de la moda.
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