Mucho se ha dicho sobre el hecho de que los millennials tienen menos relaciones sexuales que las generaciones anteriores en la edad adulta. Vivir en casas familiares por más tiempo, la proliferación de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, la accesibilidad de la pornografía y el aumento de los niveles de estrés son algunas de las razones que intentan explicar el declive.
Sin embargo, eso no significa que el sexo no esté en la mente de quienes tienen entre 20 y 30 años. Según explicó en diálogo con Infobae Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista y exsecretario científico del Claustro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, "está claro que la actualidad propone vías de acceso al goce sexual mucho más directas y accesibles que otros tiempos".
"La manera en la que se organizan las relaciones hoy entre las personas acorta los caminos hacia el encuentro sexual, tomando como ejemplo las redes sociales y específicamente las aplicaciones de citas destinadas para dar con partenaires sexuales donde filtramos, nos conectamos y concretamos", aseveró el especialista.
No obstante, según advierte el especialista, que existan estas propuestas no quiere decir que efectivamente los sujetos tengan una mejor o más satisfactoria sexualidad. "Las posibilidades están y sin embargo -continuó- los sujetos siguen teniendo los mismo tropiezos, y dificultades que propone la sexualidad, un asunto que nunca está del todo resuelto y que siempre lo pone a prueba".
Los millennials sufren por desencuentros sexuales pero también amorosos (a su manera). "Aún cuando muchas veces sostienen con fervor que no quieren saber nada de amor, sufren cuando alguien les 'clava el visto', no les 'likea' una foto o los deja de seguir", manifestó en diálogo con este medio Agustina Fernández, psicoanalista especialista en adolescentes y miembro de la misma asociación.
"Muchas de las quejas, inquietudes e inseguridades que se escuchan en la práctica clínica suelen ser las mismas de siempre solo con un ropaje epocal actual. El anudamiento entre la sexualidad, el deseo, el goce y el amor conserva un nivel de complejidad y profundidad que parece resistir a sus distintas escenificaciones epocales", explicó a Infobae Diego Luparello, psicoanalista y expresidente del Claustro de analistas en formación de la APA.
El estrés y la ansiedad
No es de extrañar que los millennials estén abrumados y sobrecargados de responsabilidades, considerando que la tecnología difumina la línea entre el tiempo de trabajo y el de tiempo inactividad. Se enfrentan a la ficción de las redes sociales que hacen que parezca que todos viven su mejor vida y a un panorama de citas demasiado confuso.
A menudo se observa que, al final de un largo día, los jóvenes están demasiado agotados como para pensar en tener más contacto con las personas, ya sea por el esfuerzo que conlleva vincularse con un "otro".
Además, los millennials reportan niveles más altos de ansiedad que las personas en grupos que les preceden e incluso han sido calificados como "la generación ansiosa". Sin embargo, debido a la falta de datos históricos, no está claro si los millennials son en realidad más ansiosos que otras generaciones, o si simplemente lo informan más debido a una mayor conciencia de la salud mental. La ansiedad, la depresión y los medicamentos utilizados para tratar esas afecciones pueden disminuir el deseo sexual.
Cuando estamos estresados o ansiosos, nuestros cuerpos activan el aspecto de lucha o huida de nuestros sistemas nerviosos centrales, que reclutan recursos para ayudarnos a escapar de la amenaza percibida. La presión arterial aumenta, la adrenalina y la hormona del estrés cortisol inundan el sistema, y nuestra capacidad de excitación sexual generalmente disminuye.
Para relajarnos y disfrutar del sexo, los sistemas nerviosos necesitan reducir ese modo, lo cual es difícil de hacer si nos preocupamos constantemente por el futuro, reflexionamos sobre el pasado o nos preocupamos por cosas como el trabajo o el dinero.
Las fuentes de desinformación
Las fuentes de desinformación, como las expectativas poco realistas establecidas por la industria del porno, han dejado a muchos millennials con más preguntas que respuestas. Ya sea un resultado de las preferencias culturales, la educación en casa o simplemente la ubicación geográfica (no todos los estados ofrecen educación integral), los millennials a menudo describen la sensación de que carecen de un conocimiento básico sexual, tanto sobre ellos mismos como sobre las personas que desean.
Algunos incluso entienden a la pornografía como un manual de instrucciones para el sexo, en lugar de verlo como lo que es: una forma de entretenimiento. "Les da ideas irreales acerca de cómo deben lucir ellos o el cuerpo de sus parejas, crea malentendidos acerca de cómo debería ser el sexo y conduce a la ansiedad sobre los aspectos de rendimiento", advierten los especialistas.
Los diferentes impulsos sexuales
Que las parejas tengan libidos no coincidentes es moneda corriente, especialmente cuando se considera que los impulsos sexuales fluctúan a lo largo de la vida. De hecho, el 80% de las parejas de todas las edades experimentaron una "discrepancia de deseo" con su pareja, según un estudio llevado a cabo por la revista de relaciones científica Luvze en 2015.
Típicamente, sus apetitos sexuales suelen ser similares al principio de la relación, pero una vez que se mudan juntos o se casan, uno de ellos por lo general termina deseando que su pareja no lo desee tanto como al principio. Para las parejas que luchan con este problema, los especialistas recomiendan trabajar primero en la conexión fuera del dormitorio.
Atracciones múltiples y a la vez
Solo porque un individuo se encuentra en pareja no significa que de repente tenga vendas que le impidan notar o interactuar con personas interesantes y atractivas en el mundo. Siempre y cuando no se actúe sobre esos sentimientos de manera que traicionen la confianza de una pareja o separen una relación, hacerlo es inofensivo. Sin embargo, son varios los jóvenes que se sienten culpables cuando experimentan una atracción hacia otro ser humano.
"Hay muchos de los ideales actuales con los que el sujeto singular se siente incómodo. Algunos frente a los que se imponen con fuerza, como el del concepto del poliamor, se sienten socialmente obligados a aceptar, porque creen que pensar lo contrario los haría parecer posesivos y controladores. Se encuentran en ese conflicto entre lo que sienten e intentar imponerse en contra de la creencia de la no exclusividad. No pueden sostenerlo y emocionalmente se angustian mucho", sostuvo Martínez Donaire.
A su vez, el experto asegura que se observan jóvenes que si bien tienen acceso facilitado y frecuente a encuentros sexuales, no logran establecer vínculos amorosos. "La dificultad está puesta en la posibilidad de construir un vínculo con el otro. A punto tal que existe una intención de no vincularse emocionalmente con el otro, y de limitar el encuentro al goce sexual y punto. Allí donde haya un atisbo de afectividad o sentimiento amoroso el mismo es rechazado inmediatamente", explicó.
ITS
Según los resultados arrojados de un informe realizado por AHF Argentina, sólo el 14,5% de los argentinos aseguró utilizar preservativo en todas sus relaciones sexuales, el 65%admitió utilizarlo solo a veces y el 20,5% reconoció no usarlo nunca.
Según informó en diálogo con Infobae Natalia Haag, directora nacional de Prevención y Testeo de AHF Argentina, sobre la tendencia de poco uso del preservativo, se cree que existe “un relaje en torno a las medidas preventivas por el hecho de que el VIH se volvió una infección crónica y ya no algo mortal”. “La falta de propaganda como política pública sobre la importancia del uso, y la falta de la correcta implementación de la Ley de Educación Sexual Integral también dificultan que a corta edad los adolescentes tomen conciencia sobre el uso del condón e inicien su actividad sexual protegidos”, aseguró.
A menudo hombres y mujeres rechazan el uso del preservativo fundamentalmente por dos motivos: porque “les quita sensibilidad” y porque los hombres temen perder la erección. “En ambos casos se trata de ideas que se imponen, ya que el buen uso del profiláctico no debería provocar los problemas que se argumentan”, explicó a Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Inseguridades personales y sexo con poca frecuencia
Luchar con la imagen del cuerpo es común en varios grupos demográficos, incluidos los millennials. Esa falta de confianza puede inhibir seriamente el deseo y el disfrute del sexo de una persona. El mismo puede evitarse por completo debido a las inseguridades del cuerpo, o puede haber tipos de evitación más sutiles, como tener relaciones sexuales con las luces apagadas o hacerlo acompañado con el consumo de sustancias para desinhibirse.
Una preocupación común entre los jóvenes de esta generación es no tener suficiente sexo con sus parejas. Por supuesto, no existe una cantidad de sexo "adecuada". Lo que podría ser muy poco para una persona es más que suficiente para otra. Pero a menudo, esta preocupación se acompaña de suposiciones. Las más comunes se basan en que si uno está realmente enamorado de su pareja, el deseo sexual incontrolable debe durar para siempre. La otra, entiende que los demás siempre tienen más sexo que uno.
"Una cuestión que interviene en los modos actuales de encuentros eróticos es la disponibilidad, es decir el tiempo y lugar que cada quien está dispuesto a entregar a un otro. La pregunta sería: ¿cuánto están dispuestos los jóvenes millennials a dedicarle al erotismo, al cortejo, al encuentro íntimo?", aseveró Fernández.
Ansiedad por el rendimiento sexual
La ansiedad por el rendimiento sexual es común, especialmente para los millennials que crecieron con fácil acceso a la pornografía, en la que las erecciones y los orgasmos exagerados son abundantes y aparentemente alcanzados casi sin esfuerzo.
El problema es que el consumo casi adictivo de pornografía podría agregar una presión indebida y provocar ansiedad perjudicando el rendimiento sexual. Estas preocupaciones también pueden sacar a alguien del momento o llevarlo a centrarse demasiado en complacer o impresionar a su pareja en lugar centrarse en sus propias necesidades sexuales.
"Que haya tanta facilitación también resulta inhibitorio para el sujeto. Cuando algo se encuentra muy al alcance de la mano no necesariamente quiere decir que me despierte más ganas o más deseo. A veces, el efecto que produce es todo lo contrario porque hay algo del deseo que se despierta ante la distancia entre uno y aquello que anhela", indicó Martínez Donaire.
"La sexualidad en el sentido profundo del término, más allá de su práctica cotidiana, representa una zona de incógnita con el propio cuerpo, con los propios placeres, con las relaciones humanas, con su articulación con el amor, con el reconocimiento propio y ante los otros. Cada joven se articula a este conjunto de preguntas singularmente, y resuelve o encuentra cierto equilibrio como puede, de acuerdo a sus experiencias, a su historia, y a su capacidad de ubicar cierta 'política' de goce", concluyó Luparello.
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