Por Jesica Mateu
Las agresiones verbales en las redes sociales son cotidianas. Afectan a famosos e ignotos, adolescentes y adultos. Son tantos los comentarios hirientes, discriminatorios o violentos que la tendencia ya tiene nombre: Fenómeno Hater (odiador).
Se manifiesta con toda su fuerza en internet y cala más hondo en los jóvenes que, por transitar una etapa evolutiva aún inmadura, en plena construcción de su personalidad, son más vulnerables y cuentan con menos herramientas psicoemocionales que algunos adultos para hacerles frente a las críticas destructivas. Sin embargo, el fenómeno es mucho más que una problemática en las redes.
"Estamos cada vez más convencidos de que tiene que ver con algo más macro: con los valores y la sociedad que forjamos", opinó Marcela Czarny, presidenta de la Asociación Chicos Net, que impulsa el uso seguro, responsable y significativo de las Tecnología de la Información y Comunicación (TIC).
Coincidió la psiquiatra y psicoanalista infanto-juvenil, Liliana Moneta, especialista en adolescentes con funcionamiento complejo, quien señala que este tipo de fenómenos se da con mayor impacto en la actualidad por existir una "mayor carencia afectiva y confusión. Se pone el acento en otros valores como el dinero. Las instituciones que actuaban como contención social real, fueron quebrándose, disolviéndose y sustituyéndose por las redes sociales virtuales".
Personalidades conflictivas
Es habitual que los haters u odiadores sean personas que pasan "del amor profundo e idealizado al odio, fruto de la decepción a partir de una situación real o fantasiosa", incluso de expectativas infundadas respecto al otro al que antes amaban y ahora detestan, según explicó Moneta. Y si bien aclaró que no se puede generalizar, sí concedió que el denominador común es haber "crecido en un medio familiar con indiferencia afectiva o en el que se naturaliza el conflicto como forma de moverse por el mundo. Un entorno en el que más que amor se recibe rechazo. Hay muchos factores de crianza que intervienen".
Moneta afirmó también que muchos de los agresores "acumulan frustraciones y en algún momento explotan". Pueden, o no, ampararse en el anonimato y en que no ven al interlocutor. Agredir es su modo de descarga. "Es catártico", definió. Y recalcó que "más allá de la personalidad de cada uno, hay factores sociales que facilitan este fenómeno". Los haters, además, suelen tener seguidores con características similares y hasta organizar campañas de odio.
Por otra parte, la especialista aclaró que, excepto que se trate de personalidades psicopáticas que son las que buscan lastimar al otro, en general, quienes destilan odio tienen el objetivo de "apaciguar el malestar que sienten internamente. El adolescente es un síntoma de una sociedad que está enferma; a través de su psiquis y de su cuerpo trata de denunciarla", concluye Moneta.
Prevenir y contener
La buena noticia es que el odio se puede neutralizar con amor. Sin embargo, es muy difícil que los jóvenes puedan tomar distancia y responder a las agresiones conteniendo a los odiadores.
Algunos buenos ejemplos podrían ser los de Candela Tinelli que recientemente escribió en Twitter: "No me tomo nada personal. Problema de cada uno. Yo les mando mucho, mucho pero mucho amor"; y Tini Stoessel, que en febrero compartió en Instagram un tema que compuso con comentarios violentos que suele recibir, y posteó que su objetivo era "darle más visibilidad a ese mundo de gente hermosa que es agredida sin sentido por gente que necesita mucho amor".
Ignorar a los haters también es una buena estrategia. Ante la falta de reacción, el agresor termina por cansarse, según indican los especialistas.
Por otra parte, desde Chicos Net, Czarny indicó que es importante trabajar en las escuelas, pero también en casa con los chicos y explicarles que, por ejemplo, dar o no un like "también es una responsabilidad. No cuesta nada ponerlo, pero hay que pensar que tiene consecuencias". Czarny adviertió, además, que si bien los padres de adolescentes "están preocupados por la tecnología, no tienen idea de qué hacen en Internet. Saben que ven youtubers y tutoriales, pero no quiénes son esos youtubers ni cuáles son los contenidos de esos tutoriales. Están alejados".
Por eso, invitó a que se involucren mucho más que en limitar la cantidad de horas que sus hijos pueden pasar frente a las pantallas. Asimismo, destacó la importancia del diálogo fluido y de estar atentos a si los chicos cambian de actitud. En la práctica sugirió que "del mismo modo que se les pregunta qué hicieron en el cole, se les consulte qué estuvieron viendo en Internet".
Y alentó a que, a pesar de que los dispositivos móviles sean individuales, padres e hijos compartan algunos de los contenidos que ven. "Es una buena oportunidad para comentar. Hay que aprovechar, también, cuando sale alguna nota como esta para preguntarles a los chicos su opinión, llevar el tema al a mesa, así como jugar con ellos y sus equipos tecnológicos", agregó.
Uso responsable y regulación
Ariel Seidler es el director de Observatorio Web, el programa en conjunto del Congreso Judío Latinoamericano (CJL), la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) que nació para "entender el tema de la discriminación en Internet y poder cuantificarlo".
Señaló que Internet debe ser un espacio libre de expresión, lo que no quita que puedan ponerse en marcha herramientas para moderar la violencia. "Europa, con Francia y Alemania a la cabeza, promueven una regulación en torno a los contenidos y los discursos de odio están penados; hay más seguimiento del Estado", describió.
En Argentina, en 2015, se discutió un proyecto de Ley (9064) para actualizar la normativa antidiscriminatoria vinculada a Internet. El artículo 21 fue el que generó más controversia y discusión ya que buscaba determinar el grado de responsabilidad de las empresas. No se logró un acuerdo y la ley no se sancionó.
De todas formas, a través del Ministerio Público Fiscal o el INADI se pueden hacer denuncias; también desde el sitio de Observatorio Web, que suele prestar asesoramiento para enfrentar el hostigamiento que niños y adultos sufren a través de las redes e Internet.
Seidler indicó, además, que plataformas como Facebook o Instagram tienen espacios para denuncias, luego de las cuales estas empresas toman o no acciones. Por cuestiones legales -ligadas al copyright, por ejemplo- o por decisión propia -como rechazar desnudos-, suelen remover contenidos con mucha agilidad. "Pero para lo que tiene que ver con odio aún no encontraron, con inteligencia artificial u otros métodos, maneras de eliminarlo", afirmó.
En este sentido, reconoció que "es difícil medir una opinión distinta ya que los moderadores no siempre conocen las particularidades de cada país. Y si bien ha habido mejoras; aún falta mucho".
Otra cuestión de fondo es que las búsquedas de contenidos se organizan a través de algoritmos en los cuales "hay sesgos discriminatorios".
En cuanto a las expresiones de odio, el especialista indicó que "el mundo hater se mueve más por Twitter, por las facilidades que da la herramienta para conectarse; mientras que en Facebook se suelen observar más cuestiones discriminatorias hacia colectivos".
Desactivar el odio
Para desmantelar el fenómeno hater hay mucho por hacer en la sociedad. Todas las fuentes consultadas concuerdan en que hay que trabajar tanto con las víctimas, como con los odiadores y los testigos (que deben dejar de tener una actitud pasiva para empezar a intervenir de manera positiva). Y considerar que:
-Las víctimas no tienen la culpa de la agresión que reciben
-Se pueden bloquear usuarios de redes que sean odiadores
-Vale la pena hacer capturas de pantalla y guardar pruebas cuando la violencia es personal
Ya que vivimos expuestos en redes sociales, habría que pensar si es posible tomarse de manera distinta las agresiones y las críticas. Tratar de no sentirse mal por lo que otro diga.
SEGUÍ LEYENDO