Por Tomás Gorrini para El Planeta Urbano*
A diferencia del amor después del amor, "no hay rock después del rock". Lezano auténtica, por Whatsapp, suplicando en un audio de medio minuto que la alejáramos un poco de ese mundo, aquel que supo retratar como nadie, punzante, sin anestesia, rompiendo los tejidos más íntimos del rock vernáculo.
Se quiere despegar porque no le gusta encasillarse, porque quiere ampliar su repertorio, mostrar sus muchos otros talentos, porque eso perteneció a otra etapa de su vida, porque en realidad "ya fue". En otro audio explica que hasta a veces ni lleva la cámara de fotos a los recitales de Charly, su amigo y escudero inseparable, su Quijote de mil batallas contra los molinos y el paso del tiempo. Dice, también, que no sabe lo que está pasando en la nueva escena del rock, que desconoce el indie, pero dudamos, porque el último trabajo que hizo para Mi amigo invencible es maravilloso: portada negra, siete músicos en la oscuridad. ¿Pero qué es lo verdaderamente oscuro? "La falta de contrastes hace difícil la percepción. Lo oscuro es necesario. El exceso de luz tampoco es bueno, enceguece. Trabajar desde la luz, lo oscuro", dice Lezano. Y hay más: "En la foto no hay siete hombres en la oscuridad, hay siete seres en su momento más luminoso, abducidos por un sol que, no así como nosotros, siempre es el mismo".
No somos los mismos; Nora Lezano no es la misma. Testigo implacable de la década tumultuosa del rock, su mirada actual cambió ante situaciones que quizás antes naturalizaba. Vio todo: la trastienda, la fama, los camarines, los shows inolvidables y las miserias del rock machista. Por eso ahora su lucha por la igualdad de las mujeres se hace presente desde sus fotos, sus textos y pensamientos.
"Aborto legal, seguro y gratuito y maternidad deseada", los reclamos constantes en sus redes. Y todas la siguen, como a una estrella de rock. Lo mismo que hizo ella con sus amigos ídolos de multitudes: García, Cerati, Páez, Spinetta. Por eso y por ellos, resulta imposible hacerle caso a su reclamo original. No podemos separar al autor de su propia obra, sobre todo si se trata de una obra maestra. Una última mirada, un nuevo clic moderno antes de su largada a nuevos horizontes. Hablemos de rock.
–Resulta curioso que en tiempos donde al rock local se le exige, y con justa razón, mayor presencia femenina, dos de las personas que mejor lo retrataron hayan sido mujeres, Andy Cherniavsky y vos. ¿Acaso la fotografía jugó entonces las primeras cartas de empoderamiento en el rock? ¿Creés que la mirada femenina sobre una escena mayoritariamente masculina tenga que ver?
–La verdad, no lo sé. Creo que tanto Andy en los 80, como yo en los 90, nos hicimos un lugar entregando muchos años de nuestras vidas a la movida del rock. Lo que sí creo es que el camino que abrieron nuestras fotos facilitó el recorrido a otras mujeres.
“Parte de lo que sucede en mis fotos tiene que ver con que tuve el doble papel de fotógrafa y de fan de muchos de los artistas a los que retraté. Siempre hubo una relación de poder desigual entre una fan y su ídolo que genera situaciones que antes naturalizábamos y que hoy serían inaceptables”
– ¿Viviste alguna situación que en su momento naturalizabas y que hoy juzgarías de otro modo?
–Sí, claro, ese es un fenómeno que está sucediendo en todas las sociedades y el rock no está exento de ello. Parte de lo que sucede en mis fotos tiene que ver con que tuve el doble papel de fotógrafa y de fan de muchísimos de los artistas a los que retraté. Siempre hubo una relación de poder desigual entre una fan y su ídolo que genera situaciones que antes naturalizábamos y que hoy serían inaceptables.
En el 96, yo tenía 26 años y había entrado medio infiltrada a la prueba de sonido de un cantante inglés muy famoso. Me ubiqué lejos del escenario, delante de la torre de sonido, casi a mitad del estadio, creyendo que los músicos no me veían. En un momento, el líder en cuestión baja del escenario encarando hacia la torre de sonido y yo, que se suponía que no podía estar sacando fotos, entré en pánico y escondí rápido mi cámara. Cuestión que se para delante de mí, me agarra la cara con las dos manos, me encaja un beso en la boca y sigue su camino.
Rápidamente después del shock, mi lectura fue: qué privilegio el mío, que mi ídolo me robe un beso, pero a los ojos de hoy obviamente el tipo no tenía ningún derecho a aprovecharse de la diferencia de poder entre él, un cantante famoso, y yo, una fotógrafa/fan. Estas cosas hoy las miramos de otro modo y vamos entendiendo qué es el acoso, qué es el abuso, qué conductas son inaceptables y cuáles son parte de decisiones entre dos personas que son pares o tienen los mismos privilegios.
–En este último tiempo se multiplicaron las denuncias de mujeres por abusos y violencia dentro del rock. ¿Qué fue lo que cambió?
–Justamente lo que decía antes. Hoy estamos pudiendo ver cosas que teníamos naturalizadas y podemos denunciarlas o decirlas en voz alta. Estamos despertando nuestra mirada a perspectivas que estaban oscurecidas. Los varones también van despertando de situaciones que parecían normales y que de a poco entienden que son producto de privilegios y relaciones de poder desiguales con las mujeres.
“La crisis del papel nos obliga a adaptarnos a los nuevos formatos pero también está en algunos aspectos restringiendo y dejando sin trabajo a muchos fotógrafos, lo cual es muy preocupante. A la vez, nos está presentando nuevos desafíos para ir innovando estéticamente y trabajando con otras herramientas”
–La participación de las mujeres en el rock creció en los últimos años. Aun así, ¿qué falta?
–Lo mismo que en otros sectores de la sociedad, que tengan más espacio las mujeres, menos machismo en quienes toman las decisiones de contratarlas, sean editores o productores, pero también es una cuestión de igualdad de oportunidades. Por ejemplo: cubrir conciertos y giras supone horarios y dinámicas de trabajo que tal vez las mujeres hoy puedan elegir menos porque se ven obligadas a hacerse cargo del cuidado de los hijos o de los enfermos en las familias. Pero por suerte todo eso está cambiando, aunque lentamente.
–¿Cómo ves la presencia de la fotografía en tiempos de crisis de la industria editorial? ¿En qué nuevo formato funciona mejor?
–Creo que lo que está pasando nos obliga a adaptarnos a los nuevos formatos pero también está en algunos aspectos restringiendo y dejando sin trabajo a muchos fotógrafos, lo cual es muy preocupante. A la vez, nos está presentando nuevos desafíos para ir innovando estéticamente y trabajando con otras herramientas.
–¿Tu mejor y peor foto?
–No siento que tenga mejores y peores fotos, simplemente porque siempre detrás de ellas hay una vivencia, hay una conexión profunda con la escena o con las personas u objetos que fotografío porque siempre son cosas que me interesan.Así que detrás de buenas o malas viviencias, a todas mis fotos las atesoro.
–¿Y a quién te faltó retratar?
–A George Harrison y a Hunter Thompson, aunque no sé si se hubiera dejado.
Fotos: Guido Adler
*Esta entrevista y fotos fueron publicadas en la edición de marzo 2019 de la revista El Planeta Urbano y cedidas en exclusiva para su reproducción a Infobae.
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