Desde el New York Times y Stella McCartney, hasta el Comité Olímpico Internacional, reconocidos medios, marcas y entes internacionales la convocaron para trabajar en conjunto. Oriunda de Recreo, Catamarca, Carla Soledad Rivero es, entre otras cosas, actriz, modelo y activista ambiental. Hoy, sus experiencias y posiciones personales, públicamente difundidas, la convirtieron en una figura importante en la lucha por los derechos de la mujer en la Argentina.
Vertiginosa y aventurada, la vida de la catamarqueña vacila entre sorpresas, tristezas y alegrías desmesuradas. "Calu Rivero…poner título aquí", reza la tapa del libro de la actriz en su debut como autora. Línea por línea y fotografía por fotografía, la protagonista de Dulce Amor, la novela escenario de los hechos denunciados, habla de todo: su pasado, su presente y su futuro en la lucha por los derechos de la mujer. Además, tal como lo había adelantado, relata sus días en el set de grabación con el actor argentino, aunque sin nombrarlo.
"Este libro fue una oportunidad hermosa para hacer una síntesis de un trabajo muy profundo y muy costoso que vengo realizando hace ya tres años. Se trata de volver a enfocarme, a aceptarme, de volver a creer en mí para poder volver a crear. Es, sin dudas, un cierre de una etapa que pasó. Espero con esto que experiencia sirva y llenarla de sentido", explicó Calu en diálogo con Infobae.
Para Guillermo Rivero, su padre, fue su capacidad de soñar la que la salvó. "Muchas otras personas no logran superar el dolor lamentablemente y mucho menos crecer desde él. Como hija, me enseñó que el dolor casi siempre es inevitable, pero el sufrimiento siempre es opcional", sostiene orgulloso Rivero en el prólogo del libro de su hija.
Sus padres, Guillermo y Rita; su abuelo, Don Federico Gustavo Martínez, y su hermana, Marou, son los pilares fundamentales de aquellos que la acompañaron en este camino, según puede atestiguar la actriz en su libro. "Empecé a escribir en una máquina de escribir Olivetti porque mi abuelo (maestro, periodista y poeta) lo hacía cuando yo era chica. De él conservo su curiosidad y su energía por hacer las cosas. Supongo que él se reconocería en mí en esos aspectos y estoy segura que lo haría muy feliz", contó a Infobae la actriz.
El libro contiene un fragmento de un texto escrito por la periodista y escritora Luciana Peker: "Calu es pionera de la revolución de las hijas, las jóvenes, las mujeres; la revolución del deseo vuelto propio y hecho palabra… Las letras se escriben con su imagen en las vidrieras, que reflejan que decir no es una influencia para las chicas que empiezan a decir sí a su propia y nueva historia. Sus agallas son las que dieron vuelta la novela".
En diálogo con Infobae y consultada por su relación con la actriz Peker aseguró: "Nuestros primeros acercamientos fueron por mail. Hablamos, nos conocimos y formamos una relación entrañable. Compartí marchas, momentos con su familia y abrazos. Tuvo muchas agallas, y por suerte pudo contar con el apoyo de su familia. Es alguien de quien yo aprendo mucho. Es muy sabia, tiene mucha paz, sabiduría y a la vez es muy aguerrida y divertida".
“En este nuevo tiempo que vivimos, la feminidad, sus ritmos y tesoros finalmente serán honrados por la sociedad. Solo depende de nosotras”.
Para Rivero, la revolución de la mujer plantea "que nos reubiquemos en un espacio social perdido, recuperemos la capacidad de hacer las cosas que abandonamos porque nos lo impusieron o porque simplemente nunca supimos cómo hacerlo".
"No era ficción, me estaba sucediendo en la realidad"
Cuando la -en aquel momento- joven de 25 años recibió la propuesta de ponerse en la piel de Natacha en la tira furor en la televisión argentina sintió felicidad. Se trataba de su primer gran protagónico. Con el tiempo, su personaje en Dulce amor, el exitoso culebrón que salió al aire en enero de 2012, fue ganando cada vez seguidores. Cuando la historia se encontraba en el pico de popularidad, Rivero abandonó la tira.
En aquel momento, comenzaron a esparcirse los rumores de acoso y algunos medios también se atrevieron a mencionar la palabra abuso como causa de su renuncia. Ella desmintió siempre la segunda versión, pero pasarían varios años hasta que decidiera contar finalmente su verdad: "Después de cinco años, tomé coraje y hablé. Hoy estoy aliviada y orgullosa de haber podido hacerlo".
Al principio, lo hizo en una entrevista radial, donde haciendo referencia al movimiento MeToo expresó: "Yo viví el acoso en carne propia". Su declaración mereció una demanda de Darthés por daños y perjuicios, dando comienzo a un ida y vuelta de la pareja de ficción por los tribunales y también por los medios.
Sin embargo, luego de su confesión se desataron una serie de estremecedoras acusaciones en contra Darthés que tiene a la actriz Thelma Fardín como la denunciante más fuerte. El pasado 11 de diciembre Fardin dio a conocer la grave denuncia por violación que realizó en Nicaragua contra el actor, mediante una conferencia de prensa llevada adelante por el colectivo Actrices Argentinas.
El caso que narró la acusación de un ataque sexual, presuntamente perpetuado por el actor contra su compañera menor de edad, despertó a otras mujeres a realizar denuncias similares y volvió a poner al acoso y el abuso en la primera plana.
"Las situaciones de acoso sexual, no solo sexual, de hostigamiento hacia las mujeres y niños, o hacia aquellas personas ubicadas en una posición 'débil' -ya sea por una jerarquía de cargos laborales- han existido en todos los tiempos. Que hoy salgan a la luz es una avance civilizatorio. Que una persona pueda tomar la palabra con libertad y sea escuchada es un logro", indicó en diálogo con Infobae la licenciada Agustina Fernández, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
"Fue entonces, durante ese trabajo con las interpretaciones, las representaciones y los estereotipos, que recuerdo la primera acción que me paralizó ante el exceso. Intenté justificarlo, comprenderlo como un impulso de seducción que mi compañero no podía controlar. Traté de distraerme, de pensar en otra cosa, pero la angustia, el vacío y el dolor se instalaron en mí y se hicieron cada vez más intensos.
La presencia valiosa y contenedora de la gente cercana, el amor propio y la ayuda profesional hicieron que fuera apareciendo en mi mente la pregunta que me sacaría del infierno: ¿y qué pasa si te vas? Por fin dije BASTA y una bola de nieve me amasó. Lo que siguió fue la burla, la incomprensión y la soledad. En la mayoría de los medios escuché opiniones que me atribuían a mí las características del personaje que representaba y para el que me habían contratado. Mientras, comprobaba azorada que, en el caso de mi partenaire, el límite entre su persona y los atributos de su personaje estaba claro, no se confundía. Nadie, o casi nadie, parecía advertir que era justamente valiéndose de esos atributos, escudándose en ellos, que justificaba sus excesos. Era él quien estaba confundido, o más bien fundido con su personaje. Pero esa fusión lo hacía un monstruo opresor para mí, Calu, no para mi personaje", revela Rivero en la parte de su libro titulada "No era ficción, me estaba sucediendo en la realidad".
Para la especialista, es necesario que las víctimas cuenten con el apoyo y sostén apropiado, "que se las escuche con el respeto debido, para que ese hablar no repita la situación de violencia y humillación vivida. Eso, depende de todos los actores involucrados, padres, pares, profesionales, incluso los medios de comunicación".
Sin dudas, las "jóvenes de hoy" se han corrido de los roles clásicos y tradicionales de género, donde quedaban ubicadas en una posición sumisa y pasiva. Hoy se las escucha pujantes, intrépidas, empoderadas, se expresan en lucha por la libertad, libertad de su cuerpo, de la sexualidad, de los códigos de cortejo erótico y de elección.
“Romper el silencio es el primer paso de un largo proceso de elaboración, la palabras alivian pero no existe la cura automática”.
"Estamos acostumbrados por una especie de egocentrismo a pensar a la mujer joven estudiando, trabajando, sacándose fotos, haciendo shopping en la web o participando en una marcha junto a otras. Esa mujer urbana de la gran ciudad que toma la palabra para expresarse y defender sus derechos, no son todas. Es un desafío que cada profesional deberá tomar desde el rol social que le incumbe, que aquellas otras voces, hoy privadas, también puedan ser escuchadas con el respeto merecido", concluyó Fernández.
Para Elsa Wolfberg, psicoanalista y psiquiatra de la APA y presidente honoraria del capítulo de psiquiatría preventiva de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), lo positivo en cuanto a las secuelas del abuso, básicamente la decepción, desconfianza e inseguridad que deja, es que si el destrato queda validado socialmente y acompañado por acciones reparatorias y útiles, entonces ese daño disminuye, ya que se recupera buen trato y solidaridad.
"¿Por qué no habló antes?", "Mentirosa" o "Solo quiere prensa", fueron solo algunos de los comentarios que por años recibió en sus redes sociales. "Vomitar, sacármelo de adentro. Me aprieta no me deja respirar, me incomoda, me angustia, me pone reactiva, sensible. Nunca me imaginé que revivir eso que me pasó hace cinco años iba a generar todo esto de nuevo en mí", dice ella. Liberarse, y denunciar para tratar de sanar.
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