Un muro, un simple muro, es la línea que separa lo público de lo privado. Detrás, diferentes mundos, la intimidad que se esconde, historias de amor y de tragedia. Pero en esas fachadas anónimas que se imponen dignas y austeras, sin pretensiones, en las calles porteñas, se atisban retazos de personalidad de sus residentes, o, más bien, de los primeros moradores de esas casas.
"En las tipologías de Buenos Aires, sobre todo en las de los barrios de casas bajas, hay una base de austeridad muy nuestra, de líneas simples y sobrias, una falta de ostentación que en muchos casos se ve alterada por ornamentaciones que reflejan los gustos de sus dueños", observa en diálogo con Infobae el fotógrafo Facundo de Zuviría, autor del libro Frontalismo. Algunas tipologías urbanas (Ediciones Larivière), que retrata 64 frentes de viviendas, tiendas y construcciones varias, con sus rasgos distintivos y diferencias que reflejan la clase media de los barrios porteños.
El fotógrafo reconoce que siempre le pareció interesante pensar en las sorpresas que esconden esas fachadas, que suelen mostrarse al mundo cuando algo de esa intimidad cruza la línea y se instala en un frente, humanizando lo que no sería mucho más que una figura.
El proyecto arrancó en el 2010 durante un largo viaje que de Zuviría realizó por las 23 capitales de provincia en la Argentina, mientras hacía fotos para un libro por encargo. Comenzó a fotografiar algunos frentes urbanos de cada lugar desde una perspectiva frontal, buscando reflejar lo que veía de peculiar en cada uno de ellos, incluyendo algunos detalles muy acotados de su entorno inmediato, los inmuebles linderos. Allí fue armando una colección personal, y a través de ella empezó a ver características comunes y también diferencias, así como estructuras subyacentes que le resultaron interesantes. "Y desde entonces se convirtió en una obsesión que me lleva a la idea -utópica, desde ya- de crear un catálogo de tipologías urbanas", afirma.
Así, comenzó a retratar los frentes porteños durante sus largas caminatas diarias. Es que de Zuviría tiene la costumbre de pasear por sus calles. A pie, claro. Las fachadas aparecen, entonces, como una revelación: "Los descubro bajo una luz que los muestra, y muchas veces son absolutamente anodinos, casi sin interés ni detalles muy peculiares. En estos frentes simples y comunes encuentro esas modestas diferencias de las que hablaba Borges en El Sur, rasgos que pasan casi desapercibidos y que muestran una identidad muy argentina".
Siempre le gustaron los barrios del sur. Vivió mucho tiempo en San Telmo, pero hoy, los frentes que más le interesan los encuentra en Caballito. En cada rincón de Buenos Aires aparecen peculiaridades barriales que se ven básicamente en formas ornamentales, "en el uso de cerámicos u otros elementos, más allá de pensar en las casas de chapa en La Boca o los frentes semi industriales de Barracas".
"No sé si el barrio transmite su historia a través de las fachadas, pero tengo claro que cada barrio tiene su propia historia y si queremos verla nos podemos enterar de los porqués de muchas cosas. Esas historias me comenzaron a interesar en particular en una época en la que trabajaba en el Programa Cultural en Barrios. Entre 1984 y 1989 participé de un proyecto que se llamaba Historia Viva del Barrio, que atendía los relatos de personas mayores que habían sido pioneros en cada uno de ellos, y ese programa influyó para siempre en mi relación con mi ciudad", cuenta.
No fotografía casas lujosas ni tampoco la pobreza. A de Zuviría le interesan esas casas muy de clase media urbana que no fueron proyectadas por arquitectos, sino que responden a criterios constructivos tradicionales; casas hechas por sus dueños sin la pretensión de mostrar un estilo determinado, en las que a veces la ornamentación constituye la única licencia.
El arquitecto y doctor en historia Adrián Gorelik incluso apunta que estas fachadas no sólo carecen de valor arquitectónico, "sino que en muchos casos –si se las analizara desde ese punto de vista– merecerían integrar alguno de los bestiarios urbanos a los que tan afecta fue la ideología de la arquitectura moderna como ejemplificación ad nauseam de lo que no debe ser la arquitectura: la acumulación insensata de materiales diversos y nada congruentes en los revestimientos –¡la idea misma de revestimiento!–, las proezas de la herrería y los enrejados, decenas y decenas de fachadas vulgares travestidas de modos que ni siquiera permiten identificar la tipología doméstica que albergan", como escribió en su ensayo La textura pública de la ciudad, incluido en el libro.
El fotógrafo documentó estas tipologías urbanas desde un punto de vista frontal, a media altura y perpendicularmente, con la intención de lograr la máxima objetividad en la representación. "Me gustó una frase del pintor Mark Rothko que leí alguna vez", recuerda. "Una frase que calzaba exactamente con lo que siempre hice en mis fotos urbanas: 'Las formas planas revelan la verdad y destruyen la ilusión'".
Pero claro, las imágenes no son objetivas: "Responden a mi gusto", coincide. "Yo elijo los frentes que por algún motivo me atraen, y esos motivos son varios y diferentes en cada caso, pero elijo la frontalidad porque al eliminar la perspectiva y la fuga puedo representar todos los elementos en un grado de equivalencia formal y encontrar un ritmo y una geometría que le dan sentido a la imagen".
"A eso me refiero cuando digo que la toma frontal es un criterio de objetividad, al hecho de que las tomas con puntos de fuga hacen que uno asigne mayor importancia a un elemento en primer plano sobre aquellos más distantes, o viceversa, y eso sería una modificación mayor en la representación de un objeto -una fachada- que muestro de forma aislada y prácticamente autónoma", agrega.
Les dedica especial atención a las ochavas, a ese recurso urbanístico que él describe como "una verdadera peculiaridad urbana". Según de Zuviría, las ochavas son una tipología muy particular, una anomalía reglamentada que sirve para dar visibilidad y mayor seguridad al tránsito automotor, y su resolución permite resultados diversos: en los edificios, este recorte se practica solo en la planta baja, mientras que la construcción superior sigue el ángulo del terreno, y esto lleva a resultados muy diversos, mucho más peculiares que en las fachadas del interior de cada cuadra: algunas son absolutamente mudas, otras tienen ventanitas mínimas, columnas que sostienen el edificio, construcciones muy diversas.
Fachadas, ochavas, frentes cerrados con persianas o enrejados. "Buenos Aires es mi ciudad", resume. Y cómo contradecirlo. Después de todo, Buenos Aires es el tema central en toda su obra. "Aquí encuentro los elementos con los que construyo mi propio relato, pero también vidrieras que muestran los objetos de nuestra cultura y el paisaje urbano como escenario de muchas situaciones e historias. Y tiene una luz propia. Siempre está Buenos Aires en mis fotos, creo que hace mucho que es una parte importante de mi propia identidad. Y supongo que eso se ve en mis fotos".
Fotos: Facundo de Zuviría
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