La vida en relación es un juego constante entre la defensa de la individualidad y la sumisión, donde los seres humanos imponen su punto de vista o ceden ante el otro. Los jóvenes de hoy, sin embargo, responden a las pautas burguesas de estabilidad, al refuerzo narcisista que da la autonomía y por qué no, a una alta cuota de disfrute.
Podría decirse que los millennials buscan un socio que pueda satisfacer todas sus necesidades: alguien del mismo estatus financiero, un socio erótico, un mejor amigo y, algún día, un fuerte padre o madre de familia. Y aunque esta pueda parecer una tarea difícil saben que hay muchos peces en el mar (o en las aplicaciones de citas) que cumplirían con sus estándares.
Se trata de buscar el amor verdadero, pero seguir siendo independientes. Los millennials quieren estar juntos, pero, al mismo tiempo, perseguir sus objetivos profesionales individuales, mantener viejas y nuevas amistades y seguir disfrutando de sus pasatiempos. Para ellos alcanzarán el éxito como pareja solo después de haber alcanzado su éxito individual.
"En ellos el deseo no está influido por la presión social, por el contrario, valoran y defienden el deseo sexual personal. Los modos de amar dan prioridad a la comunicación virtual, así como a compartir gustos o afinidades por ciertos temas", indicó en diálogo con Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Para Ghedin, es posible que en estos últimos tiempos los millennials afronten las responsabilidades con un saber más congruente con lo que quieren. "Muchos de ellos saben que, pasado el tiempo, tendrán que asumir responsabilidades adultas para mantenerse a tono con un sistema de relaciones y de valoración social. Sin embargo, la idea de responsabilidad ha cambiado para dar lugar al deseo personal: '¿Realmente quiero hacer esto?'", aseguró.
En el plano sexual es donde más se ve su mirada personal sobre las relaciones y el amor. Para el experto, los jóvenes del mundo de hoy están más dispuestos a los contactos diversos, se dejan llevar por el deseo, las ganas y la inquietud por saber qué pasa con sus capacidades para seducir y visibilizar sus cuerpos.
A menudo, las parejas de jóvenes han naturalizado como "norma" la defensa de los tiempos de cada uno, por lo tanto no existen reclamos; si el otro estudia, trabaja, hace deportes o se reúne con amigos, no son motivo de conflictos. Se busca que la unión de pareja no absorba la vida personal.
A pesar de algunos condicionantes que aún persisten, la vivencia de la sexualidad en los jóvenes es diferente: no están condicionados por tener el deseo sexual alto, ni quieren sentir que tienen que rendir; están más abiertos al juego y no viven los "fracasos" sexuales como un problema que los condiciona para ulteriores encuentros.
Según aseveró la doctora Mirta Goldstein, psicoanalista y vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, "somos contemporáneos de nuevas formas de relacionarse aunque algunas no son tan nuevas como parecen". Los más jóvenes se piensan a sí mismos como más libres. Algunos suponen que congelar al otro, por ejemplo, dejándolo plantado en una esquina o no contestando a las llamadas, es una forma de libertad personal y de liberarse del otro.
"A su vez, -explicó Goldstein– no pueden enfrentar con palabras al otro, o a su tristeza por la separación, o no conciben en sí mismos un proceso de duelo. Hoy la despedida, con la emoción que conlleva, parece sin importancia y, sin embargo, poder hacerlo asumiendo los propios sentimientos y los del otro, permite una mejor separación y no seguir cargando con ese objeto en el interior".
Pero para Diego Luparello, psicoanalista y expresidente del Claustro de analistas en formación de la APA, el amor es un escenario privilegiado para intentar entender al sujeto humano y la interacción con sus pares. Y cuando hablamos de los jóvenes corremos el riesgo de tomar por nuevo algunas condiciones que solo tienen el carácter de moda y no necesariamente cambian de fondo los modos de encuentro de un sujeto con el otro, con el semejante.
"El deseo de reconocimiento, el afán de conquista, el narcisismo en juego, siguen siendo los resortes más íntimos a la hora de una cita amorosa. Quizás podemos ubicar como novedosos algunos otros factores: la sexualidad, ya que suele haber una articulación más directa y honesta con el deseo sexual; y la jerarquizacion del lugar de lo femenino a la hora de amar, este es otro factor novedoso que tiene efectos interesantes en la articulación de nuevos vínculos", aseguró en cambio Luparello.
Los jóvenes de la actualidad plantean una libertad absoluta, una sexualidad intensa y abierta, y creen que es posible la exploración sexual en todas sus sentidos. Según sostuvo en diálogo con Infobae Andrés Sánchez Bodas, psicólogo y fundador de la carrera de counseling en Argentina, para ellos el disfrute está por encima de todo lo demás y no defienden los compromisos. "A menudo porque muchos de ellos son hijos de padres separados, ven a la relación duradera como todo lo que no quieren ser. Sin embargo, este modo tan 'libre' de vincularse, en el fondo muestra signos de que existe una fantasía de un amor estable", aseguró el experto.
¿Sufren menos por amor?
Lejos de sufrir menos por amor, los jóvenes de generaciones actuales tienen la posibilidad de elegir a la persona que desean amar y por ende de poner expectativas sobre esta persona. "Hace no mucho tiempo las relaciones eran más económicas que amorosas. Las nuevas maneras de amar hacen viables nuevas formas de decepcionarse", indicó en diálogo con Infobae Gabriela Rougier, psicóloga y experta en parejas.
"No considero que los jóvenes sufran menos por amor. Creo que cada uno pasa por una experiencia singular a la hora de amar, ser amado o no serlo. Quizás los jóvenes expresen en otros términos lo que el amor los hace sufrir, pero no considero que haya una diferencia sustancial con el lugar que el amor ha tenido y tiene para el sujeto humano", concluyó Luparello.
El nuevo glosario de estilos de conquista
La influencia de las redes sociales y la hiperconectividad apuran procesos que requieren sus tiempos. Los jóvenes usan la virtualidad para hacer realidad sus impulsos sexuales. Los adultos también lo hacen, pero en los adolescentes o en los apenas adultos, los contactos son más eróticos que amorosos.
El el último tiempo el glosario de estilos de conquista se convirtió en una lista interminable de palabras que validan el comportamiento de sus protagonistas.
Como si el ghosting -o el "efecto fantasma"– no fuera suficiente, se le agregan al listado de nuevas tendencias de citas igualmente frustrantes nuevas modalidades de las que preocuparse. Si bien algunas pueden parecer inocentes, pueden ser tan crueles como quien desaparece en medio de una conversación. En su esencia, los protagonistas de la mayoría de las tendencias a relacionarse sufren el mismo problema: simplemente no son buenos para despedirse.
Ghosting: cortar la relación sin mediar explicaciones
El ghosting se utiliza principalmente como un botón de salida de emergencia en las relaciones que no están destinadas a ser
El ghosting se utiliza principalmente como un botón de salida de emergencia en las relaciones que no están destinadas a ser
Las parejas en crisis pueden terminar de diferentes formas: acuerdos, desacuerdos, reclamos, desconocimiento del otro o inseguridades. Quizá la más incomprensible por lo súbito de la conducta es abandonar al otro sin mediar explicación alguna. Esta manera de concluir un vínculo recibe el nombre de ghosting o "fantasmeo".
Así, un conflicto que generalmente lleva tiempo en ser hablado, tratado, con múltiples alternativas de resolución se convierte en un pasaje al acto, que deja al otro preguntándose qué pasó. Porque aunque uno tenga sus razones para irse la forma resulta incomprensible.
Sin embargo, según advierte el experto, el comportamiento de huida no es una novedad. La historia del que "fue a comprar y nunca más volvió" ha quedado impresa en el imaginario popular. Tanto hombres como mujeres han usado esta manera de esfumarse para escapar de situaciones imposibles de remontar; a veces mediando un tercero, otras por violencia en el seno familiar, otras con la ilusión de una mejor vida.
Curving: mensajes esporádicos y esquivos
Descrito como "rechazo con una sonrisa", curvar es una forma de decepcionar a alguien sin decirle explícitamente que ya no estás interesado. Los protagonistas de las relaciones "fantasmas" aparentemente desaparecen de la faz de la tierra después de establecer algún tipo de contacto con el otro. Los "curvers", por su parte, envían un mensaje de texto suficiente para convencer a la otra persona de que existe la posibilidad de un encuentro, cuando en realidad éste nunca sucederá.
"La angustia de separación le ocurre al ser humano todo el tiempo y la elaboración de los duelos, es decir separaciones, es algo permanente. Sin embargo despedirnos temporaria o definitivamente la incrementa. Somos sujetos sociales pero aislarnos del otro es una defensa contra la angustia", aseveró Goldstein.
Bombardeo de "vistos"
Esta nueva modalidad no necesariamente significa que nunca volverás a tener noticias de ellos, pero ignorarán los textos que no consideren lo suficientemente interesantes, sea lo que sea lo que signifiquen para vos.
No hace falta decir que alguien que hace esto no solo es grosero, también es profundamente arrogante, poniendo su tiempo por encima del tuyo pensando que tu mensaje no justifica una respuesta. Cuando se les llama, estas personas inevitablemente también recurrirán a problemas con sus celulares o en el trabajo.
"Es lícito que cada uno siga su camino y si debe distanciarse de alguien también que pueda hacerlo. El problema es si lo hace cruelmente, si lo hace con consideración al otro o si lo hace violentamente. Cada quien decide como aproximarse y alejarse de sus parejas y amigos. Hoy las relaciones parecen frías o distantes pero guardan silenciosamente un montón de afectos y emociones", concluyó la especialista.
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