La cita era el jueves 7 de febrero a las 18 horas, pero antes de que se cumpliera el horario pactado, la fila para ingresar a la Residencia Británica daba la vuelta a la extensa manzana que ocupa en el barrio de Recoleta. Alrededor de 1.000 fanáticos se dispusieron a disfrutar una tarde única para celebrar la Harry Potter Book Night, una iniciativa mundial de Bloomsbury que busca promover el placer por la lectura. En Argentina, junto con FanCon y la Embajada Británica, se invitó a que chicos y jóvenes puedan expresar su amor por la saga de J.K .Rowling disfrazándose y divirtiéndose con una serie de actividades increíbles.
El tema principal de esta cuarta edición fue Hogwarts. Y aunque los fanáticos ingresaron por la entrada principal de la embajada, muchos sintieron que se transportaban al mundo mágico luego de tomarse el tren en la plataforma 9¾ de King's Cross Station para llegar a la famosa Escuela de Magia y Hechicería.
Los imponentes jardines de la embajada fueron el escenario perfecto para que los fanáticos de la saga pudieran sentirse parte del universo mágico de Harry Potter que hoy, más de 20 años después de la publicación del primer libro, sigue vigente en todo el mundo.
"El objetivo de la acción global es estimular a los chicos a leer. Para nosotros también es para que la gente pueda conocer un poco la literatura británica. Harry Potter es un excelente ejemplo, y también es un placer abrir las puertas de la embajada, ya que este jardín es muy especial, tiene algo de magia", dijo a Infobae el embajador británico en Argentina, Mark Kent.
Con los jardines colmados de fanáticos que se prepararon con emoción para este evento, la Harry Potter Book Night organizó todo tipo de juegos de realidad virtual, ofreció la oportunidad de jugar quidditch (el deporte de los magos que se juega sobre escobas) y de llevarse un recuerdo inolvidable con fotografías en un entorno que recordaba al castillo de Hogwarts. Y como todos los años, el evento contó con debates sobre la saga de Rowling, así como trivias y el clásico concurso de disfraces.
Con miradas cómplices y risas, los fans se saludaban como si fueran viejos conocidos -"yo te vi en la convención pasada", repetían-, y otros hacían cola para sacarse fotos con sus personajes favoritos. Quién hubiera dicho que aún hoy la historia del niño mago seguiría estimulando la lectura en el mundo y uniendo y formando una comunidad que se reúne a debatir, a pensar, a creer en un universo fantástico y diverso.
Pasadas las 19 se comenzó a armar una ronda frente a las escaleras principales del jardín británico. Bajo la luz del atardecer, se anunció el tan esperado concurso de trivia. Con preguntas y respuestas, los fanáticos respondieron acerca del color del vestido que usó Hermione en la fiesta de Navidad o sobre el trabajo de Arthur Wesley. Nervios, risas y frenesí en una complicidad grupal.
Al otro lado del extenso jardín se empiezan a formar equipos para jugar al quidditch, para poder soñar, por lo menos por un rato, ser un buscador como Harry o guardián como llegó a ser Ron. Cumulus Nimbus Quidditch es el equipo oficial en Argentina que practica el deporte y que todos los años asiste al evento para promover la actividad.
"Los argentinos son muy fanáticos", confesó el embajador mientras le pedían fotografías e incluso que se coloque el sombrero seleccionador. Más tarde, cor un micrófono convocaron a los que se habían anotado al concurso de disfraces. Adultos, adolescentes y niños participaron del cosplay. Pequeños vestidos de Harry Potter, niñas de Hermione, familias enteras simulando ser los Weasley, un grupo de amigos que eligieron ser dementores, entre otros, posaron frente al embajador, quien anunció a los cinco ganadores de la jornada.
Así, entre risas y lamentos porque la jornada llegaba a su fin, culminó la cuarta jornada del evento mágico, y no dejó duda, una vez más, que la "Pottermanía" es hoy un movimiento, un símbolo de unión que no diferencia frontera, de niños y adultos que aún espera su carta para viajar a Hogwarts. Al menos así, por una jornada, el sueño se convierte en realidad.
Fotos: Nicolás Aboaf
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