Ocultamientos y mentiras por seguridad y autonomía: ¿qué es la infidelidad financiera?

Ser fiel con el dinero es mantener claridad en la administración del mismo y como todo acuerdo está basado en el compromiso afectivo, ético y moral de cada pareja. Los tipos de infidelidades monetarias, sus consecuencias y las claves para enfrentarlas

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Tanto la desigualdad como la paridad en el manejo del dinero lleva en muchos casos a ocultar gastos o a mentir para no generar problemas
Tanto la desigualdad como la paridad en el manejo del dinero lleva en muchos casos a ocultar gastos o a mentir para no generar problemas

El manejo del dinero dentro del vínculo de pareja es uno de los temas que se debe enfrentar llegada la etapa de convivencia. Hacer un “pozo” común, distribuir los gastos, aportar y dejar que el otro se encargue de administrar, ahorrar lo que sobra y disponerlo en forma individual a gusto y piacere de cada uno, son algunas de las opciones más frecuentes. No obstante, no todo se dice, no todo se “blanquea”, dando lugar a ocultamientos y mentiras.

“Que ‘todo sea límpido y cristalino’ puede parecer demasiado romántico y pretencioso, pero no es imposible. Las personas que conforman un vínculo de pareja y acuerdan fidelidad en todos los órdenes y por sobre todas las cosas, anhelan que la comunicación sea abierta y franca para dirimir cualquier cuestión que pudiera presentarse. Cuando esto sucede la capacidad para solucionar los problemas está en la conciencia de cada uno. Por lo tanto, el manejo del dinero en el seno de una pareja debería ser el resultado de un acuerdo basado en la comunicación sincera”, aseguró en diálogo con Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

De acuerdo con una nueva encuesta que realizó la compañía estadounidense de tarjetas de crédito CreditCards.com casi 30 millones de ciudadanos del país americano (o uno de cada cinco), ocultan una cuenta, cheques, ahorros o tarjetas de crédito de su cónyuge o pareja. Los resultados arrojados por la investigación también demostraron que alrededor de 5 millones de personas, o el 3%, solían cometer infidelidad financiera, pero ya no lo hacen.

Más del 80% de los encuestados aseguró que se molestarían al descubrirlo pero que no terminarían con la relación. De todos los encuestados, los millennials eran más propensos que otros grupos de edad a ocultar información financiera de su pareja. Mientras que el 15% de las generaciones anteriores ocultaba cuentas de sus compañeros, el 28% de los millennials eran financieramente deshonestos.

La representación del dinero en la subjetividad personal y social tiene que ver con la seguridad, la autoafirmación, la autonomía, el poder y la dominación. En la sociedad de consumo en la que vivimos poseerlo, en más o en menos, simboliza estar incluido dentro de un sistema de intercambio de bienes que además repercute en la autoestima y el área emocional. Sin embargo, tener algunos billetes en los bolsillos o en la caja de ahorro no es garantía de placer o disfrute.

 En todos los vínculos hay una lucha de poder y la relación de pareja no está exenta de esto (Getty Images)
En todos los vínculos hay una lucha de poder y la relación de pareja no está exenta de esto (Getty Images)

Sin embargo, para la psicoanalista Fiorella Litvinoff, el hecho de estar en pareja no obliga a los sujetos a compartir todo con su partenaire. "Cada quien tiene derecho a conservar su intimidad y a mantener secretos. Por lo general, las parejas suelen acordar explícita o implícitamente estas cosas, a modo de pacto. Quizás en estos tiempos donde todo se muestra, el hecho de conservar cierta intimidad sea algo positivo”, explicó.

Podría pensarse que cuando se ocultan cuestiones de dinero en una pareja, también se están ocultando otras cosas; así como no se entrega información acerca de los bienes materiales también puede existir una falta de entrega amorosa. En todos los vínculos hay una lucha de poder y la relación de pareja no está exenta de esto.

“Podría incluirse dentro de las llamadas infidelidades porque existe un ocultamiento y mentira, se trata de una estafa moral. Entre algunos de los factores que llevan a las parejas a ocultar información de este tipo se encuentran: evitar discusiones o conflictos respecto a los gastos o ingresos y mantener la privacidad o independencia”, indicó a Infobae Santiago Gómez, psicólogo del Centro de Psicología Cognitiva.

Las etapas del acuerdo

Más de la mitad (55%) de los encuestados sostienen que la infidelidad financiera es tan mala como la física
Más de la mitad (55%) de los encuestados sostienen que la infidelidad financiera es tan mala como la física

Para Ghedin, no es lo mismo el valor de intercambio de dinero durante el noviazgo que durante la convivencia. Sin embargo, los problemas suelen comenzar cuando las parejas organizan previamente lo que será la vida en común: búsqueda de un lugar para vivir, fiesta de casamiento, compra de electrodomésticos, etc.

Durante el noviazgo pueden empezar a aparecer algunos rasgos de comportamiento que oscilan entre la prodigalidad y la avaricia. A veces el bolsillo del hombre no tiene reparos para salir con amigos o para solventar la deuda de algún familiar en apuros y en cambio sí los tiene para salir con la novia o ahorrar para el casamiento. La mujer que quiere convivir con su pareja insistirá con más ahínco en guardar dinero y promoverá acciones para que se concrete la unión.

A la hora de ahorrar los hombres destacarán el esfuerzo productivo, lo que determina que cada peso que se guarde lleve la impronta de “me lo gané con el sudor de mi frente”. Las mujeres trabajadoras valoran el “sacrificio” que conlleva el trabajo, pero también gozan de más capacidad para deleitarse. Los hombres con rasgos obsesivos son tercos, obstinados, esquemáticos, avaros y no saben disfrutar del ocio o de la recreación; se enojan cuando sus mujeres gastan en “estupideces” o planean salidas para salir de la monotonía.

Las mujeres con rasgos narcisistas suelen ocultar los gastos que conlleva pertenecer a cierto estatus social, excepto que sus parejas saquen partido de la apariencia. En fin, los rasgos de personalidad influyen también en la distribución del dinero, sobre todo cuando este es sinónimo de poder, seguridad o sacrificio.

Durante la convivencia cada pareja debe encontrar cuál es la mejor forma para administrar el dinero. Todo depende de la libertad para comunicar los acuerdos y desacuerdos, en el instante y el tiempo justo. Guardarse comentarios o malestares sólo provoca conflictos, agravados por lo que no se dijo en su momento. Las conductas de dominación y sumisión generan vínculos asimétricos, basados en la desigualdad, sobre todo cuando uno ejerce el poder con el dinero.

“Desligar el monto de dinero del significado que adquiere en la sociedad de consumo es una tarea a realizar. El dinero es un objeto que debe ayudar al bien común. Los factores que incrementan la estima no deberían provenir de él, sino valores profundos como la solidaridad, la empatía, la educación, la libertad, el disfrute de la vida y la capacidad para ser mejores personas”, añadió Ghedin.

Las infidelidades monetarias:

En los vínculos laboralmente asimétricos (uno trabaja, el otro se queda en la casa) es frecuente que quien dispone del dinero lo ceda en cuentagotas, día por día
En los vínculos laboralmente asimétricos (uno trabaja, el otro se queda en la casa) es frecuente que quien dispone del dinero lo ceda en cuentagotas, día por día

Infidelidad monetaria asimétrica

En los vínculos laboralmente asimétricos (uno trabaja, el otro se queda en la casa) es frecuente que quien dispone del dinero lo ceda en cuentagotas, día por día. La desigualdad en la distribución de los roles, sobre todo cuando uno “domina” con el poder de los billetes, lleva a que el otro, se “someta” a las determinaciones del primero, cuando en realidad aparecen algunas transgresiones. El que tiene el dinero pone las reglas y el otro las cumple en parte.

“En estos casos el ocultamiento o la mentira aparecen como opciones salvadoras: guardar una parte de la cuota diaria para un gusto personal, ayudar a los hijos, hacer terapia, prestar plata a un familiar o a un amigo, o bien, ir ahorrando para una indecisa y futura separación, pueden ser algunas de las alternativas”, aseguró el experto.

Infidelidad monetaria simétrica

La simetría laboral plantea sus particularidades. Si los dos trabajan, ambos tienen derechos y obligaciones en el manejo de las ganancias. Muchas parejas acuerdan poner los ingresos en un “pozo común” del cual surge el dinero para los gastos mensuales y el resto, es decir, lo que sobra, se ahorra, se emplea en gastos de excepción o se destina a lo que cada uno quiere. Cuando uno gana más que el otro se puede llegar a un acuerdo distributivo: el que más gana asume los consumos más abultados.

“Sin embargo, -advirtió Ghedin- no siempre se dice todo lo que se gasta: a veces por temor a evitar reproches, por culpa, vergüenza, o simplemente porque ‘no tengo por qué dar explicaciones, es mi plata’ o ‘yo me la gané y la gasto en lo que quiero’”.

Consecuencias y patologías

La infidelidad no es gratuita. Si tanto la desigualdad como la paridad en el manejo del dinero lleva en muchos casos a ocultar gastos o a mentir para no generar problemas, existen otras situaciones especiales en los que la mentira encubre deslealtades vinculares, no sólo monetarias. La “doble vida” no es gratuita, exige atención, cubrir las demandas afectivas y económicas, originalidad para inventar excusas y una cuota enorme de alerta para no despertar sospechas. El cuidado insta a hacer gastos en efectivo por temor a que sean descubiertos en los resúmenes de tarjeta, a reducir los aportes al vínculo “legal” (a menos que se tenga mucho dinero), o a endeudarse con créditos o con los amigos compinches.

La infidelidad monetaria patológica

“Los egresos de dinero ‘no blanqueado’ pueden ser inducidos por cuadros psiquiátricos: juego patológico o ludopatía, trastorno bipolar en ciclo maníaco, uso de drogas, compulsión por las compras o adicciones sexuales. En estos casos, la persona, tanto hombre o mujer, miente, esconde, o no se da cuenta de los descalabros económicos que provoca. Cada uno de estos cuadros clínicos tiene sus particularidades, pero todos cursan con impulsos que llevan a la persona afectada a gastar más de la cuenta o a hipotecar sus bienes”, concluyó el especialista.

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