El mundo de la moda, el país y el feminismo según Valeria Mazza: "No me gusta cuando la mujer pierde su feminidad"

La supermodelo argentina recibió a Infobae en su chacra de Punta del Este, acompañada por su hija Taína. En una entrevista íntima, repasó su carrera, recordó las veces que tuvo que decir que no, reflexionó el mundo de la moda, el país y el movimiento feminista. "No tenemos que pelear por la igualdad, sino por la equidad. No somos iguales a los hombres ni lo vamos a ser", aseguró

Valeria Mazza, en su chacra en Punta del Este, donde pasa sus vacaciones rodeada de su familia

En el inmenso living de su casa se distribuyen 27 portaretratos: en las fotos están ella y su familia. Se distinguen revistas nacionales e internacionales dispersas en prolijos estantes. Se escuchan a las ocho amigas de Taína, su hija mayor, jugando al pool, al ajedrez gigante o con los perros caniches llamados Sol y Luna. La entrevista se detuvo cuando aparecieron para desayunar la madre, la hermana y el cuñado, cuando intercedieron para preguntarles a las visitas si querían algo para tomar, incluso cuando su hija le mostró la razón de por qué una de sus amigas andaba rengueando.

La charla parecía girar sobre el mismo eje. El contexto y los enunciados eran coherentes. Había un concepto que incidía sobre cada pregunta, sobre cada temática. Como si hubiese un núcleo abstracto que pudiera explicar el origen de cada una de sus apreciaciones. Aunque no lo puntualice, siempre terminaba hablando de la familia. Porque antes de ser la supermodelo argentina, Valeria Mazza es mamá. Y como tal debía llevar esa tarde a las amigas de su hija a un cumpleaños. En un momento, una de las niñas interrumpió: le contó con timidez que no sabía si quería ir. "No hay problema, si no querés ir no vayas. Va a ser de cinco a ocho, a esa hora vamos a volver para acá. Pero hacé como quieras", le explicó mientras el fotógrafo calibraba el foco con tono de madre conciliadora.

"Nunca soñé con lograr tal cosa, tener tal cosa, llegar a ser tal cosa: mi único sueño era tener una familia. No tengo grandes anhelos en la vida. Lo que quiero es tener salud para poder disfrutar de mi familia", dijo.

Tampoco le quedan sueños por cumplir porque nunca los tuvo: precisó que en la foto ideal de su vida -la foto que le falta en su book- está ella, con Alejandro Gravier de la mano, caminando con sus hijos y sus nietos por la playa o la montaña.

La modelo argentina cumplirá en mayo 21 años de casada con Alejandro Gravier, con quien tuvo cuatro hijos: Balthazar, Benicio, Tiziano y Taína

Esa idealización de la familia como usina donde se condensa todo permanecerá presente en la atmósfera esperando el momento de su intervención. Convocó a la idea de familia para hacer una escenografía de sus momentos más felices, la abordó al narrar las peripecias de su carrera, la utilizó como argumento medular en su análisis sociocultural del país, la sobrevoló cuando reflexionó sobre el mundo de la moda y la empleó para pensar el feminismo. Una Valeria Mazza íntima en su lugar, la chacra que tiene en Punta del Este, en su espacio de reflexión y con su gente.

"Valeria Mazza es modelo, es mamá, pero no me considero una empresaria ahora que estoy más abocada al desarrollo del producto. El título de modelo no me lo voy a sacar nunca, y estoy muy orgullosa de eso. La gente me recuerda así, pero hace rato que salí de esa vorágine", definió y advirtió que esa vorágine forma parte de una historia terminada: "Tengo otra vida, otra edad, otra realidad, otra paciencia, otra capacidad física. Pero conservo recuerdos maravillosos de esos años".

“En una época te enseñaban que la mujer cose, borda, teje y el hombre trabaja. Y a mí me educaron así: yo soy de las que sé cocinar, tejer y bordar”

Sintió, en ese momento de la entrevista, emprender un repaso cronológico por su carrera. Como si fuese un ejercicio personal, una introspección de sus años dorados. Una trayectoria y biografía sintética de Valeria Mazza por Valeria Mazza: "Nací en Rosario, me fui a vivir a Paraná, a los 17 años terminé el colegio. Nosotras -la mira a su hermana Carolina- crecimos sabiendo que nos íbamos a ir de Paraná y que Rosario era el destino porque teníamos ahí al resto de la familia. Pero a último momento me sale el trabajo de modelo desde Buenos Aires. Ya había ido algunas veces porque (Roberto) Giordano me había visto y me había invitado. Vi que era una oportunidad laboral efectiva. Pero yo quería ser maestra, trabajar con chicos con discapacidad, de hecho ya había tenido una experiencia como voluntaria en olimpíadas especiales. Esa era mi verdadera vocación. Me gustaba mucho psicología pero como tenía la posibilidad de trabajar de modelo, se me iba a hacer muy difícil hacer una carrera de seis años. Encontré, entonces, terapia ocupacional. Cuando me fui a vivir a Buenos Aires empecé a estudiar eso. Cursé todo el año y a su vez daba mis primeros pasos en la moda. En las vacaciones, enero-febrero-marzo, acepté ir a Italia a trabajar. Para mí era lo mismo estar en Buenos Aires que en Italia, no conocía a nadie".

Nunca había salido del país. Era joven y audaz. Cumplió 19 años en Venecia, ya de novia con Alejandro Gravier. Hizo un casting tras otro y a los tres meses volvió a Buenos Aires. Mientras cursaba segundo año de terapia ocupacional, seguía trabajando: "Hice la primera tapa de Para Ti, la primera campaña de Caro Cuore. Al año siguiente, en la época de vacaciones, me fui a Japón: nuevo destino, nuevos horizontes. Estuve dos meses en Tokio y de ahí me fui directo a New York pero a la semana me volví. Arranqué el tercer año de la carrera, con muchas faltas porque ya trabajaba cada vez más. Terminé y me fui a New York: hice Vogue, Elle, una campaña de Limited. Y ahí me quedé, no volví más".

En Japón valía seis dólares el minuto de teléfono. No me lo olvido más: las llamadas eran ‘Hola, ¿cómo están, todos bien? Bueno chau, me tengo que ir’

Era 1994. Hacer la campaña de Guess fue bisagra en su carrera. Valeria Mazza se había vuelto una marca en sí misma. "Me daba vértigo, pero la adrenalina es lo mío. No me subo a una montaña rusa, pero a mí la adrenalina me la genera la incertidumbre, el saber que solo depende de mí, ponerme en una situación límite y ver de qué manera me desenvuelvo. Creo que tiene que ver con mis años de nadadora donde sabés que te enfrentás a vos misma: tu desafío es superarte".

En la imagen se distinguen de fondo sus viñedos. En su casa, lo que se repiten son las fotos de su familia y la insignia de Finca Valeria, su marca de vinos

Hizo base en New York y dos veces al año viajaba a la semana de la moda en París y en Milán: la rueda de castings, desfiles, campañas y revistas. En enero y en julio volaba a la capital francesa para las temporadas de alta costura. Era una exponente de la identidad argentina, una suerte de patrimonio. En sus vacaciones, siempre volvía al país. Argentina -léase su familia- seguía siendo su lugar en el mundo.

"Pensá que me fui en el '93 y volví a vivir en Argentina en 2005. Pero siempre venía a ver a mi familia y aprovechaba también para trabajar. Porque en el fondo sabía que en algún momento iba a volver a instalarme. Sabía que si hacía algo, lo iba a hacer en mi país. En esa época, todos los famosos y celebrities tenían su casa en Montecarlo. Y nosotros nos habíamos hecho muy amigo del Príncipe Alberto. Pero nunca me interesó vivir ahí. Me preocupaba más volver quince años después y que no me conocieran en mi tierra. Quería construir mi carrera también en mi país. Por eso cada vez que venía hacía una tapa en Para Ti, iba al programa de Susana, iba a lo de Marcelo Tinelli. Porque la gente fue creciendo conmigo y compartiendo lo que me pasaba. Y me empecé a dar cuenta que mucha gente joven me escuchaba y me seguía".

“Cuando se habla de bajar la edad de imputabilidad, no se habla de quién se ocupó de ese chico cuando estuvo llorando por sueño, por dolor, por hambre”

"Vivía a un metro del piso, no paraba nunca", resumió. El frenesí de sus años de supermodelo lo regulaba en familia. "Ellos me relajaban, eran mi conciencia, mi cable a tierra. Porque estaba el cliente que te manda el avión privado o el helicóptero, las cenas con personalidades, la gente famosa, el Papa, el Príncipe. Yo trataba de darle a cada cosa el lugar que tenía. No cambiás ni dejás de ser quien sos por la mesa en la que te sentás. Lo disfruté, me divertí mucho, pero nunca cambió mi vocación ni la necesidad de estar con los míos".

El mundo de la moda es su mundo. Su visión es integral y su experiencia es voz autorizada para razonar sobre las discusiones éticas del modelaje. Ella definió que cada uno dignifica su profesión de acuerdo a las maniobras y decisiones que adopta.

“El modelaje es parte de mi vida.  El título de modelo no me lo voy a sacar nunca, y estoy muy orgullosa de eso. La gente me recuerda así”

"Las construcciones más fuertes se hacen diciendo que no. Es más difícil decir que no que decir que sí. Y yo le dije que no a varias cosas: hacer desnudos y situaciones íntimas con hombres. A Playboy le dije que no, cuando Cindy (Crawford), Claudia (Schiffer) y Naomi (Campbell) sí lo hicieron. En los noventa, la moda estaba de moda, las modelos estábamos de moda. Todas hicieron Playboy menos yo. Ni loca. No, ni loca no, porque te tengo que reconocer que lo analicé: me junté con la productora, con la gente de la revista, con el fotógrafo. Era tan tentadora la propuesta económica. Pero no pude, y decidí seguir adelante. Haciendo fotos con un hombre, discutí horas porque no quería darme un beso con él. Hoy parece una estupidez: pero no podía atravesar por esa situación, ¡no quería! Otro fotógrafo me pidió que me sacara el corpiño. "No me saco nada", le dije. Eran situaciones incómodas para mí. Fui construyendo mi carrera en base a mi personalidad, aunque también puedan ser limitaciones, lo reconozco. Pero quise ponerle mi impronta a todo lo que hacía: era mi carrera, mi vida. Al final del día sos vos la que tiene que dormir en la almohada".

“El 80% de mis seguidores son mujeres. Siempre he trabajado para ellas. Siempre me vieron como una aliada”

"Las situaciones más difíciles para mí eran los casting. El hecho de sentirte completamente vulnerable y observada por una mesa evaluadora de dos, tres, cuatro, cinco personas que te están mirando de arriba a abajo. 'Ponete de costado, ponete de frente. Bueno, muchas gracias, ya nos comunicaremos con su agencia' y vos pasás de largo. Sos chica, permeable y muy poco segura. Es una situación desagradable. Yo me defendía en ese contexto y pensaba 'esto que ven no es todo lo que yo soy en verdad'".

-Es una escena muy cruel.

-Pero es así. En la moda sos un producto. Trabajás con tu cuerpo, es tu herramienta de trabajo y tenés que ser afín a un interés comercial. Es una sociedad entre tu imagen y la imagen de una empresa. No es más que eso. No hay misterios. No hay que enroscarse mucho. Obviamente que puede ser terriblemente cruel porque tenés que ser flaco. Pero no por eso le hecho la culpa a la moda por la bulimia y la anorexia. Eso sería simplificar estas dos enfermedades terribles. El problema está en otro lado. Si tenés estos problemas, es cierto que no te ayuda la imagen que vende la moda. Pero no vale la pena enfermarse por entrar dentro de un vestido. Tenés que defender tu personalidad, tu estilo. Si tu combo funciona para trabajar, perfecto. Si no funciona mirá para otro lado. No vale la pena hacerse mala sangre por esto.

-¿Qué cambios percibís en la moda?

-Antes era un mundo elitista, exclusivo, para unos pocos. La moda se ha democratizado, se ha popularizado. Yo soy de la era analógica y los paparazzis. Hoy vos te mostrás como querés. Se han roto los paradigmas y los estándares. La modelo ya no es más 90-60-90 o que el cinturón tenga que combinar con el zapato. La moda pasa mucho más por la personalidad. Hay tendencias, pero la moda es cómo adaptás eso a tu cuerpo, a tu imagen, a tu carácter. Y lo celebro, me parece maravilloso. Las mujeres éramos muy castigadoras, nos flagelábamos. Me encanta que ahora las mujeres puedan disfrutar la moda. La moda no tenés que sufrirla porque no entraste en el vestido, porque tal color no te queda bien. Antes se usaba algo y todas, sin importar nada, tenían que ponérselo porque sino no estabas a la moda. Hoy no es así. Hoy pasa mucho que en las pasarelas no hay personas a la que les pondrías el cartel de modelos. Hoy son todas diferentes, cada una con su personalidad.

“De chica siempre soñaba con este momento: en mi casa, siendo mamá y disfrutando de mi familia”

Habla de las mujeres y de los cambios de época. Y resulta impostergable su análisis sobre el feminismo y la lucha por los derechos de las mujeres. Su primera observación es genérica: "De a poco la mujer va ganando terreno. Y me parece buenísimo que eso pase. La mujer ha ido cambiando su rol en esta sociedad de manera positiva. Y creo que todavía quedan muchas batallas por dar". Conserva, en su interpretación, críticas hacia las formas: "Entiendo que cuando querés dar pelea, cuando te querés hacer escuchar para generar un cambio, para romper estructuras, tenés que ser más fuerte y agresivo. Espero que en algún momento se encuentre el equilibrio. A mí no me gusta que, en el marco de esta lucha, la mujer pierda su feminidad. Creo en una mujer independiente, trabajadora, que ocupe el lugar que merece. Pero que no por eso tengas que perder feminidad. Y no por eso la caballerosidad del hombre me tiene que hacer menos mujer".

Relató un episodio que le pasó a su esposo: dejó pasar a una mujer, quien descolocada por la situación le preguntó: "¿Por qué me dejás pasar a mí primero?". "Yo me siento muy halagada cuando un hombre me deja pasar primero o cuando me abre la puerta del auto. A mí eso no me hace menos capaz, menos inteligente, menos importante. Al contrario me enaltece como mujer", expresó Valeria Mazza. "Hay quienes me dijeron que la feminidad no existe. No sé, serán temas filosóficos. Para mí, la feminidad existe, así como existe la masculinidad. Me parece bien la lucha de la mujer por tener los mismos derechos que el hombre, pero no me parece que tengamos que pelear por la igualdad, peleemos por la equidad. No somos iguales ni lo vamos a ser. Basta con mirarnos en un espejo. Yo no quiero ser igual a ningún hombre. Me encanta ser mujer".

“Me divertí mucho, la pasé muy bien durante mi carrera. Pero nunca cambió mi vocación, mi necesidad de estar en familia”

Dijo que la piropearon y que menos mal que alguna vez la hayan piropeado. Contó que le dijeron frases muy lindas y recordó que cuando tenía trece años y medía casi lo mismo que mide ahora le gritaron cosas terribles.

"Te sentís mal porque no sos consciente de lo que generás a esa edad. Los demás te ven de una manera en la que vos no te sentís. Después cuando sos mujer, sos consciente de lo que provocás y sabés cómo manejar tu feminidad para provocar lo que querés provocar y cuándo lo querés provocar. Es parte del juego".

El piropo más lindo de mi vida me lo dijo una actriz italiana que no podía tener hijos: ‘Dios no me dio la posibilidad de tener un hijo, pero de haber podido me hubiera gustado tener una hija como vos’

En su reflexión sobre el feminismo, volvió a ponderar la familia. "El hombre tiene mucho que aprender. No puede invadir el espacio de las mujeres. Pero, ¿qué hemos hecho mal las mujeres para educar de una manera tan machista? Hay que plantearse una sociedad distinta, hay que pensar cómo educamos a nuestros hijos. Es cierto que era lo que se te enseñaba: la mujer cose, teje, borda y el hombre trabaja. A mí me educaron así: yo soy de las que sé coser, tejer y bordar".

Valeria Mazza y su hija Taína, quien en vez de sus hermanos deportistas, apunta hacia el costado de la música y la danza (Fotos Matías Souto)

La familia reincide, en su última apreciación, como catalizador de un tema álgido: la realidad social del país. El concepto es el común divisor de los tópicos: el gen donde todo empieza y termina. "El país en este momento no está bien -opinó-. La realidad actual me duele muchísimo. Me duele ver el nivel de discusión, de confrontación. Más allá de los problemas económicos que son reales, me parece que estamos en el medio de una crisis cultural, de una crisis de valores muy grande. Es muy importante el rol que cumple la familia. Hay que concentrarse en la educación, en fomentar valores, en enseñar el respeto. La familia es la célula de la sociedad". Todo su mundo, en definitiva, giró en relación a eso.

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