Las redes sociales son parte de la vida de casi todos los individuos, especialmente de la población joven de nativos digitales. Su ascenso de popularidad a mediados de la década de 2000 revolucionó la forma en que los seres humanos nos comunicamos y compartimos información, como individuos y como sociedad. Dada la importancia de la salud mental y bienestar dentro del debate actual, quizás nunca antes se había hablado de un cambio más pertinente.
Se han convertido en un espacio en el que se forman y se construyen relaciones, se moldea la autoidentidad, la expresión y el conocimiento sobre el mundo que nos rodea; y esto está intrínsecamente vinculado a la salud mental. La mayor incidencia de uso de las redes sociales se ve entre personas de 16 a 24 años. Estos años son un período crucial para el desarrollo emocional y psicosocial de la persona, y este solo impone la necesidad de una mayor comprensión de su impacto.
Según un reciente estudio publicado por la Royal Society of Public Health, las redes sociales son ahora más adictivas que los cigarrillos y el alcohol. Si bien puede parecer un pequeño vicio en comparación con los anteriores, las redes sociales nos hacen perder el contacto con la realidad y nuestra vida social real. Si bien presentan grandes oportunidades para la innovación, el aprendizaje y la creatividad, la evidencia emergente suscita preocupaciones sobre las posibles implicaciones para la salud mental de los jóvenes.
"La conducta adictiva, la necesidad de evasión, el riesgo de aislamiento, y otras conductas sintomáticas pueden afincarse en el uso de las redes sociales. Pero, ¿es acaso culpa de las redes sociales o simplemente estas constituyen un nuevo u otro escenario en donde se manifiestan conductas patológicas históricas?", sostuvo en diálogo con Infobae Diego Luparello, psicoanalista y expresidente del Claustro de analistas en formación de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
El uso diario o casi diario de Internet ha aumentado rápidamente en la última década. Según los datos arrojados por la investigación, en 2006 solo el 35% de la gente usaba Internet diariamente. Hoy esta cifra alcanza el 82% de las personas. Su uso, sin embargo, es mucho más frecuente entre los jóvenes que en las generaciones mayores.
Para el experto, el escenario de las redes sociales es novedoso, y como tal constituye un desafío establecer referencias para todos aquellos que estamos inmersos en este fenómeno contemporáneo. Al mismo tiempo como toda actividad humana es un escenario en donde se repiten conductas primitivas del sujeto humano.
Los adolescentes y adultos de entre 16 y 24 años constituyen el grupo de los usuarios de redes sociales más activos, con un 91% que utiliza Internet para actividades sociales, en comparación con el 51% de las personas de 55 a 64 años y solo el 23% de las personas mayores de 65 años.
"En este sentido,-continuó- considero importante poder observar las diferencias que existen entre los inmigrantes y los nativos digitales. La observación de las pautas de uso y abusos de ambos grupos nos permitirán ir entendiendo cuáles son los efectos propios de las redes sociales y cuáles no son más que la repetición de pautas de conducta preexistentes".
Las plataformas de redes sociales en función de su impacto neto en la salud y el bienestar de los jóvenes
A principios de 2017, la RSPH realizó una encuesta a 1,479 usuarios de 14 a 24 años de edad, preguntándoles sobre cinco de las plataformas de redes sociales más populares: Facebook, Instagram, Snapchat, Twitter y Youtube. El objetivo de la encuesta fue descubrir de qué manera estas plataformas afectaban su salud y bienestar (tanto positiva como negativamente) y hacer comparaciones entre ellas.
El síndrome de comparación está muy extendido en las redes sociales. Instagram, una de las plataformas de redes sociales más populares, demostró tener el impacto más negativo en la salud mental de sus usuarios. Mientras que YouTube, la segunda plataforma de redes sociales más popular en el Reino Unido, se consideró como la de impacto más positivo.
Ambas formas de medios sociales son plataformas visuales, pero a diferencia de YouTube, que crea un diálogo entre su creador y usuario, incluso si es unilateral, a través de la transmisión de video, Instagram ha sido predominantemente un diálogo en 2D con poco o ningún contexto. Solo recientemente, Instagram ha ofrecido una alternativa a solo compartir fotos con historias de Instagram. Antes de que las historias de aplicación se dieran a conocer en agosto de 2017, era puramente, posiblemente, una plataforma de vanidad.
Sin un diálogo entre usuarios, excluyendo la sección de comentarios, a menudo hay poco contexto para una imagen. Entonces, en algunos aspectos, mientras se comparte en una plataforma de redes sociales, el uso de Instagram es en realidad antisocial.
Instagram permite a sus usuarios mirar las vidas de otros y posiblemente relacionarse con ellos y con su marca personal. Pero también contrarrestan la necesidad de compañía y de vivir en comunidades, ya que el acto de usar Instagram es predominantemente una actividad en solitario.
"¿Qué es lo que resulta tan atractivo de ellas a tal punto de que a algunos las encuentren adictivas? Se trata de un espacio de reconocimiento de valoración social permanente, donde los seres humanos estamos expuestos a que el otro nos reconozca y nos valore, o al menos esa es la expectativa", explicó a Infobae Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista y exsecretario científico del Claustro de APA.
En última instancia, o te estás comparando con otros, lo que potencialmente aumenta la ansiedad y otros problemas de salud mental que limitarán las habilidades sociales, o estás recordando tu pasado pero a menudo sin compañía. No es de extrañar, por lo tanto, que se considere como la red más propensa a crear un impacto negativo en la vida y el estilo de vida de los usuarios.
Podría decirse que se trata de un círculo vicioso. Las redes sociales son la causa de problemas como el "FOMO" (miedo a perderse de), y sin embargo, se presentan como un espacio para experimentar una vida social. Pero cuanto más se utilizan, más probable es que el síndrome de comparación se active en un individuo y los usuarios comiencen a crear vidas falsas e idealistas en línea por la vanidad. Esto puede llevar a problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, y los usuarios podrían desconectarse completamente debido a la incomodidad o la tristeza, y convertirse en asocial.
Sin embargo en los mismos estudios, los usuarios también informaron que es a través de las redes sociales que obtienen un mayor apoyo emocional que a través de cualquier otro canal físico fuera del mundo digital. Con su alcance casi universal y sin precedentes, y la capacidad de conectar a personas de todos los ámbitos de la vida, las redes sociales poseen el potencial de catalizador positivo para la buena salud mental.
Para Martínez Donaire no son las redes sociales en sí mismas un problema, sino el uso que cada uno le da y qué hace con ellas. "Aquel que padezca de una conflictiva psicológica o afectiva sin resolver, va a verla reflejada en el uso que esa persona le otorgue a las redes sociales. El modo que una persona habita el espacio refleja en alguna medida la salud mental de esa persona", concluyó.
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