Una vez más, expertos en crianza y pediatras se pronuncian en contra de los chirlos y cachetadas para disciplinar

Azotes, bofetadas e insultos vergonzosos. Según los especialistas, ninguna de las formas de castigo corporal o humillación verbal en los niños son efectivas a largo plazo. Cuáles son efectos que produce dicho accionar en los más chicos, según la nueva declaración de política de la Academia Americana de Pediatría

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La Academia Estadounidense de Pediatría reafirmó
La Academia Estadounidense de Pediatría reafirmó su postura en contra de las nalgadas a los niños como una forma de disciplina paterna (iStock)

"Los castigos corporales constituyen la forma de violencia más común contra los niños en todo el mundo. Se definen como todo tipo de castigo en el que la fuerza física es usada con la intención de causar algún grado de dolor o malestar, aunque sea ligero, así como cualquier tipo de castigo no físico que sea cruel y degradante", explica la Global Initiative to End All Corporal Punishment of Children (Iniciativa Global para acabar con todos los castigos corporales de los niños).

En una nueva declaración de política, publicada recientemente en la revista Pediatrics, un grupo que consta de unos 67000 pediatras recomienda que los adultos que cuidan a los niños usen "formas saludables de disciplina", como el refuerzo positivo de conductas apropiadas, establecer límites y establecer expectativas, y no optar por azotes, golpes, bofetadas, amenazas, insultos humillantes o vergonzosos.

El análisis continúa por descubrir de qué manera diversos estudios han encontrado asociaciones entre los azotes y el comportamiento infantil agresivo, con síntomas depresivos en la adolescencia y menos materia gris en el cerebro de los niños, entre otros resultados. Esta última hace referencia a aquellas zonas del sistema nervioso central de color grisáceo integradas principalmente por somas neuronales y dendritas carentes de mielina junto con células gliales.

"A veces este tipo de actitudes enmascaran situaciones más graves que las que generan un daño físico evidente en los niños. Lo que los padres no pueden ver es que ese 'chirlo' como forma de resolver el conflicto el niño no la necesita. El que sí lo necesita es quien ejerce el golpe como forma de reaccionar a determinadas situaciones", sostuvo en diálogo con Infobae el doctor Miguel Javier Indart, miembro de la Comisión Directiva de Sociedad Argentina de Pediatría.

La República Argentina prohibe el castigo
La República Argentina prohibe el castigo corporal en todas sus formas (Global Initiative to End All Corporal Punishment of Children)

La declaración de política actualiza la guía publicada en 1998 que recomendaba que "los padres sean alentados y asistidos en el desarrollo de métodos que no sean los golpes en respuesta a un comportamiento no deseado".

"En el año de 2015 la Asociación Americana de Psiquiatría había discriminado las situaciones de violencia con razones disciplinarias del maltrato físico, y las clínicas de pediatras norteamericanas aseguraban que el castigo corporal no era abusivo si las marcas de dicho accionar desaparecían en menos de 24 hs", explicó el especialista.

"Desde que se publicó la política por primera vez, hace 20 años atrás, se han realizado muchas investigaciones adicionales, y ahora estamos mucho más convencidos de que los padres no deberían golpear ni insultar o humillar verbalmente a los niños", aseguró el doctor Robert Sege, primer autor de la declaración de política y pediatra en el Hospital Flotante para Niños en el Centro Médico Tufts en Boston.

Para el experto se trata de un comunicado mucho más fuerte que el anterior. "La nueva política alienta a los pediatras a discutir sobre diferentes tipos de medidas de disciplina con los padres para que, por supuesto, puedan tomar sus propias decisiones sobre cómo elegir criar a sus hijos".

La declaración describe el castigo corporal como "golpes no agresivos y abiertos con la intención de modificar el comportamiento del niño" e indica que las nalgadas se consideran una forma de dicho castigo físico.

Traslados, tiempos de espera y tiempos muertos: las alternativas saludables

“La relación amorosa entre un
“La relación amorosa entre un niño y sus padres es la relación más importante que existe” (Getty Images)

La declaración alienta a los pediatras a aconsejar a los padres de sus pacientes cuando quieran orientación sobre el uso de violencia como medida de disciplina. Para Sege existen múltiples formas alternativas efectivas que los padres pueden emplear, sin importar la edad de sus hijos.

"Por ejemplo, para los niños menores de 1 año que se portan mal, lo mejor que pueden hacer los padres o tutores es recogerlos y trasladarlos a otro lugar, distraerlos y cambiar de tema. ​​Eso suele ser todo lo que necesitan y pueden manejarlo", sugirió.

Uno de los factores que desencadena en los padres o tutores este accionar es el llanto de los más pequeños. "Los gritos desconsolados por molestias despiertan la agresividad de un padre o cuidador", advirtió Indart.

Para los niños pequeños y en edad preescolar, el experto recomienda utilizar el método de tiempo de espera, que involucra a el niño sentado en silencio junto a él o ella misma. "Lo que les explicamos a los padres -continuó- es que es fundamental prestar atención al buen comportamiento de sus hijos y prestar menos atención cuando se portan mal".

“La asistencia profesional que pueda contener al padre y orientar otros métodos de crianza es clave a la hora de cortar el circulo de enseñanza que se transmite de una generación a la otra”.

A menudo, a los niños les agrada la atención y la anhelan. Es por eso que si se portan de manera inadecuada, los especialistas recomiendan el llamado "tiempo muerto". Por su parte, para los niños mayores, permitir que las consecuencias naturales de la mala conducta sigan su curso puede resultar muy efectivo.

Según expresó el especialista los padres pueden aprovechar la relación única que los une para enseñar a sus hijos el bien del mal sin insertar violencia, vergüenza o humillación en ese vínculo. Como resultado, es más probable que los niños crezcan sintiéndose seguros y positivos, sabiendo cómo regular su propio comportamiento.

Qué dice la ciencia sobre los azotes y el desarrollo infantil

Los niños que son disciplinados
Los niños que son disciplinados con castigos corporales muestran aumentos en los problemas de comportamiento a lo largo del tiempo de una manera que los niños que no son castigados de esa manera no lo hacen

Para Rebecca Ryan, psicóloga del desarrollo y profesora asociada de la Universidad de Georgetown la declaración de política es consistente con lo que investigaciones anteriores ha encontrado sobre la relación entre el castigo corporal y los resultados adversos entre los niños.

“A medida que los chicos reciben más castigos se generan a largo plazo consecuencias psíquicas y físicas, como lesiones el el sistema nervioso central”.

Sin embargo, Ryan, que ha estudiado el uso del castigo corporal, observó que es difícil aseverar que pegarle a un niño hace que ese niño sea más agresivo, aunque existen teorías.  Sin embargo advirtió: "Existe poca evidencia correlacional de que se trate de una estrategia efectiva. Por lo contrario lo que se observa es una correlación positiva entre los azotes y los niveles más altos de problemas de comportamiento".

Además de tratarse de un evento adverso en la niñez que, como la mayoría, son acumulativos, el uso de violencia como castigo les enseña a los más chicos que la manera adecuada de resolver un conflicto es a través del uso de formas físicas.

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