La lotería no solo existe para ganar dinero o premios. También está presente en la genética, y, como en toda lotería, para el premio mayor hay muy pocos ganadores y muchos perdedores.
"Hay personas que se ganaron el primer premio en la 'lotería cortical'", explica en diálogo con Infobae la psicóloga y escritora Celia Antonini. "Son personas a las que no les cuesta ningún trabajo producir lo que se denominan las hormonas de la felicidad, que son los químicos que necesitamos para ser felices. Sus cerebros fueron configurados para ver la parte buena de la vida y eso les permite tener un alto nivel de felicidad".
Las personas que se sacaron la lotería cortical pierden un avión y no se hacen problema, se les descompone el auto de una ruta sin señal en el teléfono y dicen "qué bueno, podemos disfrutar del paisaje que de otra manera no hubiera sido posible".
"Los niveles de felicidad pueden verse al medir la actividad cerebral con escaneos electrónicos. Está demostrado que las personas con más actividad en la corteza prefrontal izquierda sienten más felicidad y quienes tienen más activación en la derecha tienen más temor, tristeza y ansiedad", detalla Antonini, y cuenta que el prestigioso psicólogo estadounidense Jonathan David Haidt, los denomina los "zurdos corticales". "Pero para quienes no nacimos bendecidos por ganarnos el primer premio de la lotería cortical, podemos buscar la forma de aumentar nuestros niveles de felicidad", asegura.
Hay muchos estudios al respecto que buscan determinar las conductas, acciones y maneras de pensar para tener una vida con cierto nivel de felicidad. Una de las investigaciones más concluyentes sobre el bienestar de las personas la está llevando a cabo Robert Waldinge, profesor de Psiquiatría y que en la actualidad es el director del Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard, uno de los estudios longitudinales más completos de la historia.
"Puede que sea el estudio más largo de la vida adulta en la historia", revela Antonini. "Durante 75 años rastrearon la vida de 724 hombres, año tras año preguntándole sobre su trabajo, su vida hogareña y su salud. Se estudió a las mismas personas desde la adolescencia hasta la adultez para ver qué las hace felices y saludables".
Los descubrimientos que se realizaron con este estudio son impactantes y muestra cabalmente la importancia de tener un punto de encuentro con otras personas y cómo las relaciones afectan o promueven el bienestar de las personas. Los resultados son concluyentes: las buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables.
"Este estudio nos ha enseñado tres cosas sobre las relaciones. La primera es que las conexiones sociales nos hacen bien y que la soledad mata. La segunda gran lección que aprendimos es que no tiene que ver con la cantidad de amigos que tenemos, tampoco tiene que ver con que estemos en una relación, lo que importa es la calidad de las relaciones más cercanas; y la tercera lección es que las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo sino que también protegen el cerebro".
"Las buenas relaciones son las que nos soportan, nos sostienen y nos hacen envejecer de la mejor manera. Este estudio nos permite saberlo a ciencia cierta y nos muestra que la felicidad está más cerca y más a la mano de lo que pensábamos, aún para quienes no nos sacamos el primer premio de la lotería cortical", concluye la especialista.
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