"Empecé a cuestionar los supuestos de género a los ocho años, ya que no comprendía por qué me llamaban 'mandona' cuando quería dirigir las obras de teatro que preparábamos para nuestros padres, pero a los chicos no se les decía lo mismo. También a los 14, cuando algunos sectores de la prensa comenzaron a sexualizarme (…). Decidí que era feminista, y eso me pareció poco complicado. Pero mis investigaciones recientes me han mostrado que el feminismo se ha vuelto una palabra poco popular".
Estas palabras, pronunciadas por la actriz británica y embajadora de Buena Voluntad de ONU Mujeres Emma Watson en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, el 20 de septiembre de 2014, recorrieron el mundo. Se viralizaron al instante. No sólo por su mensaje claro y concreto, sino porque la que estaba ahí hablando, predicando por la igualdad de género, era la mismísima Hermione Granger. Aquel personaje inteligente, tenaz y valiente creado por J.K. Rowling y llevado a la pantalla por Warner Bros. Estaba parada fuerte y decidida, en la mismísima sede de la ONU, implorándoles a los hombres que luchen a la par de las mujeres.
La mayoría de las mujeres lectoras de esta generación creció con Hermione Granger. E incluso las no lectoras, que la conocieron a través de la pantalla grande en la saga de Harry Potter. Pero el fenómeno de la Pottermanía trascendió a los niños que comenzaron a leer los libros en 1997, año en el que Bloomsbury lanzó al mercado el primer tomo, Harry Potter y la piedra filosofal. Hoy las nuevas generaciones siguen obsesionadas.
"Harry Potter es un hecho innegable. Cumple veinte años y todavía persiste. Genera un lector púber y adolescente que explica en gran medida el fenómeno de la literatura infantil y juvenil en todo el mundo y todo lo que vino después, sin dudas", indica en diálogo telefónico con Infobae el escritor Oche Califa, director cultural de la Fundación El Libro, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y la Feria Infantil y Juvenil.
"Por supuesto que Harry Potter fue una bisagra en esto a nivel mundial", coincide María Fernanda Maquieira, gerente editorial de Loqueleo Santillana. "¿Qué era de esa historia de unos adolescentes-magos que volvía locos a lectores y lectoras en todo el mundo, escrita por J. K. Rowling, una mujer desconocida y que encima ganaba millones? Ya pasaron veinte años, pero sigue siendo un referente ineludible".
Después de eso, hubo varios fenómenos globales juveniles, pero ninguno ha durado tanto; son mucho más efímeros. "Podría nombrarte algunos muy exitosos que se mantuvieron varios años (Stephenie Meyer, John Green, Suzanne Collins), pero la mayoría pasa al olvido cada vez más rápidamente", comenta Maquieira. Pero lo cierto es que la literatura juvenil atrapa, enamora y, sobre todo, vende.
Según el Informe de Producción del Libro Argentino 2017, elaborado por la Cámara Argentina del Libro, los editores publicaron un total de 28.440 novedades el año pasado. Respecto de los temas de los nuevos libros editados el año pasado, el 14% fueron libros infantiles y juveniles. Por otro lado, esta categoría se ubicó en el segundo lugar entre las temáticas más populares entre las novedades traducidas, con el 23%. En el sector editorial comercial, los libros infantiles y juveniles siguen liderando con 20%. "Los dos segmentos, el infantil y juvenil, vienen creciendo hace una década", resume Califa.
La estrecha relación entre las mujeres y las letras
"Históricamente, la literatura infantil y -supongo como continuación- la juvenil estuvo relacionada con lo femenino por lo mismo que la docencia y todas las actividades relacionadas al cuidado de la infancia", cuenta a este medio Natalia Méndez, editora de Edelvives. "Por esto mismo, las mujeres en este área tal vez no son una novedad, aunque por supuesto nunca fue fácil. Pensemos en Mujercitas, Ana de los Tejados Verdes, Violeta, y muchas otras".
Las mujeres tienen una relación más estrecha que los hombres con la literatura. Por lo menos como lectoras. Eso dicen las estadísticas. "En general, cuando se hacen estudios sobre lectura, las mujeres están primeras: leen más que los hombres y les dedican más tiempo de ocio a los libros", explica Maquieira.
“Podría pensarse también que el acceso a los libros y a la cultura fue una de las formas de avance histórico de las mujeres para salir de los lugares a los que fueron relegadas durante siglos”
Pareciera que dentro de los cánones de la sociedad tradicional, la lectura ha sido una actividad, desde la niñez, más vinculada con lo femenino, apunta la editora de Loqueleo. Por ejemplo, un estudio realizado por la Universidad de Castilla-La Mancha (CEPLI/Instituto de la Mujer) plantea la hipótesis de que "determinadas características de la socialización de género femenino favorecen la integración de la lectura en el estilo de vida y en la creación de hábitos lectores".
"Podría pensarse también que el acceso a los libros y a la cultura fue una de las formas de avance histórico de las mujeres para salir de los lugares a los que fueron relegadas durante siglos", reflexiona la experta.
Betina Cositorto, presidente de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, y directora editorial y miembro de la Cámara del Libro, concuerda: "Siempre las mujeres leen más que los varones, todas las estadísticas sugieren eso". Por su parte, Califa lo puede comprobar desde su propia experiencia: "En las ferias infantiles y juveniles la acción de la mamá y la abuela es fundamental y más importante que la del papá y el abuelo. Eso es histórico. Las lectoras superan a los lectores en todo el mundo".
Mujeres que escriben para mujeres, en la Argentina y en el mundo
La literatura juvenil (Young Adult Fiction, en inglés, o YA Fiction) se nutre desde hace años de autoras que escriben para jóvenes en general, pero con personajes de mujeres inquietas, fuertes y tridimensionales que obviamente atraen mayoritariamente a un público femenino, ansioso por una representación de las problemáticas que las aquejan día a día, o simples escapismos con los que puedan reírse e identificarse.
Desde Meg Cabot con El diario de la princesa, pasando por Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins o, más recientemente, How Not to Disappear, de Clare Furniss, Moxie, de Jennifer Mathieu y Las Crónicas Lunares de Marissa Meyer, los ejemplos literarios para mujeres lectoras abundan en el mercado hace tiempo, un fenómeno que no para de florecer.
Cositorto explica que en los '90 se comenzó a desarrollar más la literatura hecha por y para mujeres: "También hubo siempre críticas con respecto a que el arte y la literatura es algo que trasciende los géneros. Creo que ahí hay un momento histórico como de empoderamiento de la mujer que tiene que ver con 'estos son nuestros temas', y sobre todo determinada subjetividad empoderada de una mujer profesional que elige que puede desear. Puede ir al mundo desde el deseo, desde la pasión, desde la autorización del goce. Así que hay un especie de equiparamiento en ese sentido".
"En general, las mujeres han escrito más para niños y jóvenes en la Argentina. Hay muchos autores de infantil que pasan al juvenil o que escriben infantil y juvenil al mismo tiempo. Sí hay muchas mujeres. No creo que sea una respuesta a lo que pide el mercado, creo que tiene más que ver con la oferta que con la demanda", apunta Laura Leibiker, directora editorial de literatura infantil y juvenil de Editorial Norma.
“Veo que hay mucha producción de libros feministas y, además, que es comercialmente exitoso”
"Hay autoras que tienen poco tiempo en el mercado y que se han hecho muy populares, como Paula Bombara. Después hay autoras clásicas como Graciela Bialet, como Margarita Mainé. La verdad es que hay un mundo de autoría, de autoras profesionales, no me refiero a las más jóvenes, que están quizás saliendo de las redes sociales o de Wattpad, me refiero a escritoras con un trabajo de experimentación, de intento de publicación, de hacerse reconocidas. Hay muchísimas. Los libros internacionales, además, sobre todo los que se hacen película, tienen muchísimo impacto", opina Leibiker.
"En nuestro país, la literatura infantil y juvenil desde sus orígenes estuvo asociada a las mujeres. Ese universo era visto como una forma menor de la literatura, de la que se subestimaba su calidad y sus alcances, no se le prestaba demasiada atención y se la consideraba algo más relacionado con la didáctica y la moraleja que con el arte", señala Maquieira. "Como si el mundo de los chicos y las chicas fuera propiedad de 'madres' o 'maestras', tan lejos de la 'alta literatura' o la 'literatura de verdad' que era cosa de hombres, seria e importante, y digna de estudios académicos. Durante años hubo que batallar mucho para hacerse oír, para demostrar que se trataba de 'una literatura sin adjetivos' -como dice María Teresa Andruetto-, para ingresar en la crítica y en la universidad, para salir de la categoría de 'librito'".
Pero todo esto fue cambiando. "No sólo porque ahora se considera y se respeta a la LIJ como verdadera literatura, escrita tanto por hombres como por mujeres, sino porque ha tomado relevancia comercial; como se ve en los resultados, es la franja de la industria que más crece en producción y ventas, convirtiéndose muchos de los títulos en fenómenos best sellers globales", afirma. La editora de Loqueleo menciona entre las autoras de LIJ más destacadas de la Argentina a Liliana Bodoc, Inés Garland y Andrea Ferrari, por nombrar sólo unas pocas, claro.
El feminismo en la ficción juvenil
"Veo que hay mucha producción de libros feministas y, además, que es comercialmente exitoso", observa Califa. Y es cierto. La literatura feminista en general ya no es de nicho, y se erige con orgullo tanto en las estanterías de las librerías más pequeñas y especializadas como en las grandes cadenas. En la literatura para jóvenes, el movimiento por una mayor igualdad de derechos entre géneros se hace notar cada vez más.
El feminismo y la representación de una mujer poderosa en la literatura juvenil, entonces, está creciendo. "Se ve en la construcción de textos, de obras muy diversas. Es un movimiento editorial reciente que empieza a mostrar este emergente de cómo estamos pensando ahora el mundo entre hombres y mujeres, donde lo biológico no es condición del género, sino que el género es una construcción cultural", aclara Cositorto, y añade que "las mujeres empiezan a construir también una literatura en la que se visibiliza esta construcción cultural del género. Y entonces ahí aparece dejar de lado esta mirada que parte desde la normativa patriarcal".
“Muchas veces un final feliz es salirse de una relación enferma”
"Si bien la mujer estuvo presente en historias de amor o de violencia, la verdad es que en los últimos años yo veo que el material que me va llegando tiene mucho más que ver con pensar a la mujer en un lugar de mayor libertad, que los finales no tengan siempre que ver con el clásico final feliz, que en general es quedarse con el novio que vos querés, sino que muchas veces un final feliz es salirse de una relación enferma. Hay muchísimo material dando vueltas que tiene que ver con la violencia intrafamiliar, con la búsqueda de la identidad. Y sigue llegando", asegura Leibiker.
En su editorial, un momento emblemático fue la salida en junio del 2015 de La chica pájaro, de Paula Bombaro, un libro que habla de violencia en los noviazgos, y que coincidió con la primera marcha de Ni Una Menos. Fue una casualidad: "Era un libro que veníamos trabajando hacía más de un año con la autora pero claramente ella estaba muy sensibilizada con algo que estaba ocurriendo en la sociedad y lo pudo volcar en esta novela que es muy exitosa, así como la última novela de Liliana Bodoc que se llama Elisa, la rosa inesperada, que, entre muchos temas, aborda la trata de personas. Por último un libro que trajimos de Italia y que tradujimos hace poco que se llama Una delgada línea rosa, de Strada Annalisa, que plantea el embarazo adolescente y la disyuntiva de qué hacer frente a esta realidad".
En definitiva, son todos libros que tienen que ver con autoras mujeres que se preguntan y reflexionan acerca de cuestiones que en este momento son las preocupaciones de su género. El embarazo no buscado, la violencia por parte de los hombres, el compañerismo, la rebeldía y la sororidad. Es que, como explica Maquieira, la literatura es una caja de resonancia de lo que ocurre en la sociedad, de modo que las cuestiones de género, el lugar de las mujeres y las reivindicaciones del feminismo también aparecen en los libros, como en la vida misma.
"La industria del libro no se queda aislada de su contexto, corre a la par del público que tiene. Por eso hemos visto un boom de libros de 'antiprincesas', 'mujeres poderosas', 'chicas rebeldes', etc. Como en todo fenómeno, hay libros genuinos y de calidad y otros que son meras copias de recetas ideadas por otro", advierte.
La literatura es una caja de resonancia de lo que ocurre en la sociedad, de modo que las cuestiones de género, el lugar de las mujeres y las reivindicaciones del feminismo también aparecen en los libros, como en la vida misma
Y hubo dos mujeres escritoras que fueron pioneras en su época en cuanto a romper con los estereotipos de género, a cuestionar el patriarcado, a poner en alto los derechos de las mujeres. Ellas son María Elena Walsh, que, como cuenta Maquieira, fue feminista cuando no se hablaba de ese tema y escribía en los años '60 sobre princesas que querían ser libres; y Graciela Beatriz Cabal, que puso en evidencia el sexismo en la LIJ con su obra Mujercitas, ¿eran las de antes?.
El caso Moxie
Vivian Carter es la protagonista de Moxie, un libro de la estadounidense Jennifer Mathieu. Carter tiene 16 años y vive en Texas. En su colegio, diversas situaciones de sexismo y acoso -y la impotencia generada ante una respuesta nula por parte de las autoridades del establecimiento educativo- la llevan a crear un movimiento (Moxie) que, inspirado en la cultura feminista, unirá a una diversidad de chicas en una lucha para cambiar el statu quo.
Desde la comediante Amy Poehler hasta la escritora Jennifer Niven (autora de All the Bright Places, best seller de The New York Times) hablaron maravillas de este libro, un relato feminista que nació de la necesidad de la autora de reunir en una novela para adolescentes vivencias suyas y de conocidos que la llevaron a llamarse feminista.
Feminista. No "feminazi" como la etiquetó un profesor en frente de toda la clase cuando tenía sólo 17 años. "Me cambió la vida en términos de que fue la primera vez que me sentí humillada y avergonzada por mi visión sobre la igualdad entre géneros, pero no me paró. Me sacudió y me influyó de manera positiva", revela Mathieu en diálogo con Infobae. "Me di cuenta de que si una adolescente podía poner iracundo a un hombre grande sólo por decir lo que pensaba sobre algo tan básico y lógico como la igualdad de género, realmente tenía poder. Todavía no escribía novelas, pero esa experiencia me dio la fuerza y el estímulo para decir la verdad, incluso en la ficción".
“El único feminismo real, verdadero y útil es el que incluye muchas voces. La raza de una mujer, su clase, su sexualidad, sus habilidades impactan en cómo ella experimenta el mundo”
Lo interesante de su libro es su carácter interseccional, que trata el feminismo desde una perspectiva multicultural e indaga en la conexión entre diferentes actitudes opresivas, como el racismo, la homofobia y el clasicismo, entre otras. "El único feminismo real, verdadero y útil es el que incluye muchas voces. La raza de una mujer, su clase, su sexualidad, sus habilidades impactan en cómo ella experimenta el mundo. Si el movimiento de mujeres sólo se organiza alrededor de las necesidades y preocupaciones de las mujeres blancas de clase media o alta, no resolvemos los problemas de todas las mujeres", sostiene la autora.
Y el rol de la literatura juvenil es fundamental, no sólo para promover ideas, sino para proveer un espacio de entendimiento y acogimiento de quienes se sienten sin voz. Por eso hay cada día una mayor cantidad de libros que indagan en cuestiones de género: "Creo que estamos viendo esto cada vez más, pero claro que siempre necesitamos incluso más voces que tomen en serio a las mujeres. Yo siempre estoy tratando de abogar por las mujeres negras o que provienen de comunidades cuyas voces no siempre se ven amplificadas. Algunos libros que disfruté recientemente con personajes femeninos complejos incluyen The Nowhere Girls, de Amy Reed; Allegedly, de Tiffany D. Jackson; Calling My Name, de Liara Tamani; y The Poet X, de Elizabeth Acevedo".
Pero volviendo a Moxie, a su escritora le sorprendió la respuesta de sus lectores. "Me sentí tan honrada y abrumada -de la mejor forma posible- por la reacción que tuvieron los lectores, muchas mujeres y niñas, y algunos hombres, que conectaron con los personajes y la historia. Un comentario que recibí de muchas mujeres más grandes fue que ojalá hubieran tenido un libro así cuando estaban en el secundario. Algunos me dijeron que gracias al libro pudieron por primera vez en sus vidas 'darse permiso' para llamarse feministas. Ése es el mayor cumplido", reconoce.
Lectores varones que buscan comprender las problemáticas femeninas
Pero, ¿estos libros son sólo leídos por mujeres? ¿Estas temáticas atraen sólo al público femenino, ávido de historias que las identifiquen? Por suerte, no. Son pocos los varones que leen estos libros, en relación con las mujeres, claro, pero existen, y están cada vez más involucrados. "Los adolescentes varones (pocos) leen estos libros", acepta Cositorto, pero apunta a un inconveniente que existe con el mercado del libro en general: "Lo que pasa es que no tenemos estadísticas. Ése es el problema, ¿no? No sabemos quién es realmente el que termina leyendo luego de que se compra el libro".
Natalia Méndez advierte que, en general, "por cuestiones comerciales se suele separar o identificar de alguna manera el público muchas veces con esta variable, como que los libros de aventuras de Verne eran para varones y estas otras novelas, eran para mujeres. Pero, por ejemplo, Aventura, de Jack London, tiene una protagonista femenina y toca muchos de los temas en agenda feminista. No tengo idea cómo fue recibido en la época, pero claramente no está entre las obras más reconocidas del autor".
La directora editorial de literatura infantil y juvenil de Editorial Norma explica que, en su experiencia, en los colegios algunos docentes se sienten limitados por libros en los que la protagonista es una mujer y trata temas "femeninos". "Creo que cada vez más hay una incorporación de los lectores varones que tienen curiosidad y tienen una necesidad de comprender cómo se siente una mujer frente a determinadas circunstancias".
“Hay una incorporación de los lectores varones que tienen curiosidad y tienen una necesidad de comprender cómo se siente una mujer frente a determinadas circunstancias”
Más allá del interés genuino que un libro pueda despertar en un lector, lo que puede despertar es la discusión que se da a partir de estos textos que en general problematizan las cuestiones y no las resuelven fácilmente, sino que plantean escenarios complejos donde no hay una única salida ni hay siempre finales felices. "Y eso es lo que nosotros estamos proponiendo desde nuestras colecciones: problematizar la realidad y hacernos preguntas. Creemos que los chicos van muy adelante en estas preguntas y a la vez necesitan reafirmación a partir de la literatura que les llega", agregó.
"No sé si los varones leen los mismos libros que las mujeres", reflexiona Maquieira. "Puede ser que haya algunas cuestiones que interpelen más a unos que a otros, pero como editora aspiro a que haya libros que vayan más allá de los géneros y apasionen a todos y a todas por igual".
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