La diferencia entre un fetiche y el uso de prácticas sexuales no convencionales para los expertos en sexualidad

A menudo, las palabras fetiche y sexo “kinky” se utilizan indistintamente para referirse a cualquier deseo sexual o tendencia que quede fuera del apetito de la corriente principal, como el BDSM. Pero aunque los dos términos pueden superponerse en ciertas áreas, existen algunas diferencias clave. De dónde vienen y en qué momento se convierten en un problema

“El sexo kinky o uso de prácticas no convencionales mantiene la rutina alejada generando encuentros divertidos, mucho más espontáneos y hasta salvajes, donde los objetos fetiche pueden, o no, tener lugar” (Getty Images)

Un fetiche es una fijación sexual en un objeto o acto específico que es absolutamente necesario para la gratificación sexual de una persona. A menudo, es algo que puede no ser intrínsecamente sexual, como los zapatos o el cuero. Por su parte, el sexo kinky proviene de la expresión inglesa que alude a lo torcido, para diferenciarse de lo lineal del sexo "vainilla" o estándar.

Ambas prácticas sexuales requieren de confianza, tiempo y dedicación. Y aunque las dos se refieran a actos sexuales alternativos, deseos sexuales o tendencias que queden fuera del apetito de la corriente principal, existen aspectos determinantes que las diferencian.

"En estos últimos tiempos las parejas se animaron a incorporar variantes para hacer más rico y placentero el encuentro sexual. En un principio fueron las nuevas poses y la expresión de fantasías, después vinieron los cambios de roles, los juguetes sexuales, y ahora los juegos de dominación y sumisión. Por supuesto, la condición básica es acordar entre los miembros de la pareja la incorporación de cualquiera de las prácticas", aseguró Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

Cualquier cambio que rompa con la monotonía de la vida erótica será beneficioso para la pareja. Sin embargo, la inclusión debe ser gradual, disfrutando a pleno de cada acción nueva y con el objetivo de aventurarse a más.

Las prácticas de sexo kinky pueden sumarse a una experiencia sexual pero no son necesariamente imprescindibles para lograr la liberación sexual (Getty Images)

El fetiche está fuertemente ligado a tener una necesidad psicológica de esos objetos o actos específicos para experimentar el placer y/o el orgasmo, mientras que las prácticas de sexo kinky pueden sumarse a una experiencia sexual pero no son necesariamente imprescindibles para lograr la liberación sexual.

"El fetiche tiene que ver con alcanzar el orgasmo únicamente con la ayuda de un objeto, y que en casos extremos genera mucha angustia y ansiedad porque afecta la vida social, amorosa y laboral de una persona, en tanto no logra excitarse si no es en presencia de ese objeto en particular", sostuvo en diálogo con Infobae Mariana Kersz, psicóloga especialista en terapia de parejas y sexóloga.

Para la experta, el sexo kinky o uso de prácticas no convencionales, mantiene la rutina alejada generando encuentros divertidos, mucho más espontáneos y hasta salvajes, donde los objetos fetiche pueden -o no- tener lugar.

Fetiche: una fijación sexual en un objeto o acto específico que es absolutamente necesario para la gratificación sexual

Los fetiches generalmente se desarrollan temprano en la vida de una persona y pueden basarse en experiencias durante la niñez o la adolescencia

Un fetiche es la excitación sexual en respuesta a un objeto o parte del cuerpo que no es típicamente sexual, como los zapatos o pies. Muchas personas con fetiches deben tener el objeto de su atracción a mano para fantasear con él, solo o con una pareja, para excitarse sexualmente, tener una erección y alcanzar el orgasmo.

Cuando la fijación está en una parte del cuerpo en particular como los pies o las manos, por ejemplo, se lo conoce como parcialismo. Una parte de todo el cuerpo está aislada y sexualmente cargada u objetivada. Uno puede tener un fetiche para corsés o cinturones de cuero, pero si uno también está obsesionado eróticamente con la cintura esbelta y definida, eso es una parcialización.

“Los fetiches más comunes incluyen prendas como ropa interior de encaje o stilettos, o una parte del cuerpo, como los pies o la nuca”, especificó Kersz.

Los fetiches más comunes involucran partes del cuerpo, como los pies, o las características corporales, como los piercings o los tatuajes. Los pies suelen ser los más comunes, seguidos por el fluido corporal, el tamaño corporal y los fetiches capilares. Luego, las prendas usadas en las caderas y las piernas, como medias y faldas, también ocupan la parte superior de la lista.

Sin embargo, si bien es posible que a una persona le guste ver a su pareja en un par de tacones altos durante el acto sexual, eso no significa necesariamente que tenga un fetiche de zapatos.

“Se dan por igual en hombres que en mujeres, aunque hay una prevalencia masculina que quizás tenga que ver con una cuestión cultural, los hombres socialmente son más abiertos” (Getty Images)

Si bien los expertos en comportamiento sexual no están de acuerdo en las causas y orígenes de la práctica, algunas personas pueden rastrear su atracción a la primera infancia, antes de reconocer su sexualidad y también puede provenir de una conducta sexual inapropiada durante la niñez o de un abuso sexual. La mayoría de los fetiches se desarrollan a partir de las primeras experiencias de la vida y son patrones y comportamientos que crecen a medida que la persona se desarrolla sexualmente.

"Existen múltiples teorías preestablecidas en torno a la nula educación sexual y a posibles experiencias traumáticas, entre otros factores que en general tienen que ver con la fijación erótica hacia un objeto como único vehículo para lograr la excitación sexual", manifestó la experta.

Un fetiche sexual no es un trastorno por definición, siempre y cuando cause placer y nadie se vea obligado a formar parte, pero puede alcanzar ese nivel si causa angustia intensa y duradera. Algunos comportamientos no son interesantes, divertidos ni sexy, son desesperados y compulsivos.

Lo mismo puede decirse de las personas que disfrutan de la disciplina o la dominación, el sadismo y el masoquismo, comúnmente conocido como BDSM.

Cuando el patrón de comportamiento sexual conlleva un tinte destructivo se convierte en un problema para la persona. "Muchas parejas se ven disgregadas porque alguno de los dos necesita exclusivamente de su fetiche para poder excitarse, y, aunque inicialmente puede ser una práctica que genere curiosidad en quien no es fetichista, con el tiempo comienza a impactar negativamente en la autoestima", advirtió.

Kink, el futuro de la monogamia

Hay muchas formas diferentes de definir el sexo kinky que van desde lo extraordinariamente amplio a lo súper específico. Pero en pocas palabras, es todo lo que cae bajo deseos, prácticas o fantasías sexuales e íntimas no tradicionales (Getty Images)

El sexo kinky, por otro lado, es un término más amplio que abarca un conjunto de intereses sexuales alternativos, preferencias o fantasías que van más allá del habitual sexo misionero. Puede incluir BDSM, juegos de rol o de impacto como nalgadas y azotes.

Cuando se piensa en el sexo kinky, lo primero que viene a la mente de las personas es una dominatriz que ata a un sumiso o una orgía en una sala erótica llena de alfombras orientales. Sin embargo, hay mucho más del kink que solo eso.

Si bien su significado varía en función de los antecedentes culturales de cada persona, en la mayoría de los contextos, la definición abarca todo lo que cae fuera del sexo romántico, basado en el acto sexual entre dos personas. Esto puede incluir el acto sexual con objetos como esposas, cuerdas o cinta adhesiva hasta prácticas como la dominación y sumisión y el sexo en grupo.

"Se basa en romper con la monotonía sexual evitando el aburrimiento. Desde tener relaciones sexuales en el balcón o en el auto, pasando por sesiones de bondage hasta usar sólo lencería bajo un tapado en una fiesta, son algunas de las actitudes provocativas, alejadas de lo convencional que proponen constantemente diversión y sorpresa para las parejas que lo eligen", agregó Kersz.

Para que funcione, los expertos sugieren dejar de lado el fanatismo por las ficciones como la saga de Cincuenta sombras de Grey para obtener una mirada mucho más interesante e inclusiva sobre lo que realmente significa ser kinky, y cómo puede cambiar el sexo y la intimidad en la pareja.

Digamos que un miembro de una pareja disfruta de ser asfixiado y de vez en cuando tener relaciones sexuales en grupo, pero aparte de eso, disfruta en su mayoría de las prácticas sexuales estándares y románticas. Adoptar algunos hábitos kink no marcan como kinkster a una persona si no es así como esta se identifica.

Si bien puede parecer extremo, puede estar más alineado con la monogamia y el compromiso de lo que se cree (Getty Images)

El sexo en las relaciones a largo plazo puede volverse monótono y aburrido. Condimentar las cosas en la cama puede, además de traer de vuelta la diversión, rejuvenecer la vida sexual de una pareja. Algunas de las fantasías más salvajes pueden ser estresantes o vergonzosas. Ya se trate de BDSM o juego de roles, una relación monógama puede ser el lugar indicado para probar algo poco ortodoxo entre las sábanas.

A medida que avanzan los años compartidos con una misma persona, el espacio y la confianza obtenidas hace que sea más fácil probar cosas nuevas. Las relaciones fuertes toman la voluntad de abrirse y explorar nuevas avenidas de placer. Dejar que un extraño al azar lo azote con una fusta quizás es menos probable que dejar que lo haga alguien con quien se comparte una confianza absoluta.

Si bien es un poco desconcertante, rompe con la rutina y obliga a los miembros de una pareja a salir de su zona de confort, llevar un elemento de novedad a una relación sexual puede ser rejuvenecedor y poderoso y despierta la curiosidad en el otro.

"¿Qué mejor que hacerlo en pareja y compartir un momento de pasión que los saque de la rutina?"

El kink no solo puede despertar la sexualidad, sino que incluso puede unir aún más una relación

Probar cosas nuevas lleva esa marca especial de práctica y confianza. Es casi como encontrar un nuevo pasatiempo compartido que incluye un orgasmo y un impulso de oxitocina posterior. Es importante recordar que desarrollar una intimidad sexual vigorizante y dinámica requiere de mucho tiempo. Al trabajar juntos, la pareja fortalecerá su vínculo, aliviará el estrés y creará nuevas oportunidades increíbles para la felicidad y la realización.

"Definitivamente el sexo kinky implica una confianza que difícilmente pueda alcanzarse con un desconocido, y ¿qué mejor que hacerlo en pareja y compartir un momento de pasión que los saque de la rutina?", señaló Kersz. Para la experta salirse de lo convencional puede causar en la pareja esa inyección de adrenalina que necesita para hacer que la relación funcione mejor.

"Sin embargo, si no se tiene una pareja estable -agregó-, el sexo kinky y sus múltiples prácticas pueden generar un enorme placer sexual, porque al no haber compromisos hay menos vergüenza, y si ambos están de acuerdo en lo que está sucediendo, el sexo puede ser increíble aunque nunca más se vuelvan a ver", dijo por otro lado la especialista.

Si bien es normal que no todas las personas lo practiquen, para Ghedin vale la pena intentar usar algunos de sus recursos: sorprender al otro, usar la intrepidez y la osadía para aventurarse a lo nuevo. Proponer opciones que pueden resultar insólitas, regalar un juguete sexual, usar lencería erótica, cremas, películas, ataduras y aprovechar espacios inusuales son todos recursos válidos del sexo kinky.

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