No son organizadores, no presentan ideas creativas para el catering, ni el salón, ni mucho menos coordinar el timing de la fiesta. Los wedding coaches, son terapeutas ontológicos preparados para acompañar "emocionalmente" a los futuros novios a transitar el proceso previo al casamiento.
El término es novedoso en Argentina pero con testimonios de experiencias en Estados Unidos y España. Esta modalidad de abordaje muchas veces se confunde con el trabajo de las planificadoras de evento, aunque el enfoque es completamente distinto.
El papel del wedding planner es fundamental a la hora de orquestar la interminable lista de ítems que requiere la ejecución de una celebración nupcial. El grupo de profesionales especializados, garantizan el armado y la puesta en marcha.
El rol de los coaches se aleja de la logística y pone el foco en el bienestar de la pareja.
Embarcarse en la organización de un casamiento suele ser todo un desafío. En principio, la idea de una gran fiesta puede ser emocionante, sobre todo para los futuros novios, pero una vez puesta en marcha puede derivar en distintas situaciones de estrés. Y en ese punto entran los especialistas.
El rol de los coaches se aleja de la logística y pone el foco en el bienestar de la pareja para acortar la brecha entre su situación actual y aquellos objetivos que quiere lograr.
"El enlace matrimonial genera un importante movimiento emocional en la concretación de un proyecto de vida, y despierta una gran expectativa en los novios y el círculo íntimo. La realización de un enlace suele llevar consigo un mundo de emociones varias, en ocasiones encontradas, camino a ese día. Algunas de ellas: nerviosismo, frustración (económica por ejemplo), decepción; estrés, interferencias de terceros, mezcladas con la ilusión, ilusiones materializadas, cercanía del sueño hecho realidad. Un tsunami emocional que, en ausencia de una correcta gestión, se ve traducido en la corporalidad y el lenguaje interfiriendo en la felicidad", resalta en diálogo con Infobae, Guadalupe de Badiola, licenciada en Psicopedagogía y coach ontológica.
De esta manera, la especialista propone un trabajo de acompañamiento que se dispone en "encuentros artesanales", es decir, ideados a medida fijando objetivos, buscando recursos y estipulando preferencias. En este puede participar la novia, novio, ambos u otros integrantes de la familia.
"Les propongo a los novios trabajar para co-crear aquella realidad que quieren lograr y alcanzar un equilibrio y armonía, que le sean propios mientras va transitando su camino de aprendizaje hacia el día".
De Badiola, sostiene que como coach no puede reemplazar el trabajo de las planificadoras que se ocupan de cada detalle, al contrario, deben trabajar en equipo. "No puedo coordinar a los proveedores, ni el cronograma del evento. Lo que puedo hacer es colaborar para encontrar cuál es el deseo de cada novio y así plasmarlo ese día. Muchas veces la decisión no está asociada a las tendencias ni a la moda, no elegimos el vestido tono off white porque así lo rigen las reglas de la alta costura, sino por un necesidad interna de la novia", desarrolla.
El enlace matrimonial genera un importante movimiento emocional en la concretación de un proyecto de vida, y despierta una gran expectativa en los novios y el círculo íntimo
De hecho, la presencia de la wedding planner o algún integrante de su equipo es fundamental durante el evento, y garantiza el correcto desarrollo. "Puede suceder que por pedido de los novios el coach se haga presente. Generalmente es para tener algún tipo de conversación y mitigar nerviosismo, o hasta para realizar técnicas de relajación".
En su experiencia como coach, son las novias las que más se acercan a consultar por sus temores y medios. "He tenidos novias que se ven abrumadas por la situación de exposición que solicitan licencias en el trabajo para poder dar cuenta de todo".
Sol se casó en 2017 con Pedro, llevaban 5 años de relación y el casamiento era una concreción de su sueño. Ambos, con una familia ensamblada y religiones distintas (por un lado católica y otro judía), encontraron varios escollos a la hora de decir el tipo de ceremonia que "sea la más cómoda y participativa", recuerda Sol.
"Para mí era fundamental casarme por iglesia, y comulgar; para Pedro (sin postura religiosa) le era indiferente, ya que sus padres divorciados (mamá judía y padre católico) opinaban al respecto", confesó Sol.
La elección de la ceremonia religiosa o no despertó discusiones y peleas intrafamiliares. Por lo que Sol decidió consultar con un coach, con el que juntos trabajaron sobre la comunicación asertiva y así lograr la armonía. Finalmente, Sol y Pedro se casaron en una ceremonia íntima por iglesia y luego una ceremonia al aire sin ritual religioso.
La elección de la ceremonia religiosa o no despierta en general discusiones y peleas intrafamiliares, y es fundamental el rol del coach
La intervención desmedida de un tercero, ya sea para colaborar o discernir, es común. En estos tipo de situaciones surgen planteos como "es mi casamiento", "yo decido", "vos ya te casaste".
"La típica pelea con la suegra por el menú de comida, la elección del salón, los invitados por compromisos llevan a procesos de desencadenan angustia desmedida. Ser el centro de la atención- sobre todo las novias -es otro de los puntos que repercuten en el bienestar", admitió el experto.
"También suelen aparecer temores a lo que vendrá, a los cambios, a momentos de la celebración en la que 'serán el centro de atención y todos los están mirando'. Podrán empoderarse, lograr mayor armonía, establecer una comunicación abierta y asertiva con otros, alcanzar un estado de mayor equilibrio, estar motivados, conseguir aquello que desean y gestionar cambios en relación a aquello que ya no desean más", concluyó la especialista.
SEGUÍ LEYENDO:
Tiempo de bodas: las claves infalibles de cuatro wedding planners para una celebración inolvidable