Suelen convertirse en oficinas improvisadas, en salas de reunión al paso, en tribunas donde todo se debate. Son lugares ideales para reencuentros, discusiones, primeras citas. Los cafés típicos de Buenos Aires son más que sitios en los que únicamente se bebe o se come. Ese rasgo de porteñidad se veía reflejado en la película El secreto de sus ojos, del cineasta Juan José Campanella, en una de sus escenas emblemáticas, a cargo de Guillermo Francella y Ricardo Darín.
Pero lejos de aquellas imágenes de un lugar repleto de parroquianos conversando apasionados, en las últimas semanas el establecimiento que se usó como locación para aquel largometraje, que obtuvo el Oscar como mejor película extranjera en 2010, cerró definitivamente sus puertas por falta de clientes tras permanecer en el barrio de San Telmo a lo largo de 37 años.
Ubicado en Avenida Paseo Colón 749, el bar Only VI, que luego del suceso de la película de Campanella pasó a llamarse El Secreto, hoy está prácticamente vacío: las mesas que combinan madera con fórmica fueron retiradas, los servilleteros clásicos tampoco están y la barra ya no tiene el brillo de otros tiempos.
Según le informó al diario Ámbito Financiero el último dueño del establecimiento, la decisión de cerrar las puertas tuvo que ver con la falta de clientes.
"Fue por falta de laburo. En los últimos años se vino a pique el consumo", afirmó a ese medio sin revelar su identidad.
También informó que el café se encontraba en ese barrio desde hacía 37 años.
En 2014, tras la gran repercusión que tuvo la película, la Legislatura porteña, por una iniciativa del entonces diputado Roberto Quattromano del PRO, declaró al bar "sitio de interés cultural".
A cuatro años de aquella declaración, una reja tapa las letras doradas que sobre el vidrio rezan "Bar El Secreto", "tostados", "cafetería".
El lugar sirvió como la locación de uno de los diálogos más recordados del largometraje de Campanella. De hecho, algunos vecinos llamaban al bar "la oficina de Sandoval", en referencia al personaje que encarna Francella en la película.
Sentados cerca de la ventana, Sandoval y Espósito –el personaje que interpreta Darín– discuten como cualquier habitué de un café porteño.
Hasta que se levantan y se acercan al centro del bar, donde conversan otros parroquianos.
Entonces aparece un tema infaltable para este tipo de lugares: el fútbol.
"¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar de pasión", afirma el entrañable Sandoval.
Mientras tanto todos lo miran, acodados a una barra que hoy se encuentra completamente vacía.
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