Por Marou Rivero
De chico Pablo Ramírez sabía que quería dibujarlo todo. No solo lo sabía, sino que también lo hacía. A través del dibujo soñó con el diseño y lo convirtió en realidad puntada a puntada; primero con práctica y audacia junto a su madre y su hermana y luego agregó la formación universitaria.
Hoy Ramírez es una marca de diseño de indumentaria con mucha identidad en el país, que en 18 años se ha reinventado siempre jugando con las mismas reglas: ropa negra y siluetas que funcionen para todos los cuerpos y edades.
Viste a las mujeres más exigentes y personales de la Argentina y sus diseños se reconocen a la distancia, "viven" en su propio espacio – tiempo, su ropa "no tiene vencimiento". El nuevo tiempo le presentó a las redes sociales y con mucha sensibilidad -y nada de estrategia- logró crear una plataforma que sirve para el e-commerce, y también nutre sobre cine, arte y mujeres que transformaron la historia a sus miles de seguidores.
En diálogo con Infobae, el diseñador explora la belleza greco-romana como su punto inicial para pensar el cuerpo y la moldería con la que diseña para este mundo. Critica los cánones de belleza impuestos por la industria publicitaria desde los años ´60 y vaticina que hasta que no veamos la crueldad existente en querer ser eternamente jóvenes no podremos escapar jamás a toda la expectativa de género que se nos impone.
-¿Siempre supiste que querías ser diseñador?
-En realidad siempre quise dibujar, dibujé desde muy chico y mi aproximación a la moda es a través del dibujo. En mis ilustraciones siempre estaba presente el tema de la silueta, de la figura humana, entonces de alguna manera fue un desencadenante. Comenzó como un juego y una forma de expresión. Una manera de comunicarme. Siempre estaba dibujando, desde muy chico dibujaba en cualquier parte, casi de manera enfermiza, todo lo que encontraba lo dibujaba. Los libros de mi colegio estaban dibujados en los bordes, la mesa, el pupitre. Mi papá era mecánico y yo iba a acompañarlo al taller y me la pasaba dibujando con el dedo sobre los autos, con aceite en el piso, los talonarios de facturas, todo el tiempo dibujaba.
-¿Y cómo fue cuándo materializaste por primera vez una prenda?
-Comencé a hacerlo con mi hermana, mi mamá y una modista que estaba a la vuelta de mi casa. De chico pensé que iba a ser artista plástico, y por eso lo primero que pensé en estudiar fue Bellas Artes. También quería ser bailarín, yo siempre digo que soy Billy Elliot (N. de la R. se refiere a la película inglesa en donde un joven de clase trabajadora descubre su talento para el ballet) pero con mal final (risas) … porque no fue en Inglaterra, ni mi padre era minero. Mi infancia ocurrió en Navarro y con padre mecánico es bastante parecido. Naturalmente, la ropa comenzó a concretarse y en mi adolescencia a mediados de los ´80 apareció el concurso de Alpargatas y yo aunque era menor de edad empecé a presentarme. Ellos me incentivaban a que siguiera participando, hasta que coincidió que cuando terminé el secundario se abrió la carrera de diseño de indumentaria: fue como un momento mágico, porque pasé de jugar a entrar a la Universidad y cursar una carrera. En el año 1994 gané la primera mención y un contrato de trabajo para desarrollar mi colección en París.
-Lograste resignificar un estilo muy preciso y puntual. ¿Siempre supiste que querías diseñar con esa silueta, que esa era tu línea de trabajo?
-Desde el 94 al 2000 estuve trabajando en diferentes marcas y notaba todo el tiempo la carencia de una identidad, había un problema muy grande con el tema de la identidad. Entonces cuando en el 2000 me lancé -y que fue a través de Dolores Navarro Ocampo- ella me dió un empujón y me dio una pasarela donde mostrar mis cosas y me dijo: ¡Hacelo!
Yo decidí que quería ser un diseñador de ropa negra y lo que dibujaba tenía que ver con eso. Igual es muy gracioso porque después yo empecé a mirar, y hoy mismo miro cosas que hacía a los 15 ó a los 12 años; y ya estaba marcado el tema de la silueta, de la figura. Cuando comencé me propuse eso: que mi trabajo se pudiera reconocer, yo no quería tener que firmar cada prenda sino que cuando uno viera la prenda pudiera reconocerla.
-¿Y el negro?
-El negro en realidad para mí es la excusa para que no haya distracción, y para que la mirada se concentre en la silueta, y además a mí no me interesa la moda como algo pasajero.
No me interesan las tendencias, no las sigo. Ahora se habla de lo sustentable y yo pienso que de alguna manera yo comencé a pensar en eso antes porque en mis inicios dije: no quiero que mi ropa tenga fecha de vencimiento, quiero hacer prendas que tengan calidad, un corte y una silueta que sean eternas. Que cada uno se encariñe con eso y quiera usarla temporada tras temporada. Y de alguna manera mucha gente me cuestionaba: ¡pero eso no es comercial! Si vas a hacer el vestido negro perfecto, la falda negra perfecta, cuando te lo compren se te terminó el negocio. Y la verdad es que nunca tuve una estrategia, siempre me maneje más por el impulso, por la pasión, por mi creencia, por ser auténtico y no traicionarme, entonces creo que -el mío- es un camino a largo plazo en realidad.
-Pasaron 18 años y podemos decir que lo has logrado, la gente reconoce tus diseños, te siguen eligiendo, no has perdido a tus fieles seguidoras…
-Sí , además se ha ido renovando, ha ido creciendo y la verdad que estuvo bien no encasillarme en un target hago vestidos de 15 años, novias, tengo la colección de prêt-à-porter, la de denim y T-shirts. Es un rango muy amplio y a mí siempre me da satisfacción que las clientas redescubran su cuerpo cuando se calzan una prenda mía.
-¿Cómo es ese proceso? porque es mirarse a los ojos con alguien que abraza las curvas, la feminidad, me imagino que debe ser un momento increíble.
-Mi punto de partida además con el dibujo tiene que ver con la moldería, yo trabajo muy enfocado en la moldería y en el cuerpo, y en este concepto que tengo yo de la belleza que tiene que ver con la armonía, con la belleza clásica, con la simetría, con valores que tiene que ver con lo clásico grecorromano. Voy pensando las prendas para que diferentes cuerpos -cuando se las pongan- se vean favorecidas. Se vean más esbeltas, más delgadas. Muchas veces pasa que lo ven colgado en la percha y como la ropa que hago yo no tiene bordados, no tiene estampa, yo digo son todos trapos negros, y cuando te calzas eso y tu cuerpo porta eso hay una transformación.
Descubrir la cintura, el talle, el largo de la pierna, la verdad que es algo que me da mucha satisfacción. Más allá de que a mí me encanta hacer desfiles y fotos, pero ver gente de verdad – que no responde al canon de las medidas de una modelo- y hacer que se vea mejor, eso se le nota en la cara. Porque en realidad el trabajo que yo hago con el negro de alguna manera es subrayar a esa mujer, a ese hombre para que lo que se ve o salga a la luz sea la esencia.
-¿En qué otras cosas encontrás belleza?
Me gusta mucho el arte en general; el cine, la literatura, la arquitectura y la naturaleza. Para mí en la armonía, en el equilibro, en la simetría…
-¿Cómo te llevás en este tiempo con las "exigencias" que dictan las redes sociales? ¿Son nuevos códigos para contar quién es Pablo Ramírez y qué es lo que hace?
-Desde que comencé a trabajar en la moda, nunca me manejé con estrategias o un plan previamente elaborado, siempre fue instinto y con las redes sociales me paso lo mismo. De alguna manera las descubrí, me las presentaron, me introduje y nunca tomé -hasta hace poco- consciencia de que en realidad tiene que ver con una expresión.
Para mí las redes sociales tienen que ver con comunicar y me pasó en un viaje que estábamos en Venecia y cruzando un puente un español me dice: Ramírez de Negro, te sigo en Instagram y no lo podía creer. Yo miro el número de seguidores y no tomo consciencia, por que la verdad es que desde que comencé a postear en las redes, nunca pensé en hacer algo pensando en cuál iba a ser la reacción. Siempre pensé: hago lo que me gusta, muestro lo que me gusta, lo comparto desde ese lugar.
-¿Y ahora que ya sabés que hay una expectativa lo seguís haciendo con el mismo juego?
-La diferencia que yo noto es que uno va creciendo, va madurando, y perdés el atrevimiento. Hoy me pienso con 18 años de trabajo y digo :"Qué atrevido decir voy a hacer nada más que ropa negra", pero de todos modos no me siento prisionero, me siento cómodo. Uno va creciendo y evolucionando y seguís siendo el mismo, pero no sos el mismo en realidad y todo eso se va reflejando en mi trabajo.
-También diseñás vestidos para quinceañeras ¿Cómo ves a las nuevas generaciones?
-A mí me impacta mucho la diferencia que suele haber entre las chicas de 15 y las novias. Siempre me da la sensación de que alguien de 15 es muy chiquito, una nena y la verdad es que a esa edad tienen una decisión, una claridad y están muy seguras. Y por ahí alguien que se va a casar de veintipico o más no está tan presente en sí misma como una quinceañera.
Una chica de 15 está muy conectada consigo misma y por ahí una novia está más consciente de la familia, del que dirán, de cómo me ven que de ella misma. Entonces diseñar para una de 15 es una fiesta, están las que me eligen por que saben lo que hago y quieren exactamente eso y están las que me eligen porque les gusta cómo lo hago, pero no quieren ser una chica Ramírez y ahí el desafío es interpretarlas, acompañarlas, es muy interesante.
-¿Y cómo ves esta misma determinación sobre la ropa pero en otros temas?
-Me encanta, yo hice el secundario cuando volvió la democracia, entonces todos estos procesos que sucedieron en estos años han sido muy revolucionarios, y hoy para mí ver a los adolescentes desde lo que pasa en la tele, las redes y en la calle – tengo un hijo de 18 años- me parece increíble, lo festejo mucho.
-¿Y que sean ellos quiénes hoy derriban los estereotipos de belleza?
-Siempre digo que nunca fui joven. De niño y viviendo en Navarro lo único que quería era irme y ser mayor eso era lo más importante para mí. Antes de los '60 o eras niño o eras adulto, y uno ve las fotos de la abuela y dice: tenía 20 pero parece de 50. Ya en la década del 60 con la publicidad se pone de moda ser joven y para mí el canon de belleza de que solamente lo joven es bello es muy cruel y es irreal además. Ahí comienzan todas las cirugías estéticas y querer sostener – a cualquier precio- un momento de tu vida que no se puede sostener, porque simplemente pasa…
-Porque de eso se trata la naturaleza …
-Exactamente es una batalla perdida. Siempre subrayo: no insistan con que ser lindo solo es eso, porque en realidad la belleza está en otras cosas. Siempre creí en eso y de hecho la ropa que yo hice desde un principio estaba pensada para un cuerpo de cualquier edad. Por ejemplo, digo no a la mini porque para mí la rodilla de alguien de 12 no es la misma que la de alguien más grande. Y pienso ¿por qué tengo que exponer una persona? O mostrar el cuerpo, si la belleza se enfoca en que es un cuerpo joven, todo eso pasa. A veces quedan atrapadas ahí en tengo que mostrar la piel, o tengo que mostrar el cuerpo y en realidad ¿Hay que mostrarlo? ¿Por donde pasa la belleza? Insisto en subrayar que es mejor sugerir que mostrar.
(Fotos: Christian Bochichio)
Agradecimientos Palacio Duhau Buenos Aires
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