Cómo las relaciones 2.0 potencian la cibervigilancia y la necesidad de "presencia virtual"

El llamado "espionaje obsesivo conyugal", la desesperación por la falta de un "visto" y las nuevas tácticas de conquista virtual surgieron como resultado de diversas aplicaciones y plataformas sociales. Cómo las tecnologías distorsionan la dinámica de las relaciones en una época donde la conectividad atenta contra la privacidad. La opinión de los especialistas.

La desconfianza, la duda y el deseo si bien son constitutivos de toda relación amorosa, las nuevas tecnologías vinieron a aportar un nuevo escenario dónde amplificarlos. (Getty Images)

"Presencia virtual". ¿Cómo partir hacia la reflexión desde este oxímoron, que encierra parte de las contradicciones en las que hoy estamos envueltos la mayoría de los mortales con el uso de la tecnología y en especial de las redes sociales?

Es cierto que las nuevas tecnologías proporcionaron maneras y canales innovadores que mejoraron la comunicación entre las personas: mensajes de texto instantáneos, correos electrónicos, imágenes y videos que duran solo segundos. Y todo en tiempo real. También es cierto que permiten una comunicación inmediata, eficiente y que conectan a un mayor número de personas, pero a la vez evidencian efectos negativos en las relaciones sociales en general y de pareja en particular.

"¿En quién pensará el otro?" o "¿Con quién hablará?", son algunas de las preguntas que existieron desde siempre en los lazos amorosos, pero que ahora los seres humanos creen poder responder a través de diferentes plataformas multimedia. "Uno tiene la sensación de que revisando un teléfono va a descubrir algo; lamentablemente, la sensación es solo ilusoria", advirtió en diálogo con Infobae Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

"La desconfianza, la duda y el deseo por tratar de saber todo acerca del otro es constitutivo de toda relación amorosa. Las nuevas tecnologías solo aportaron un nuevo escenario donde esto se multiplica y potencia. Los individuos exponen en las plataformas virtuales escenas que corresponden al mundo de lo íntimo, convirtiéndolas de esa manera en públicas".

Con el creciente uso de teléfonos celulares y de las redes sociales, las personas a menudo esperan una respuesta instantánea a la comunicación. Y si no la reciben se frustran o se sienten rechazados.  (Getty Images)

La tecnología moderna permite a las parejas estar en contacto permanente entre sí, de nuevo: en tiempo real. Una respuesta tardía, o ninguna, a un mensaje escrito u oral provoca en muchas personas un sentimiento de sospecha, enojo o ira.

"El espionaje digital, la desesperación por la falta de respuestas y las exhaustivas preguntas intrusivas muestran un ferviente deseo de ver más allá del celular o la casilla de correo de una pareja. En ese intento, se viola su derecho a mantener íntimo lo privado, quitando así la libertad de elegir qué compartir y qué no", aseguró a Infobae Lorena Campero Bilbao, psicoanalista de APA.

La mayoría de los engaños se descubren a través de los dispositivos móviles, ya sea porque los revisan, porque se dejan al alcance del otro o por accidentes. (Getty Images)

Espiar el celular, acción transgeneracional

Gabriela Rougier, psicóloga experta en relaciones de pareja, reveló en diálogo con Infobae que la mayoría de los engaños se descubren a través de los dispositivos móviles, ya sea porque los revisan, porque se dejan al alcance del otro o por accidentes.

Según una encuesta, el 15% de los adultos que están en una relación lee los mensajes de texto y de las redes sociales de sus parejas- sin su permiso- todos los días. La generación millennial son aún más propensos a espiar que cualquier otro grupo etario: casi uno de cada cuatro, 24%, lo hacen todos los días.

El llamado espionaje obsesivo conyugal genera una sensación de angustia y necesidad de control que no puede ser saciada hasta revisar por completo la vida del otro. (Getty Images)

Cuando se trata de un individuo demasiado inseguro, cuantas más explicaciones le dé la persona que cae bajo esa sospecha, más se alimentarán las dudas y se fomentará la necesidad de seguir indagando.

Conocer hasta el último detalle de la vida del otro, se convierte en un hábito adictivo. Se trata del llamado espionaje obsesivo conyugal, que nunca es saciado.

"Cuando la vigilancia es extrema, obsesiva y sin tregua, denuncia un fracaso en la construcción del espacio de confianza compartida", manifestó Martínez Donaire. Para Campero Bilbao, "la conquista de la confianza se consigue en en un espacio seguro y confiable, movidos por el deseo de entregarse y no por medio de un arrebato de lo íntimo".

Dentro de lo íntimo entran en juego aquellos contenidos que por diferentes motivos el sujeto decide guardar y no colocar en el escenario de la intimidad con la pareja. "A su vez, dicha selección también es realizada cuidadosamente a fines de sostener el lazo erótico", aseguró Campero Bilbao.

Para los especialistas, si bien con el auge de las redes sociales las posibilidades de vigilancia se potenciaron y multiplicaron, que los seres humanos quieran cumplir con el rol de detective privado no es una actitud novedosa. (Getty Images)
“No todo debe ser compartido con el otro, y eso no necesariamente significa mantener secretos. Simplemente no todo lo que uno hace, piensa o siente debería ser compartido con el otro como una premisa universal”, precisó Martínez Donaire.

Las redes sociales provocan la ilusión de que podrían no existir más secretos, y que todo podría ser mostrado y a la misma vez descubierto.

No obstante, para Martínez Donaire, el primer y más importante espacio privado del ser humano está intacto y se trata de la intimidad de la propia mente, donde se encuentran los sentires y las cuestiones más resguardadas.

"Los términos 'vigilar' y 'amor' no son compatibles. Celar implica conectarse con la idea de que es necesario cuidar una relación, pero la vigilancia extrema no construye un vinculo saludable", afirmó Rougier.

Apps de mensajería, o "la tortura moderna"

Las herramientas de últimas conexiones y “vistos” cuestionan las bases sobre las cuales se construye cualquier relación. Algunos expertos la llaman la “tortura moderna” (Getty Images)

La excusa: "Lo siento, no leí tu mensaje", se tornó insostenible en casi todas las redes sociales y aplicaciones de mensajería. La última conexión, el doble "check azul" o el famoso "visto", notifican al remitente acerca de un mensaje enviado, entregado y leído por el destinatario.

Las personas no solo utilizan la función del “visto” para investigar posibles engaños, sino para determinar si sus mensajes de texto son ignorados deliberadamente. En definitiva, para controlar.

Arrancó primero Whatsapp, la principal aplicación de mensajería, -al comienzo a disgusto de los usuarios- y siguieron sus pasos el resto de las aplicaciones, que brindaron a los usuarios más herramientas de control y seguimiento de las personas.

Aunque la marca de tiempo puede convertirse en una especie de obsesión entre parejas que se controlan, sin embargo puede ser una herramienta valiosa para estar al tanto del bienestar del entorno familiar. (Getty Images)

"Al estar conectados todo el tiempo, las parejas pueden fortalecer sus vínculos amorosos y compartir la vida cotidiana con el otro, que de otra manera quedarían fuera del radar de la pareja. Sin embargo, estar bien con el otro no significa compartir y dialogar completamente todo", advirtió Rougier.

"Me gusta" , "No me gusta"

Los individuos al mostrar su vida en las redes sociales reciben -y esperan- el reconocimiento de los demás. Así, los ‘me gusta’ actúan como pruebas de reconocimiento, y del mismo modo cuando esto no sucede de exclusión.  (Getty Images)

"Revisar las redes sociales de otra persona -una pareja, colega, familiar o amigo- genera la sensación de "entrar en la cabeza" del otro, cuando en realidad leer un chat, ver fotos ajenas, o dar un 'me gusta' está muy lejos de conocer lo que al otro le pasa por la mente. La vigilancia como método de seguridad es ineficaz, no resuelve nada y solo genera un efecto tranquilizador temporario", aseguró Martínez Donaire.

La foto de perfil, las publicaciones y las historias son todos métodos de conquista muy utilizados y exhaustivamente controlados por los propios usuarios. Cada una de las herramientas que ofrece el mundo virtual actúa como un GPS que además permite localizar a los individuos en un lugar y momento determinado. La cibervigilancia es un fenómeno en auge que puede acabar deteriorando las relaciones sociales y de pareja.

"Sucede que social y culturalmente, sobre todo en las generaciones más jóvenes, se ha instalado un ideal socio-cultural de que la posibilidad de exhibirse, el 'darse a conocer' es socialmente valorado", agregó Martínez Donaire.

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