Es normal compararse con el otro. Cada día, en la vía pública, en el trabajo, en la facultad, uno ve siempre personas más lindas, más inteligentes, más delgadas o con mejores autos, más exitosas o que viajan más. Sin embargo, la comparación constante con los demás debe evitarse.
"Una de las mayores equivocaciones que solemos cometer los humanos es entrar en el terreno de las comparaciones", explicó en diálogo con Infobae la escritora y psicóloga Celia Antonini. "Cada vez que una persona se compara con otra, comete un error. La comparación en sí misma es una gran equivocación y sus efectos pueden ser devastadores para la autoestima, pero, peor aún, nos hace sentirnos mejores o peores en relación a aquello que estamos comparando y eso provoca una distorsión en nuestra propia imagen".
Tener una imagen equivocada de uno mismo puede llevar por un largo camino de sufrimiento y malestar. Por eso es tan importante tener en claro los riesgos y consecuencias que provoca hacer comparaciones con las demás personas.
El primer error es intentar la igualdad. "No podemos hablar de igualdad cuando estamos comparando seres humanos. Cada persona es diferente. Hay más de 7.000 millones de formas de ser en el planeta Tierra, una por cada habitante", aseguró Antonini.
Podemos tener muchas coincidencias con los demás, pero seguiremos siendo únicos e irrepetibles. La única coincidencia al 100% es con nosotros mismos, como afirmó la psicóloga: "De acuerdo a la comparación que hagamos, será el resultado que obtengamos. Si nos comparamos con alguien que está peor que nosotros, automáticamente nos sentimos bien, pero si la comparación resulta negativa, el malestar aparece al instante".
Las comparaciones nos llevan por caminos equivocados, porque tomamos un solo aspecto de la vida de una persona y lo medimos con toda nuestra vida. Ahí radica el error.
“Si nos comparamos con alguien que está peor que nosotros, automáticamente nos sentimos bien, pero si la comparación resulta negativa, el malestar aparece al instante”, dice Antonini
"No puedo compararme con alguien que no nació en mi familia, no tuvo mi educación, no tuvo a mis papás de padres y a mi hermano de hermano. No se crió en mi barrio, ni compartió mis mismos maestros, mis dolores, mis alegrías, mi forma de pensar, ni se crió bajo el mismo cielo. La persona con la que me comparo no tiene mi cabeza, ni mi personalidad, ni ha vivido mi vida", aseveró.
Ver al otro pasar no debería llevarnos más que unos segundos de nuestra atención y, sin embargo, muchas veces quedamos atrapados en lo que circula a nuestro alrededor, en lugar de enfocarnos en nuestro camino.
Para esto, la técnica de la visualización ha dado resultados extraordinarios. El concepto es muy simple: visualizar algo es construir una imagen de alguna situación que se imagina mentalmente y que todavía no sucede en la realidad: "Si visualizamos lo que queremos obtener, una parte del camino ya la tenemos ganada, sobre todo porque nuestro cerebro, sin cuestionarse ni saber porqué ira, como un niño obediente dirigiéndose a la meta que nos hemos propuesto. Somos nosotros con nuestra decisión, planificación y razonamiento quienes podemos darle el curso que queramos a nuestra vida".
"Hay mucho por hacer. No hay que gastar el tiempo mirando a los que, circunstancialmente, pasan por al lado. Compararse con uno mismo, esa es la clave", concluyó Antonini.
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