La sobrecarga de trabajo, la excesiva responsabilidad y, fundamentalmente, la sobrevaloración de las nociones de éxito o fracaso que cada uno tiene en sus tareas cotidianas llevan a la abrumación de los empleados que, sin darse cuenta, muchas veces comienzan a padecer estrés laboral.
La Organización Mundial de la Salud describe al estrés laboral como aquel que afecta negativamente a la salud psicológica y física de los trabajadores, y a la eficacia de las entidades para las que trabajan.
Lo cierto es que el lugar donde desempeña cada uno la profesión dejó de ser "sólo un trabajo" y muchas veces cuando la jornada termina, "cortar" -tanto física como mentalmente- se vuelve una misión imposible.
"El estrés es una respuesta natural del organismo frente a situaciones en donde el organismo y la mente humana fracasan", afirmó a Infobae Gabriela Martinez Castro, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad.
De esta forma se comprende al estrés como una reacción natural del cuerpo humano. Más precisamente, es un mecanismo de defensa instintivo para cuando nos encontramos frente a una amenaza.
Los síntomas
"La persona suele naturalizar los síntomas porque vivimos en una sociedad que le exige a esa persona poner en juego al organismo permanentemente, generando señales que esa persona no registra como estrés", comentó la directora del centro de estudios especializado en trastornos de ansiedad.
Los síntomas más usuales son el corazón acelerado, la sudoración fría y respiración entrecortada: "la gente no se da cuenta de las señales que le da el organismo, pero sin duda se dan cuenta de las consecuencias, que es cuando deciden acudir a un profesional".
Consecuencias
La especialista distingue dos tipos de consecuencias. En primer lugar las psicológicas: irritabilidad, cansancio, insomnio, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria, angustia, falta de paciencia, dificultad para esperar, entre otras. En segundo lugar, las físicas: contracturas musculares, sueño no reposado, cefalea, taquicardia, temblor, problemas gastrointestinales, aumento o descenso de presión arterial y, la más grave, ataque de pánico.
"La típica frase de muchos pacientes es: 'Yo estaba bien, tranquila y de repente empecé a tener ataques de pánico'. La gente no toma dimensión del estrés hasta que presenta alguno de las consecuencias", afirmó.
Cómo tratarlo
La especialista día a día se enfrenta a pacientes con ansiedad y estrés. "Diría que 4 de cada 10 personas sufren de estrés porque están predispuestos biológicamente o porque se enfrentan todos los días a situaciones que naturalizan y no tendría que ser así", dijo.
"Lo más importante es que la persona pueda cambiar los pensamientos, ya que todo lo ve negativo. Tiene que empezar a evaluar la forma en la que perciben la realidad y llevar un registro de lo que piensan en forma negativa para ir mejorando", concluyó la profesional.
SEGUÍ LEYENDO
¿Qué tan importantes son los espacios de trabajo en el rendimiento laboral?
Cómo aprender a reconocer y controlar el estrés
Dieta y estabilidad emocional: por qué el estrés es el peor aliado a la hora de bajar de peso