Por Gonzalo Erize*
Cuando vemos con nuestros propios ojos la indigencia en la que viven muchas personas, un sentimiento de tristeza e impotencia se adueña de nosotros. El querer actuar y hacer algo se vuelve un impedimento cuando observamos que la situación es muy grave y nos sobrepasa. Nos sentimos vulnerables. El querer pasar de la intención a la acción se vuelve casi imposible.
La suerte, al nacer, es un factor que define el comienzo de nuestras vidas. hay mucha gente que nace en contextos hostiles, donde todo lo que han visto y vivido es miseria, hambre, peleas y abusos. Son personas que no tienen la suerte de nacer en una casa con amor, comida y contención.
Magalí Duarte perdió su casa luego de un incendio. Llegó a Plaza de Mayo sin nada, de la mano de sus hijos: Lucas, Xiomara, Alma, Milena y Tobías. La habían perdido todo y estaban solos sin nadie que los ayude. Vivieron un año entero en la calle. Pero gracias a la ayuda de un hombre común y corriente, pero con muchas ganas de marcar la diferencia, Magalí y sus hijos pudieron salir adelante.
Alejandro R. perdió una hija debido a un escape de gas en su casa. Quizás esa tragedia fue el disparador que lo llevó a intentar aportar su granito de arena. Junto al equipo de Saun, la red solidaria fundada por el joven argentino Gonzalo Erize, sacaron a los Duarte de Plaza de Mayo, les dieron ropa, alimentos, le consiguieron una casa y vacantes en la escuela, asistencia médica, psicológica y amor. Magalí consiguió trabajo y el destino de la familia está cambiando.
Y los niños de Magalí son muy respetuosos y educados. Eso es lo más increíble de todo, que dentro de todo lo que viven, las carencias, la falta de alimentos y los peligros a los que están expuestos, que estén siempre sonriendo. Son personas inocentes que necesitan de alguien que les tienda la mano y pueda jugársela por un futuro mejor para ellos.
No me olvido más del día en el que logramos sacarlos de la calle. Fuimos con Alejandro, les comunicamos que queríamos que vivan mejor, nos sentamos en un café cerca de la Casa Rosada, llamamos a muchos hoteles y, luego de varias llamadas, conseguimos uno acorde y con todas las comodidades. Cuando nos subimos al taxi, Milena no paraba de llorar. Nos decía que estaba feliz, que no quería volver nunca más a dormir en la calle. Fue un llanto que duró todo el trayecto. Pero eran lágrimas de alegría, de desahogo, y, sobre todo, de esperanza. Sabía que esa día su destino estaba cambiando y la vida le iba a dar una nueva oportunidad.
Los primeros días fueron muy difíciles. Nos organizamos y nos propusimos ir cuatro veces por semana para vigilar que estén bien y tengan todo lo necesario. De a poco todo fue tomando forma, con esfuerzo y dedicación. Se convirtieron en personas renovadas, con ropa nueva, limpios, bien comidos y sobre todo contenidos .
Pero los peligros seguían a la orden del día. Magalí estaba amenazada por su cuñado, quien se acercaba a ella siempre que se encontraban en Plaza de Mayo para pegarle y advertirle sobre un episodio que había ocurrido hace dos años: Magalí había presenciado el momento en el que su cuñado cometía un robo y era testigo de la causa. le pegó una y otra vez hasta dejarle marcas en la piel, moretones gigantes. Al enterarnos de la situación, se decidió acudir a la Defensoría de la Mujer y establecer la perimetral. Así se logró ponerle fin a las amenazas, para que Magalí logre vivir tranquila y protegida.
La solidaridad exhibida por Alejandro y el equipo de Saun es un ejemplo a seguir, es un paso más hacia una sociedad menos indiferente, que transforme realidades y que se haga cargo. Que se ponga el compromiso al hombro.
Hoy, una familia más puede sonreír y vivir con la certeza de que la indigencia es parte del pasado, y que el futuro sin dudas tiene color a esperanza
*Gonzalo Erize creó una organización llamada Saun, que se dedica a atender casos de niños que viven en extrema vulnerabilidad, sufren de graves problemas de salud o la falta de techo.
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