La forma moderna de contemplar a un vestido como se contempla a una obra de arte debe rastrearse en los esfuerzos de aquellos que se animaron a romper las reglas. Desde Coco Chanel a Anna Wintour, estos son algunos de los iconos femeninos que han alterado de forma definitiva la manera de crear, entender y llevar la moda.
André Malraux dijo que, del siglo XX, tres nombres permanecerían en Francia: de Gaulle, Picasso y Chanel. Gabrielle "Coco" Chanel fue la mujer que transformó la moda femenina tal como la conocemos. Saturada por las vestimentas recargadas de la Belle Epoque, diseñó prendas holgadas, sencillas y versátiles que surgieron, en muchos casos, de la adaptación del vestuario masculino al cuerpo de la mujer. Entre sus creaciones están el petit robe noire o vestidito negro, el traje sastre de tweed, las joyas de fantasía como los famosos collares de perlas de Chanel y el bolso con cadena larga. El uso del pantalón en la mujer fue otra de sus revoluciones: actrices como Marlene Dietrich y Katharine Hepburn estuvieron entre las primeras en adoptar esta prenda y en convertirse en iconos de la moda con un estilo ligado culturalmente a lo masculino.
Coco tuvo competencia. Elsa Schiaparelli, diseñadora de la casa homónima, creó prendas que se oponían a todo lo predicado desde la Maison Chanel de Rue Cambon. No buscaba funcionalidad ni practicidad: para Schiaparelli la moda estaba a la altura arte y, por lo tanto, era más importante innovar y sorprender que crear trajes usables. Se la considera una diseñadora surrealista -su amistad con Salvador Dalí puede haber ayudado en la construcción de esta imagen- debido a prendas como el sombrero-zapato y el vestido langosta. Además, fue ella quien creó el desfile espectáculo como lo conocemos hoy y dio por obsoletas a las anticuadas exhibiciones privadas.
En las revistas como Vogue y Harper's Bazar, que apuntaban al segmento de las mujeres "de sociedad" y brindaban consejos vinculados a las actividades del ama de casa, otro cambio se produjo a partir de 1930. Diana Vreeland, desde ambas publicaciones, reformó la profesión del editor de moda y, en simultáneo, transformó la moda en sí misma: ahora las revistas también estaban a la altura del arte. Esta fue una gran personalidad de la época y estableció vínculos con personajes como Andy Warhol, Yves Saint Laurent y Jackie Kennedy, a quien aconsejaba en su vestuario.
Madame Vreeland fue conocida, además, por tener un carácter fuerte y exigente que llegó a servir de inspiración para el personaje de Kay Thompson, Maggie Prescott, en Funny Face, la película de 1957 protagonizada por Audrey Hepburn. Sin embargo, para la actriz, no fue este film sino un robe noire de Givenchy, perlas y guantes de fiesta en un improvisado desayuno frente a Tiffany & Co lo que necesitó para valerse con la eternidad. Esta escena de Desayuno en Tiffany's, la novela de Truman Capote adaptada al cine en 1961, se encuentra grabada con fuego en los cánones de la moda. Fuera de la pantalla, la actriz popularizó el estilo casual que difería de los conjuntos recargados que se estilaban en Hollywood por ese entonces.
La fama de Hepburn y el estatus de ícono de 1950 y 1960 fueron compartidos por otras mujeres, como Marilyn Monroe, Catherine Deneuve, Brigitte Bardot, Grace Kelly y Jane Birkin, que marcaron tendencia en sus respectivos estilos. Las dos últimas incluso fueron inmortalizadas por las carteras que la famosa casa parisina Hermès bautizó en su honor: el bolso Kelly y el bolso Birkin. Fue, además, en esta época que Mary Quant, la diseñadora inglesa, popularizó la minifalda.
Londres, Inglaterra. Esta ciudad, en donde nació la revuelta cultural de la década, siguió ostentando el título de epicentro del cambio cultural y se vio asediada, en los '70, por un nuevo movimiento: el punk. Este estilo, caracterizado por el uso de imperdibles, prendas rotas, tachas y tartán, encontró en una mujer, Vivienne Westwood, a su diseñadora más importante. Pareja de Malcolm McLaren, manager de los Sex Pistols, vistió a los integrantes de esta banda con las prendas de su tienda SEX, una pequeña boutique en King's Road, y definió con ellas el estilo de toda una generación.
Una vez que la llama del punk se hubo apagado, Madonna, con sus abundantes accesorios, su cabello despeinado y sus tules, se erigió como la encargada de dictaminar cómo se vestía una joven en los '80. Desde el palacio de Buckingham, con una actitud transgresora similar pero un estilo distinto, Diana de Gales, o Lady D, fue otra de las mujeres que estableció las pautas de estilo de la época, por lo que muchos la consideran la "it girl" de la década.
Casi finalizada la era de la cantante de Like a Virgin, en 1988 asumieron la dirección de Vogue Estados Unidos y Vogue Italia, respectivamente, dos figuras que, al igual que lo hizo Diana Vreeland entre 1930 y 1960, cambiaron la moda a través del periodismo: Anna Wintour y Franca Sozzani.
Wintour es hoy en día la figura más importante del mundo de la moda. Es ella quien está detrás del éxito de gran número de diseñadores y de la imposición de nuevas modas. Su vida está rodeada de leyendas, como el hecho de que usa siempre el mismo modelo de zapatos -unos Manolo Blahnik que el diseñador llamó AW por sus iniciales- o que siempre lleva anteojos oscuros en los desfiles para que sus reacciones no sean evidentes. Poseedora de una fuerte personalidad, fue inspiración para Miranda Priestly, el personaje de Meryl Streep en "El diablo viste a la moda", película basada en el libro de una ex empleada de Vogue.
Esta personalidad también se le adjudica en menor medida a Franca Sozzani, legendaria editora de Vogue Italia, pionera en adjudicar a la moda un papel más allá de la estética y lo aspiracional. A su entender, esta tenía que reflejar los conflictos de la actualidad y cumplir un rol social. Por este motivo, Sozzani adquirió fama por sus escandalosos editoriales sobre el derrame de petróleo en el Golfo de México, la obsesión por las cirugías estéticas en el mundo moderno y la violencia doméstica.
En definitiva, estas mujeres lucharon, con diferentes estilos y personalidades, para erradicar la idea de frivolidad asociada a la moda y defendieron aquello que en algún momento puso en palabras Coco Chanel: "La moda no es algo que solo exista en los vestidos. La moda está en el cielo, en las calles. La moda tiene que ver con las ideas, con la forma en que vivimos, con lo que está sucediendo".