Las mascotas experimentan miedos y fobias a lo largo de su vida como todos los seres vivos. A pesar de que dichos comportamientos se encuentran íntimamente relacionados y se fomentan mutuamente, son diferentes y tienen diversas características.
El miedo es una respuesta normal y puntual que se presenta frente a situaciones desconocidas. Desconfía, actúa cautelosamente, toma distancia, pero si observa que lo que lo asusta no representa peligro para él deja de temer y retoma su actividad habitual.
La fobia, en cambio, es una respuesta de miedo excesiva, exagerada, desproporcionada, que se prolonga en el tiempo, y le impide evaluar si la situación es peligrosa o no. Esta reacción se presenta, por ejemplo, al oír truenos o sonidos muy fuertes.
"Quieren estar en todo momento con su dueño. Están intranquilos, inquietos, jadean y hasta tiemblan. También pueden buscar refugio en lugares impensados, pero como no se sienten seguros en ningún lugar, continúan buscando ese espacio que les posibilite protegerse y calmarse", explicó la etóloga clínica Silvia Vai.
Con el correr del tiempo y sin tratamiento, esta enfermedad comportamental progresa
Y agregó: "El estado del perro angustia mucho a toda la familia que desconoce la manera de proporcionarle ayuda. A veces lo acaricia para calmarlo, otras lo reta, lo ata, lo encierra, le grita o lo castiga. De esta manera, se da un incremento en la tensión, la cual crece como una bola de nieve que se hace cada vez más grande".
También están las mascotas que, al sentir miedo, pueden tirarse desde un primer piso, atravesar rejas, cruzar la calle y ser atropellados ellos a un auto que está pasando, no ser atropellados. Lo que se da en este caso es la falta de capacidad del animal para evaluar cuál es el comportamiento correcto y el riesgo real de lo que está pasando.
Lo ideal sería pensar cómo actuaría otro ejemplar de la misma especie en esa situación. Probablemente, si un perro estuviese con un par, se justificaría que los dos salgan corriendo. También puede suceder que si uno de los dos está tranquilo, transmita esa sensación de relajación.
Pero, ¿cuándo puede ser un peligro para el propietario? "Con los de gran tamaño es muy frecuente que se den episodios de este tipo. Lo más común es que cuando se esconden para refugiarse de aquello a lo que temen, sus propietarios quieren ayudarlos sacándolos del lugar y de esa forma están cometiendo un grave error", detalló la especialista.
"Como están asustados, pueden llegar a manifestar agresión frente a esta situación, morder y lastimar. Esto pasa porque se genera un sentimiento de miedo muy fuerte y a veces no se regula la fuerza de mordida". agregó.
Por eso, las señales e indicios que nos darán la pauta de que el animal se encuentra transitando un estado de alerta son los siguientes: intentar evadir la situación y escapar; aplastarse contra el suelo; orinar o defecar; buscar un sitio donde resguardase; temblar; dilatación de las pupilas, orejas hacia atrás; meter la cola en las patas traseras.
Los genes, una sociabilización deficitaria o distintas experiencias traumáticas o el haber sido separado tempranamente de su madre pueden influir en el comportamiento de una mascota
Por eso, prestar atención al comportamiento de perros y gatos dentro de casa es fundamental y esencial para poder evitar corregir cualquier tipo de comportamiento incorrecto. Sin embargo hay que tener en cuenta que el miedo puede ser desencadenado por otros animales, objetos, ruidos o personas.
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