"Los arquitectos siempre hablan sobre el espacio. Pero crear espacio no es hacer automáticamente arquitectura. Con el mismo espacio, puedes hacer una obra maestra o provocar un desastre", dijo el prestigioso arquitecto Jean Nouvel, ganador del premio Pritzker. Los edificios son el hábitat del ser humano en los tiempos modernos. Comenzaron como un refugio de la intemperie, y pronto la funcionalidad pasó a un segundo plano. Más tarde la estética se volvió fundamental.
Sin embargo, las estructuras arquitectónicas también pueden transformarse en el hogar de otras especies. Así lo probó un proyecto de la firma española Batlle I Roig, que creó un ejemplo perfecto de "microarquitectura" ideada no para el uso y provecho del ser humano, sino de algunas de las especies más diminutas del planeta Tierra: los insectos.
El estudio arquitectónico ideó una estructura que, con ingenio y agudeza, se convierte en un hábitat natural y armonioso para que convivan diversas especies de insectos y arácnidos. Se lo llamó el "Hotel de Insectos", y fue destacado en la edición 2017 del World Architecture Festival, en la categoría "Display: Completed Buildings Highly Commended" (Edificios completados muy elogiados).
El World Architecture Festival es considerado el "Oscar" del mundo de la arquitectura. Cada año premia a los edificios más innovadores y brillantes que fueron construidos en el planeta, o incluso a los proyectos que aún no fueron completados. El programa de arquitectura más grande del mundo recibió este año la mayor convocatoria de su historia, con la participación de 924 proyectos ubicados en 68 países.
Batlle i Roig sin dudas presentó un proyecto único, de escala pequeña y para un usuario particular. Este miniedificio se ubica en el parque Vallmora de El Masnou, una población costera localizada a unos 15 kilómetros al norte de Barcelona, España. ¿Los materiales protagonistas de la estructura? Piedra, madera, arcilla y restos vegetales, que se superponen en diferentes capas.
Este pequeño hotel para insectos es básicamente un rectángulo. Las diversas capas que alberga están especialmente pensadas y ubicadas para atraer y resguardar a una población heterogénea de bichos. La piedra es ideal para cobijar escarabajos, arañas, abejas, grillos, y saltamontes. Quizás hasta mantis religiosas y luciérnagas.
Ubicada sobre la piedra se levanta una capa realizada con bloques de arcilla con agujeros rellenos con paja y barro. Aquí también se pensó en atraer una población de abejas solitarias. Arriba, troncos agujereados de pinos y bambú crean un hogar para ciempiés y larvas de escarabajos. En la capa superior, con una mezcla de cortezas de pino y tallos de rosas y frambuesas -entre otras plantas- busca refugiar a hormigas, avispas, ciempiés, y abejas, entre otros "huéspedes".
Lo cierto es que este proyecto no fue pensado solamente para sus pequeños habitantes. Se trata de un ecosistema vivo único que permite observar la naturaleza muy de cerca y en todo su esplendor, y que con el tiempo buscará preservar especies que se encuentren en peligro de extinción. Esta sin dudas fue la clave esencial que llevó a que el jurado de este año del World Architecture Festival lo haya destacado por encima de tantos otros. Un ejemplo más de arquitectura puesta al servicio del medioambiente.
Fotos: Batlle i Roig
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