No es difícil imaginar que las costumbres alimenticias de la familia real británica no tienen parangón con los de cualquier ciudadano de a pie. Sin embargo, a pesar de que existe el brillo y el lujo, tanto la reina como los duques de Cambridge tienen algunos curiosos hábitos que escapan los protocolos monárquicos.
Darren McGrady, chef que cocinó para la reina, el príncipe Felipe, la princesa Diana y los príncipes Guillermo y Harry entre 1982 y 1993, escribió un libro en 2007 con recetas y recuerdos de su paso por la cocina de los palacios de Windsor, Balmoral, Kensington y Buckingham y contó, en una entrevista reciente con la revista Marie Claire, cómo es realmente la rutina alimenticia y cuáles son las excentricidades de los miembros de la familia real.
En primer lugar, una de las reglas más importantes que hay que saber antes de sentarse a la mesa es que cuando la reina ha terminado de comer, todos deben hacerlo, ya que les son retirados sus platos. Se trata de una regla que persiste hace cientos de años en la monarquía británica y que resultaba especialmente problemática para todos aquellos que se sentaran a comer con la reina Victoria, ya que se dice que era rapidísima comiendo. Comía tan rápido que luego de que le sirvieran primera la comida, los comensales anhelaban no ser los últimos para poder probar al menos un bocado.
Otra integrante con características "especiales" a la hora de la cena era la Reina Madre, progenitora de la actual monarca. Era tan impuntual que era altamente probable tener que esperarla para cenar y, por ese motivo, el personal había resuelto decirle siempre una hora falsa. "La cena era a las 20:30 en Balmoral cuando estaba Su Majestad la Reina Madre", apuntó McGrady. "Solían decirle que era a las 20:15 y ella era la última en llegar. A todos los demás se les decía a las 20:30 porque se sabía que ella ya llegaría tarde".
En cuanto a Isabel II, cada día el personal del palacio le consulta sus preferencias. "En el Palacio de Buckingham elaboramos un libro de menús que se envía a la Reina para que elija los platos que le apetezcan", contó McGrady. "El libro se devuelve a la cocina y allí se preparan. Los menús de la reina se preparan con tres o más días de antelación y se ciñe a ellos religiosamente".
El protocolo no es menor, incluso aunque no haya invitados. Según McGrady: "Aparecían en el té de la tarde junto a la chimenea con ropa de estar al aire libre y luego se cambiaban para la cena. Bajaban con vestidos de noche y se sentaban a la mesa como en una cena de Downton Abbey. Se sacaba toda la porcelana fina. Tras la cena un gaitero tocaba caminando alrededor de la mesa".
Sin embargo, estas reglas se relajaban un poco cuando estaban en el castillo de Balmoral, su residencia en Escocia. "Balmoral es donde la familia real se desmelena. Se relajan y se divierten. Felipe cocinaba en una parrilla. Venía a las cocinas y nos preguntaba por la comida que había: '¿Tenemos salmón pescado por alguien de la familia? La reina ha estado recogiendo fresas con la princesa Margarita, pongámoslas en la cena".
Como cualquiera podría imaginar, algunas piezas de la vajilla que utiliza la reina son de primer nivel. De vez en cuando ella utiliza un plato propio con diamantes incrustados (valuado en 500 mil libras hace 30 años). Sin embargo, según el antiguo chef real, en un ambiente relajado a la reina no le disgusta comer directo de un tupper. "La gente siempre dice 'oh, la reina comerá en platos de oro con cubiertos de oro'. Algunas veces sí, pero en Balmoral come fruta de un tupperware de plástico amarillo", afirmó.
McGrady también presenció de primera mano los duros trastornos alimenticios de la princesa Diana. "Un día me dijo: 'Darren quiero que te ocupes de todas las grasas y yo me encargaré de los carbohidratos en el gimnasio'. Cambiamos todo, arrojé mi libro de recetas del Palacio de Buckingham y comencé a cocinar saludable. Cuando estaba en el Palacio de Buckingham, su bulimia era definitivamente una cosa oculta. No lo sabíamos. No fue hasta que ella lo confrontó, y todo el mundo se dio cuenta, que ella comenzó a comer realmente saludable. Le gustaban los platos como pimientos rellenos y berenjenas rellenas y amaba los pescados". Y reveló que Lady Di no comía carne roja, sólo cordero en ocasiones especiales.
En cuanto a William y Harry, el cocinero contó que, siendo niños y con la complicidad de su madre, escapan a los protocolos del palacio. "Recuerdo que la princesa vino a la cocina un día y dijo: 'Cancelen el almuerzo de los chicos, los voy a llevar fuera. Nos vamos al McDonald's", rememoró McGrady. "A los chicos les encantaba el McDonald's, salir a cenar pizza y comer pieles de papa. Eran príncipes pero tenían paladares de niños".
En cuanto a los alimentos predilectos de la reina, Darren reveló que Isabel no puede resistirse ante un buen cacao. "A la reina le encanta comer cualquier alimento de la finca, pero, por supuesto, le encanta el chocolate. Cuanto más oscuro mejor". Por otro lado, su peor enemigo alimenticio es el ajo. "Nunca quería ajo en el menú, odiaba el olor y odiaba el sabor". Y, para el desayuno -aunque siempre están presentes los scones ingleses- como a tantas otras personas en el mundo, le gusta desayunar cereales: "El desayuno era muy simple para Su Majestad. Unos cereales Kellogg's de un recipiente de plástico del que se servía ella misma. Y un poco de té Darjeeling".
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