Paloma Herrera llega a la suite presidencial del Hotel Alvear sólo 5 minutos tarde. Su andar es tranquilo y seguro, como durante tantos años se notó en los escenarios. Su actitud, al principio distante, comienza a ablandarse, y la prima ballerina del American Ballet Theatre y actual directora del ballet estable del Teatro Colón le da lugar simplemente a Paloma.
Se ríe, relajada. No le gusta hablar sobre su vida privada, pero revela un amor incondicional hacia sus padres, que reconoce que la moldearon en la persona que es hoy, tan admirada a nivel mundial. Su nuevo cargo en el Colón la tiene corriendo todo el día, sumergida dentro del teatro durante todo el día. pero le encanta. Ahora conoce las dos caras. Y también es empresaria y escritora, se podría decir. Lanzó recientemente un perfume y además escribió el libro "Una Intensa Vida".
Sin dudas, su vida fue intensa. Descubrió su pasión a los 7 años y viajó a Nueva York a los 15. Tuvo una infancia y una adolescencia, pero ella no cree haberse perdido nada. En una entrevista exclusiva con Infobae, Paloma Herrera habló de su vida, de la maternidad y qué se siente haber triunfado a tan temprana edad.
-Leí que a los 7 años ya sabías qué era lo que querías hacer. ¿Cómo puede una chiquita de 7 años saber tan exactamente lo que quiere?
-No, lo sé, pero fue así. Justamente es lo que me pregunté siempre, porque veo chiquitos de 7 años y son mínimos y digo "es imposible que alguien pueda saber realmente que quiere". Pero sí, desde los 7 que empecé a bailar y no hubo nunca dudas, no tuve en ningún momento un cuestionamiento de si era lo mío. No podía entender cómo había gente que nacía sin saber lo que quería hacer, para mí todo el mundo nacía sabiendo qué quería- Fue lo más natural del mundo para mí.
-¿Y sigue siendo un misterio?
-Sí, sigue siendo un misterio para mí.
-Me imagino que un factor determinante a esa edad es la familia.
-Sí, mis padres son la luz de mi vida. Son los que me han dado esa libertad. Siempre me sentí súper identificada con mi nombre. Llamarme Paloma y no por el tema de ser bailarina, volar. No, para nada, sino por la libertad que me han dado en mi vida, en mi carrera. Siempre me sentí súper identificada. Por algo me lo han puesto, y sí, desde los 7 años me han dicho "hacé lo que quieras" y siempre sentí ese amor tan grande y esa libertad absoluta realmente en todas las decisiones de mi vida. Desde los 7 a los 15 años que me fui a Nueva York, y después me quedé. Siempre me han dicho "¡Sí, adelante!". Siempre contención, y para mí eso fue fundamental y el gran secreto de mi carrera. Soy una agradecida a mis padres en todo sentido. Me han dado la fuerza y seguridad toda mi vida.
-A ustedes, los bailarines, se los ve en el escenario levitando, pero a la vez se sabe que es una profesión de mucho sacrificio.
-Justamente por eso a veces se le da tanta importancia, porque se ve como que es fácil y es todo lo contrario. No se ve como en otros deportes que la gente se está muriendo y vos decís "¡pobres personas!". Sin embargo, no, en el mundo de la danza es todo lo contrario, es hacer que algo tan difícil parezca fácil, que parezca natural, que parezca improvisado en el momento. Entonces eso es lo mas difícil de lograr y por eso son tan importantes los ensayos, las clases, la preparación, porque uno ahí es donde trabaja, trabaja y trabaja. Eso te da esa libertad cuando salís al escenario de dejarlo fluir…
-Ahora estas retirada. Cuando estabas en carrera, ¿cuál fue el momento que te marcó para siempre?
-No puedo decir un momento. Creo que toda mi carrera ha sido realmente mucho más de lo que pude soñar, por eso soy una agradecida, y por eso ahora que estoy del otro lado del escenario trato de devolver un poco eso. Haber logrado muchísimo más de lo que yo pude imaginar, estoy completamente agradecida con la vida.
-¿Qué pensás de haber sacrificado una adolescencia tradicional que quizás no pudiste tener?
-No sacrifiqué nada. Si pudiera volver el tiempo atrás sería exactamente, exactamente igual.
-¿Pero dejaste de lado algunas cosas o no?
-Por supuesto que sí. No fue una infancia común y corriente, no fue una adolescencia común y corriente. A los 15 años me fui a Nueva York sola y a los 19 ya era prima bailarina, tenía un montón de responsabilidades enormes que un chico no tiene a esas edad.
-Salir, trasnochar, estar con amigos… ¿Pudiste hacerlo?
-No, ¡pero lo hice mucho después! No siento que perdí nada, sino que hice todo en diferentes momentos. En general mi vida fue así. Fue totalmente al revés.
-El ballet se asocia directamente con la perfección. ¿Sos una obsesiva de la perfección?
-Sí, pienso que sí. Pero lo pude manejar con el tiempo. Saber disfrutar. Y a la vez eso fue lo que me inspiró a tener una carrera tan larga. Muy temprano había logrado todo lo que podía soñar y era muy joven y fue como un tema. Llegue al máximo tan temprano, y ahora que más pensaba así que fue una inspiración la perfección. Siempre se puede más.
-Ahora estás del otro lado, tenés muchos admiradores, sos una referente. ¿Cómo te sentís en el Teatro Colón desde otro lugar?
-Es diferente. Uno tiene que dar el ejemplo. Me convocaron por este abanico que tengo de haber estado en una compañía en Estados Unidos durante 25 años, pero por sobre todo soy argentina. Adoro estar acá. Yo soy de la idea que la disciplina, el trabajo y la dedicación tienen que estar…y trato de sacar desde la contención, el trabajo. Yo fui muy dedicada a mi carrera, siempre con amor, con pasión y feliz. Eso es lo que trato de transmitir.
-Cuando terminaste tu carrera, la ultima función, ¿Qué fue lo primero que hiciste que antes no hubieras podido hacer?
-Mi despedida, la ultima vez que saqué mis zapatillas y las dejé, fue en Mendoza. Hice una gira y la última fue en Mendoza. Me invitaron y me dijeron: "Bueno, ahora vas a poder tomar vino, comer un asado". Llegué y no pude, sigo con pescado y verduras. No me tentaba, fueron muchos años, sigo comiendo súper sano.
-¿Qué te pasa con el tema de la maternidad? Vos que sos tan familiera, sos una loca de amor por tus padres. ¿Te dan ganas de tener una pequeña bailarina?
-No, la verdad que no. Voy como un poco en contra de lo que se hace o se debe hacer. Nunca fui de las personas que ven un chiquito y mueren de amor. No, no me llamó, y de mi carrera me encantó siempre mi libertad y no tener responsabilidades y hacer lo que quise. Y justamente porque tengo unos padres maravillosos sé lo que significa. Pienso que mucha gente no tendría que ser padre porque justamente así salen los chicos, y uno ve mucho eso.
Yo siento que mi infancia fue especial y por eso adoro a mis padres, porque tuve una vida muy maravillosa, siempre me quisieron, me contuvieron, muchas cosas. ¿Siento que podría haber tenido un hijo? Sí. ¿Lo puedo tener? Sí. ¿Le voy a dar todo lo que necesita? Ése es el planteo, porque nunca hice las cosas en mi vida que hay que hacer por hacer, siempre las hice porque realmente las sentía. Siento que es un poco egoísta, pero la verdad es que yo no pude tener la carrera que tuve, viajaba por todos lados, yo estaba feliz, era la carrera que yo quería, viajar por todos lados del mundo y sin tener horarios, sin tener que ocuparme, sin tener que estar dependiendo de otra persona. No lo hubiese podido hacer jamás. Y si me preguntás: "Hoy cambiarías algo?". No.
Hay mujeres que adoran a sus hijos, o que siempre soñaron con tener hijos. Por ahora no me pasa. Uno siempre tiene que hacer las cosas que realmente sienta.
LEA MÁS:
Qué dijo la madre de la científica argentina que lideró al equipo del Premio Nobel de Física
Paloma Herrera: "No quiero volver atrás"
Exclusivo Joshua Bell: "La adrenalina de tocar en vivo es como tirarse de un avión"
Exclusivo Infobae: las increíbles acróbatas japonesas que brillan en Cirque du Soleil
Amalia Amoedo: "Hay obras a las que no se les podría poner precio de lo magníficas que son"