¿Qué pasa cuándo una persona necesita de un estimulante o inhibidores para poder funcionar en la cama? Nada bueno. Aunque sea "ocasional" o "social" y ambos miembros de la relación estén de acuerdo hay que tener en cuenta las consecuencias. Las mismas van desde el contagio de enfermedades como el VIH, Gonorrea, Sífilis, herpes, hasta desórdenes de tipo psicológico.
A esto debemos sumar la "dependencia mental", la cual se produce no por el consumo en sí, sino por el efecto posterior que este genera. Según Mariana Kersz, sexóloga y psicóloga, uno no debe sentir la necesidad de tomar alcohol o drogas para concretar el acto. "Las ganas y el deseo de ninguna manera tienen que depender de objetos o elementos externos".
"Muchos creen que consumir sustancias puede ser positivo, cuando en realidad no lo es. Primero funcionan como un desinhibidor, uno va a estar más relajado, contento y feliz. Lamentablemente no todo es color de rosas y las secuelas en el organismo y la psiquis tarde o temprano se harán presentes", agrega.
Los principales efectos del alcohol varían según su concentración en sangre y pueden llegar, en casos extremos, a un coma etílico e incluso a la muerte por inhibición de los centros respiratorios. La marihuana produce taquicardia, somnolencia, hipertensión e incrementa el riesgo de trastorno psicótico en alguien que ya tenga predisposición. Por su parte, la cocaína ocasiona incremento de la tensión arterial, aumenta las posibilidades de sufrir un infarto y también puede causar ansiedad y paranoia.
Alucinógenos como el éxtasis generan deshidratación, hemorragias, insuficiencia renal y hepática, trastornos del sueño, ataques de pánico y agresividad. El LSD distorsiona la percepción y favorece conductas de tipo psicóticas.
La situación empeora cuando la ingesta de drogas funciona como un integrante más dentro de la relación. "Cuando esto pasa se trata de trabajar sobre eso y se intenta sacar aquel elemento extraño. Necesitamos hacerlo para empezar a relacionar a esa pareja desde un lugar más saludable" expresa Kersz.
"Es muy probable que la relación se termine al quitar ese estímulo. Esto pasa porque la sustancia les daba estabilidad y de cierta forma lograba una homeostasis, entonces sacar este componente hace que la unión pierda ese equilibrio que tenían inicialmente", agrega.
La edad en la que se repite esta situación es después de los 30 años en adelante. "Los adolescentes de hoy no están tan ligados al alcohol o a las drogas, por lo menos para tener relaciones sexuales, después aparece el consumo de alcohol y de sustancias como un ingrediente más para poder acceder a tener relaciones", detalla la especialista.
Solucionar este problema es posible siempre y cuando se recurra a un especialista, el cual puede ser un sexólogo o psicólogo con especialización en el tema. Muchas veces la consulta no es al instante porque es difícil poder darse cuenta de que algo no está funcionando bien.
"En general se dan cuenta de que esto es un problema cuando la unión es estable y uno de los integrantes le señala al otro que algo no anda bien y que siempre necesita de algo extra para poder tener relaciones", expresa Kersz.
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