El Premio Nobel de Física 2017 fue otorgado a tres investigadores estadounidenses por sus "decisivas contribuciones" en la detección y observación de ondas gravitacionales. Desde su publicación en febrero de 2016, este proyecto ya se perfilaba como un favorito para el galardón por su increíble impacto en el estudio de la astronomía.
Una mitad fue entregada a Rainer Weiss, profesor del MIT nacido en Berlín, por inventar la técnica interferométrica láser, que es la operación básica de LIGO (el Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser). En tanto, la otra mitad del galardón fue otorgada a los científicos Barry Barish y Kip Thorne por su observación y aplicación de la teoría. Los ganadores se repartirán, con esa proporción, el premio de nueve millones de coronas suecas, más de un millón de dólares.
En su teoría de la relatividad, Albert Einstein señaló que las ondas gravitacionales viajaban a la velocidad de la luz por el universo, pero estaba convencido de que nunca podrían ser medidas.
LIGO es un instrumento óptico de precisión que consta de dos detectores láser ubicados a 3 mil kilómetros de distancia para identificar variaciones equivalentes a una diezmilésima parte del diámetro de un átomo, la medición más precisa jamás lograda por un instrumento científico.
A través de esta herramienta, los investigadores lograron detectarlas en en septiembre del 2015 luego de cuatro décadas de esfuerzos. Más de mil científicos de 20 países han colaborado con el proyecto. Entre ellos se encuentra la física argentina Gabriela González que, según la prestigiosa revista Nature, integra el top ten de la ciencia del 2016.
Qué son las ondas gravitacionales
Según la teoría del científico alemán, todo cuerpo acelerado emite este tipo de ondas gravitacionales, que son más intensas a medida que aumenta la masa del cuerpo. Pero por lo general las ondas gravitacionales son tan débiles que Einstein no creía que pudieran medirse.
Aun así, la ciencia intenta desde hace aproximadamente 50 años encontrar una prueba directa de su existencia, aunque con resultados inconsistentes. Hasta ahora. Las ondas gravitacionales se crean cuando las masas se aceleran, por ejemplo, cuando las estrellas explotan al final de su vida y comprimen y estiran el espacio-tiempo de forma similar a las ondas que provoca una piedra lanzada al agua. Son una de las predicciones más impresionantes y visionarias del físico alemán.
Gracias al observatorio estadounidense LIGO, fue posible captar la huella de la fusión de dos agujeros negros. Esta prueba confirma la existencia de las ondas gravitacionales, la última gran predicción de la teoría de la relatividad general. ¿Por qué es tan importante? No sólo por la revelación técnica y científica que significó su descubrimiento, sino también porque surge de esta manera una nueva forma de mirar el universo: la astronomía gravitacional. Para muchos especialistas se trata de uno de los descubrimientos de siglo y desde su publicación que ya se rumoreaba el Nobel.
"Tenemos una información que antes no podíamos tener de otra manera acerca de objetos oscuros, objetos que probablemente no emiten ondas electromagnéticas, ondas visibles que podemos ver con telescopios, pero que sí emiten ondas gravitacionales, estas 'arruguitas' del espacio-tiempo", explicó con detalle la científica argentina a Infobae cuando fue distinguida por la revista Nature. "Estos sistemas que hemos visto son de agujeros negros que se llaman 'negros' justamente porque no emiten ondas electromagnéticas pero las podemos ver con ondas gravitacionales. Estamos viendo el lado oscuro del universo, un lado desconocido hasta ahora".
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