Los secretos detrás del Chado, la ceremonia de té japonesa que se impone en Buenos Aires

La Embajada de Japón en Argentina condecoró con la Orden del Sol Naciente Rayos de Oro, a la maestra del té Emiko Arimidzu, por su destacada contribución a la cultura japonesa en este país. En diálogo con Infobae, la Sensei reveló los detalles detrás de una tradición milenaria

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El Chado, una ceremonia de
El Chado, una ceremonia de té tradicional del Japón (Embajada de Japón en Argentina)

Tres mujeres se sientan sobre un tatami. Sus kimonos, de diferentes tonalidades de rosa con diversos y exquisitos diseños, sus gestos, sus posiciones, sus movimientos, todo está perfectamente calculado, estudiado durante años. El té, el centro de atención. Anfitriona e invitadas posan su atención en un único fin. Reina la serenidad, la tranquilidad.

En la Argentina, la máxima exponente del Chadō, la ceremonia de té japonesa, es la Sensei Emiko Arimidzu, de 86 años, actual presidente de la Asociación Argentina de Chadō Urasenke Tankokai, y dicta hace más de 25 años sus clases en el Centro Cultural de la Embajada de Japón. Hoy sigue dando clases tres veces por semana tanto a alumnas de toda la vida como también a una nueva generación de amantes y entusiastas del té.

La Sensei, que comenzó a abordar esta tradición pasados los 50 años, viajó en el año 1992 a la escuela Urasenke de Kioto -una de las escuelas más prestigiosas de té- para perfeccionar sus estudios. A lo largo de su carrera recorrió varias asociaciones Urasenke de todo el mundo, entre ellas las de Italia, Hawái, México y Brasil.

La Sensei Emiko Arimidzu, condecorada
La Sensei Emiko Arimidzu, condecorada por el emperador de Japón (Embajada de Japón en Argentina)

Tal es su maestría que el 18 de septiembre fue condecorada, en el Salón de Honor del Centro Cultural Kirchner, con la Orden del Sol Naciente Rayos de Oro, una distinción con más de un siglo de vida, creada en 1875 por el Emperador Meiji para reconocer a todos aquellos, tanto japoneses como extranjeros, quienes hayan contribuido a la preservación y difusión de la cultura nipona en el mundo. Se otorga en nombre del emperador, y otros recipientes de este honor incluyen a María Kodama y Martha Argerich.

"Ella dedicó gran parte de su vida a difundir esta cultura milenaria de Japón acá en la Argentina", aseguró el Embajador D. Noriteru Fukushima. "Fue la primera argentina en ir a Kioto a ser maestra del té y gracias a ella ahora tenemos varias maestras que viajan a Japón para aprender sobre té japonés".

"Alcanzar la paz en el mundo con una taza de té". Esta es la filosofía detrás de Chadō. Esta disciplina tiene sus orígenes en el siglo XII, pero su perfeccionamiento máximo se dio en el siglo XVI, con el Gran Maestro Sen no Rikyu. No se sabe la fecha exacta del ingreso del té desde China a Japón, pero los primeros registros son del siglo VIII, en donde se menciona que un emperador agasajó a unos monjes con té.

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“Alcanzar la paz en el mundo con una taza de té”, la filosofía detrás de los grandes maestros del Chado (Embajada de Japón en Argentina)

"Es algo tan simple como preparar agua caliente, hacer un buen té y compartirlo con amigos. Con un sorbo de té se puede lograr la paz", aseguró la condecorada. "En Occidente se le llama ceremonia, pero en realidad se trata de un camino y cuando en Argentina me preguntan cuánto tiempo lleva aprenderlo yo les respondo que nos lleva toda la vida".

La práctica y el estudio del té están intrínsecamente relacionados con el pasaje de la enseñanza de generación en generación. El Chadō contiene muchas de las artes y las tradiciones culturales de Japón, como el kimono, el arte de la caligrafía, los arreglos florales (Chabana), arquitectura, cerámica.

Los cuatro fundamentos en los que se basa la escuela Urasenke de Kioto son: armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jaku). Armonía entre los invitados, utensilios y medioambiente; Respeto sobre todas las cosas, vivientes y no vivientes; pureza no sólo en apariencia sino de corazón; y, si se cumplen estos tres primeros fundamentos, llega sola la tranquilidad.

"Para que exista la paz entre los hombres es necesario que prevalezca concordia y la compasión hacia el otro", explicó Arimidzu en diálogo con Infobae. Esta compasión se alcanza con una simple -y tan compleja a la vez- taza de té. "Creo q hoy es más necesario enseñar la ceremonia del té en la Argentina, ya que es una forma de unión entre dos culturas".

De esta manera, el Chadō ofrece un acercamiento sinigual a la historia del Japón, sus costumbres, sus artesanías, su comida, y sus milenarias tradiciones. Es una disciplina estética con todas las letras, pero la espiritualidad es su protagonista.

Paso por paso, los secretos del Chadō

Todos los movimientos realizados son
Todos los movimientos realizados son predeterminados (Embajada de Japón en Argentina)

El té verde -matcha- es el que se utiliza para esta ceremonia. Los japoneses suelen consumirlo en hebras, pero la Sensei y sus alumnas realizaron una demostración en la que utilizaron su formato en polvo. La casa de té es un pequeño recinto de más o menos 3×3 metros, llamado tatami. En este recinto puede haber hasta cinco invitados, pero esta vez concurrieron dos.

Los invitados ingresan por una puerta lateral que tiene una altura baja, por lo que todos los que entran tienen que agacharse. Primero hacen una reverencia al recinto por respeto, y luego se dirigen al tokonoma -donde se cuelgan rollos desplegables decorativos con pinturas- para deleitarse con sus diseños. Luego, cada uno se dirige a su lugar y coloca detrás de sí abanicos, con los que indican su posición. Una vez que los invitados se han incorporado y hay silencio, recién ahí ingresa el anfitrión. Lleva colgado de su atuendo un pañuelo de seda, que indica que está al servicio de los invitados.

Ingresa con masitas dulces y se retira a la antecocina. Vuelve a ingresar con el tazón y el pote de té y otros elementos. Toma el recipiente que va a contener el agua de desecho y toma los palillos para revolver los carbones. Todos los utensilios están limpios pero los limpia de nuevo frente a los invitados para demostrar que está preocupado por su bienestar. Lo primero que purifica es el recipiente, utilizando la servilleta de seda (que se dobla de una forma predeterminada). Luego purifica la cucharilla de bambú.

Todos los movimientos están predeterminados, nada es al azar, se requiere un estudio de años.

Luego se calienta el tazón y se verifica el batido. El tazón tiene un diseño que mira hacia el lado del anfitrión, luego se gira y mira al invitado. El primer invitado -el de honor, el que más sabe- antes de tomar los dulces se dirige al segundo invitado y le indica con un gesto algo así como "disculpe que me sirva antes que usted".

En esta ocasión, el té que se sirve es liviano, por eso cada invitado toma el tazón íntegro. Cuando es espeso, toma un poco y tiene que ir pasándolo, como el mate. En ese caso, tanto el anfitrión como los invitados tienen que saber cuánto tienen que tomar para que llegue hasta el último invitado. No sea cosa que no le llegue suficiente o que le llegue demasiado.

El té utilizado es el
El té utilizado es el verde, el matcha (Embajada de Japón en Argentina)

Cuando el tazón le llega al primer invitado, se lo coloca entre medio de él y del segundo invitado, al que le hace una reverencia antes de levantar el tazón hacia el anfitrión y girarlo, para que sus labios no toquen el diseño, ya que sino se va borrando con los años. Luego se repite lo mismo con los otros invitados.

El primer invitado es el que indica al anfitrión que vaya finalizando la ceremonia, porque sino puede seguir varias vueltas más. Se limpian los utensilios utilizados, y el primer invitado solicita observar los utensilios, ya que muchos son artesanías únicas y antigüedades valiosas. Es un ritual casi sagrado. Algunos tienen nombres poéticos como "armonía y respeto".

Así, con la armonía, el respeto, la pureza y la tranquilidad que la caracterizan, finaliza la ceremonia, un evento cultural en el que, con sólo ser testigo durante una corta media hora, se pueden apreciar su valor, su espiritualidad, sus riquezas milenarias.

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