Cuando por alguna razón empieza a invadir el cuerpo una sensación de tristeza, el malestar es inevitable. Estar triste no es agradable para nadie. Y, para la mayoría de las personas, lo único en lo que se puede pensar en un momento de tristeza es en el momento en que se recupere la alegría: cómo podremos hacerlo, cuándo será, cuánto tiempo después de este mal momento.
Sin embargo, según el ingeniero egipcio Mo Gawdat, director de negocios de Google X, "gurú" de la felicidad y autor del libro Solve for Happy, deberíamos hacer exactamente lo contrario: enfrentarnos a esos sentimientos y abrazarlos cuando nos sorprendan.
"Cuando algo nos produce infelicidad, tenemos que profundizar en ello", asegura Gawdat en un taller sobre la felicidad. Gawdat lo compara con el proceso de repasar lo que comimos cuando nos empieza a doler el estómago. Aunque a veces resulte más fácil reconocer una enfermedad física que darnos cuenta de que estamos tristes, es exactamente el mismo proceso que hay que hacer con la tristeza. "¿Serías capaz de hacer una pausa con la suficiente frecuencia como para reconocer cómo te sentís?", se preguntó Gawdat en una entrevista para el Business Insider. "Aunque no sepamos aún cómo arreglarlo, tenemos que reconocerlo si no nos encontramos bien".
Aunque el consejo de Gawdat puede parecer algo angustiante para ser llevado a la práctica, un estudio científico le da la razón. De acuerdo con una investigación publicada en el número de agosto de la revista Journal of Experimental Psychology, para ciertas personas, el secreto de la felicidad es estar triste de vez en cuando.
En la investigación participaron aproximadamente 2.300 estudiantes universitarios de Estados Unidos, Brasil y China a los que se les preguntó por las emociones que les gustaría experimentar más, por las que querrían tener con menos frecuencia y por las que sentían normalmente. Los que decían estar satisfechos con la vida y mostraban menos síntomas depresivos eran aquellos que pensaban que cualquier emoción, aunque fuera negativa, era adecuada en un momento determinado.
"Querer estar contento o alegre constantemente no es un objetivo muy realista", explicó al Huffington Post Maya Tamir, profesora de psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalén y autora del estudio. "No querer sentir nunca miedo ni ira ni tristeza tampoco es realista. Si somos capaces de aceptar e incluso de apreciar nuestras emociones, ya sean agradables o desagradables, tendremos más probabilidades de ser más felices y de estar más satisfechos". Tal vez la verdadera clave de la felicidad se esconda en identificar y sentir profundamente la tristeza, para luego poder valorar con plenitud la felicidad.
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