La felicidad no es un concepto unánime a nivel mundial. Varía según la cultura, las costumbres, la idiosincrasia de cada país. No todo el mundo disfruta de los mismos placeres, de gozar de espacios verdes en el medio de sus calles o de tener una playa a las pocas cuadras. Los gustos son variados.
Cada año, la revista británica Monocle elabora un listado en el que se resaltan los factores y peculiaridades que hacen a la felicidad de los locales. "Miramos lo segura que es una ciudad, la cantidad de espacio verde agradable que uno puede disfrutar y las propuestas culturales que se ofrecen a los residentes", explican.
Sin embargo, también remarcan que hay ciudades que nunca entrarían a su listado, pero que cuentan con "un montón de encanto" y que ponderan un sinfín de valores diferentes. Noches de jolgorio o carriles exclusivos para bicicletas; una gastronomía única o el orden y la limpieza de sus calles.
Por caso, Buenos Aires aparece en el listado y la peculiaridad que describen es elocuente. "El consumo de carne roja es de 41,6 kilos per cápita cada año. El mayor número a nivel mundial".
De Latinoamérica también destacan a Río de Janeiro y dicen que es el hogar del festival más grande del mundo: el carnaval de Río que congrega 12 millones de personas. De Estados Unidos puntualizan en tres ciudades: Los Ángeles como el mejor lugar para "una fiesta en la playa"; Orlando por Disneyworld, "el mayor parque de diversiones del mundo"; y Nueva York porque, al parecer, abre una posibilidad única para conseguir pareja; es la de mayor usuarios en Tinder.
Más allá de la escasez de rigor científico, el equipo de Monocle rastreó diferentes datos en las que cada distrito marcaba una diferencia con respecto a los demás. Por caso, en ciudades turísticas como Londres resaltan que sus habitantes gastan más tiempo de shopping que ninguna otra o que en París tienen la semana laboral más corta del mundo con menos de 35 horas.
En destinos menos convencionales como Macao, China, tienen la mayor cantidad de casinos grandes. En Bratislava, la capital eslovaca, cuentan con la cerveza más barata con un costo promedio de 1,47 euros cada botella. En la misma línea, en Andorra La Vieja, la capital andorrana, es la de mayor consumo de bebidas alcohólicas per cápita.
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