iGen: por qué los chicos superconectados están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente no preparados para la adultez. Con ese título, un libro recientemente publicado realiza en su tapa toda una declaración de principios sobre el futuro de la llamada generación smartphone.
Publicado por la profesora de psicología de San Diego State University Jean Twenge, el libro surgió de los resultados de una investigación basada en encuestas a 11 millones de jóvenes norteamericanos y entrevistas en profundidad.
Para la autora, cuando un millennial o centennial llegue a su primer trabajo y deba tomar decisiones, funcionar con autonomía, asumir riesgos y responsabilidades no estará preparado para hacerlo básicamente porque no tuvo experiencias previas donde haya tenido que resolver situaciones complejas en la vida real.
El adolescente promedio pasa 6 horas al día conectado a internet
Twenge consideró que "los adolescentes de la generación smartphone están creciendo más lentamente que generaciones previas, son menos propensos a conducir automóviles, trabajar, tener sexo, salir, y tomar alcohol".
Esas tendencias -según la autora- "les permitieron crear un entorno seguro que los hace no involucrarse en situaciones en las que habitualmente participan los adultos". El lado negativo de eso, es que ingresan a la universidad y al mundo laboral con menos experiencia, son menos independientes y les cuesta tomar decisiones.
"Los de 18 actúan y se parecen a los que antes tenían 15 en generaciones previas. Lo positivo es que se exponen a menos situaciones potencialmente riesgosas relacionadas, por ejemplo, con el uso de drogas y alcohol", enfatizó.
Estar tantas horas conectados tiene potenciales efectos en el desarrollo de las habilidades sociales dado que pasan menos tiempo con otros en persona
Consultada por la BBC sobre si estos jóvenes son adictos tecnológicos, la autora sintetizó: "El adolescente promedio pasa 6 horas al día conectado a internet, enviando mensajes y jugando. Posiblemente el resultado de eso es que pasan menos tiempo con sus amigos en persona. Ahora bien, no podría definir si efectivamente son o no adictos tecnológicos porque no fue una de las variables que medí en la investigación".
Más allá de eso, destacó que "existen riesgos para la salud mental, hay potenciales efectos en el desarrollo de sus habilidades sociales dado que pasan menos tiempo con otros en persona y -algo que está comprobado por varios estudios- es que no están desarrollando las habilidades de lectura y la escritura que necesitan".
En el libro, Twenge asegura que en sus investigaciones observó niveles sin precedentes de ansiedad, depresión y soledad. Y que la tasa de suicidio en niñas entre 12 y 14 años se triplicó en los últimos 10 años.
Este fenómeno, para ella, tiene que ver con que pasan más tiempo usando pantallas. "Hemos visto que a partir de 2012 el fenómeno se volvió más fuerte y aparentemente puede estar relacionado con que están menos tiempo con otras personas o no hacen deportes. Tiene que ver con las cosas que dejan de hacer por estar conectados, más que por los efectos directos de estar conectados", remarcó.
Sobre la relación entre esta generación y el mercado laboral al que tienen que entrar, la especialista analizó: "Ellos son más realistas y parecen estar más dispuestos a trabajar duro. No tienen grandes expectativas como sí las tenían las generaciones anteriores. Y en cuanto a la rebeldía, lo que ocurre es que al tener una infancia más protegida, crecen más lento. Y no les gusta hacer cosas que no sientan muy seguras. Lo que hacen es posponer los placeres y las responsabilidades. Esto no es algo ni bueno, ni malo".
Y consultada por las características más positivas de esta generación, concluyó: "La generación smartphone es tolerante con las personas que son diferentes y especialmente defienden los derechos de la población, homosexual, bisexual o transexual. Más que las generaciones previas ellos creen que las personas deben ser lo que son".
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