Corrían los '70. Lejos de sus países natales; una de ellas, argentina, la otra, uruguaya. Se conocieron en Colombia. Norma había tomado a Barranquilla como un refugio. Militaba en La Plata, tanto en la agrupación Florentino Ameghino como en Franja Morada cuando terminó presa. La primera vez solo fueron un par de días. La segunda, un mes o más. Hasta que dijo basta. Se dio al exilio.
Cachita -en realidad Ramona- se había casado con un hombre colombiano y disfrutaban de unas vacaciones en la playa. Dedicó parte de su vida a la cerrajería, más bien perfil bajo, reconoció que no veía probabilidad alguna de interesarse por otra mujer. De hecho, le generaba cierto rechazo el lesbianismo.
La primera vez que se vieron fue en 1971, las dos 28 años y las dos casadas con hombres. El chispazo inicial pasó inadvertido. Ni ellas lo notaron. Era impensado por entonces. Debieron pasar ocho años para que coincidieran en una fiesta -Norma ya viuda, Cachita ya separada- para que tuvieran su primera vez con una mujer. Las dos.
Una vez establecida la relación quedaba -creían- lo más difícil. Presentarse en sociedad como una pareja lesbiana. A sus padres, a sus familiares, a sus amigos. Cachita, a su hijo "Cuando le conté, él me dijo: 'Mami, si tú eres feliz, yo soy feliz'", recordó Cachita a Infobae. Hoy su hijo tiene 48 años y "quiere mucho a Norma".
Estuvieron 20 años de novias hasta que la idea de matrimonio revoloteó en sus cabezas. En 2000, volvieron a Argentina y Norma retomó su militancia, aunque esta vez enfocada en los derechos a la diversidad sexual. Como primera medida, la pareja concretó la unión civil, que establecía la posibilidad de convivencia legal, pero no el matrimonio. Se quisieron casar y pidieron fecha. Entonces recibieron el primer revés judicial.
Insistieron. No dieron el brazo a torcer. "Fuimos a cuanta reunión y manifestación hubo". En principios de 2010, reiteraron el pedido y otra vez se lo negaron. Llegó el recurso de amparo. Por suerte para ellas, recayó en manos de la jueza porteña Elena Liberatori quien autorizó el casamiento. Las novias Norma Castillo y Ramona "Cachita" Arévalo sellaron su matrimonio, tras más de 30 años de amor, el 9 de abril de 2010.
La historia, sin embargo, no terminó ahí. Una semana después, la jueza civil nacional Martha Gómez declaró la nulidad del matrimonio. En ese momento, Norma y Cachita alzaron la voz a través del blog de la organización 100% Diversidad y Derechos, en un comunicado que decía:
"Estamos firmes porque nos avala toda una vida de amor y de trabajo, porque sentimos que este esfuerzo nuestro se basa en el recuerdo y en nombre de quienes pasaron por este mundo teniendo que soportar estigmas, afrentas, injurias, burlas, desprecios y discriminaciones. Pedimos igualdad jurídica con sus derechos y obligaciones para realizarnos como seres íntegros/as, como lo que somos: seres humanos. Esta igualdad es, más que nunca en este caso, sinónimo de justicia y eso es lo que lograremos".
La jueza Liberatori respaldó a las mujeres y desechó la anulación del matrimonio. Pasaron algunos días y por fin llegó el 15 de julio de 2010, la madrugada en que se sancionó la ley de matrimonio igualitario. "Estuvimos hasta las 5 de la mañana con un frío que nos moríamos, pero cuando se dio estábamos tan felices", comentó Cachita.
El punto de inflexión, el antes y el después. "Ahí la gente se dio cuenta de que no éramos tan malas como decían, que éramos como cualquier otro ciudadano. Pagamos los impuestos, respetamos al otro y hacemos lo que cualquier persona común. Solo queriamos casarnos", dijo.
Hoy, siete años después de aquel día, Norma tiene un taller de carpintería y Cachita colabora con lo que puede, con lo que su enfermedad cardíaca y su dolor molesto en la rodilla le dejan. Lava la ropa porque "puede usar el lavarropas" y cocina un poco. Las acompaña su perro de siempre, Hipólito, que ya tiene 12 años y "sigue haciendo pichí en cualquier lado".
Del resto de la limpieza de la casa se encarga Norma, "que parece que tuviera 30 años", más allá de la tos que la interrumpe de a ratos. Norma, hasta hoy, asiste a toda marcha y reunión en pos de los derechos de la diversidad sexual. Cachita, por su parte, solo concurre si la llevan y la traen. Dice que ya no está para tomarse un colectivo.
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