El concepto de heteroflexibilidad se impone en este momento como una de las orientaciones más comunes entre los Millennials y que tiende a perdurar en la edad adulta.
Sin tapujos ni limitaciones, los jóvenes se animan a tener encuentros eróticos con ambos sexos sin cuestionar su orientación de base. Lo que antes no llevaba nombre, hoy forma parte del vocabulario cotidiano y las personas que se identifican de esta manera son también denominados homoflexibles, según explicó a Infobae el médico psiquiatra y sexólogo, Walter Ghedin, (MN 74.794).
Una de las características que definen la flexibilidad sexual es la "curiosidad", la necesidad de aventurarse a otros terrenos con la finalidad de obtener placer, detalló el especialista.
De esta manera, también responde bajo el término bicurioso que se usa para nombrar el mismo comportamiento pasajero por experiencias breves: para probar
En algunos caso, para Ghedin el contacto surge en forma inesperada: "Miradas, besos, caricias hasta llegar a concretar la relación íntima. Otras veces, la fantasía va ganando terreno hasta que aparece el momento y la persona adecuada para dar rienda suelta al deseo".
Para el especialista, esto mantiene estrecha relación con la época donde "las prácticas heterosexuales están siendo más cuestionadas por la rigidez y necesitan imperiosamente cambios para estar a la altura de las circunstancias del siglo XXI".
“La idea de un Yo estable, rígido, limitado, no encuentra cabida en un mundo que cambia y se transforma”, resaltó Ghedin
Los jóvenes Millennials están más dispuestos a los contactos diversos, se dejan llevar por el deseo, las ganas, la inquietud por saber qué pasa con sus cuerpos cuando se unen a otros de su mismo sexo.
“La prioridad sexual va cambiando junto con las necesidades sensoriales de los cuerpos”, puntualizó el especialista
La genitalidad para los jóvenes de este nuevo siglo no es una prioridad, tampoco cumplir con las reglas impuestas por el entorno. Quieren saber de qué se trata esto de ser libres en cuerpo y alma, una revuelta que exige ser sentida con todo el cuerpo y sentidos, y no sólo con las sensaciones que aporta la unión genital.
Si hasta hace poco tiempo las conductas heteroflexibles eran secretas o limitadas a la marginalidad, hoy esos contactos forzados por la tensión sexual se transforman acciones genuinas y pasibles de ser mostradas y compartidas.
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