"No sé lo que quiero, pero lo quiero ya": manual para cuando el berrinche es lo que manda

No tienen capacidad de espera ni el lenguaje verbal tan incorporado para poner en palabras lo que sienten. Son chiquitos, pero quieren hacer todo solos. Cuál es la mejor manera de poner límites

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Alrededor de los dos años aparece el capricho como la única manera de expresar el descontento (iStock)
Alrededor de los dos años aparece el capricho como la única manera de expresar el descontento (iStock)

Hay un momento en la niñez en que los hijos parecen pedir límites a los gritos. Sí, literalmente. Pero al mismo tiempo, buscan independencia y quieren hacer todo solos.

Es que alrededor de los dos años la diferenciación "yo- no yo" se hace evidente, los deseos empiezan a entrar en conflicto con los del resto y aparece el capricho como la única manera que conocen para expresar su descontento.

El berrinche no es otra cosa que la frustración por no poder satisfacer su demanda. Es que a esa edad los niños todavía no tienen ni capacidad de espera ni el lenguaje verbal tan incorporado como para poder poner en palabras lo que están sintiendo o lo que los enoja y la mejor -o la única- manera que encuentran de resolver el conflicto es el capricho, la rabieta.

El berrinche no es otra cosa que la frustración por no poder satisfacer su demanda

Para comenzar, es bueno entender que los límites son necesarios porque contienen, dan seguridad, marcan roles, enseñan lo que se puede y lo que no, a nivel micro en cada hogar, a nivel macro en la sociedad. Poner límites es importante para la estructura de cada individuo, pero estos no deberían ser caprichosos ni responder exclusivamente a las necesidades personales de los adultos.

Pero, ¿cuál es la mejor manera de lograrlo sin desgarrarse la garganta gritando todo el día ni caer en los odiados castigos o penitencias?

Hay estudios que afirman que los "no" son realmente comprendidos por el niño a partir de los tres años. "Es que entender el 'no' es un proceso, una construcción y antes de esa edad hay que ir marcando lo que sí o lo que no se puede hacer. Ir mostrando mediante afirmaciones como 'esto sí, y esto no' y, por ejemplo, quitar ese objeto que no queremos que agarre. No sucede por arte magia, es un trabajo que se va haciendo desde recién nacidos". Así comenzó a explicar esta difícil tarea de poner límites la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), para quien "es necesario que los 'no' estén presentes desde antes de los tres años aunque recién allí el niño pueda entenderlo del mismo modo que el adulto".

Para la especialista en maternidad y crianza, "la forma más respetuosa de poner límites es con empatía y diálogo, comprendiendo los sentimientos de frustración que cada 'no' va a generar y poner en palabras aquello que está sucediendo. Los niños deben sentirse comprendidos y saber que eso que les pasa es importante".

Hay estudios que afirman que los “no” son comprendidos por el niño a partir de los tres años (iStock)
Hay estudios que afirman que los “no” son comprendidos por el niño a partir de los tres años (iStock)

En ese sentido, es importante tener en cuenta que "los 'no' no deberían ser arbitrarios". Y si se tiene en cuenta que el adulto tiende a ser "caprichoso" a la hora de poner límites se entenderá que muchas veces las limitaciones responden más a intereses personales que a "educar" a los hijos.

Ahora, ¿cómo se maneja el respeto por la individualidad del niño a la hora de poner límites si de lo que se trata es de evitar que se haga daño? Ante esa consulta, Ruda, desarrolló: "Determinadas situaciones como 'dedos en el enchufe' o 'mano en el horno caliente' se explican de igual manera. Incluso se le puede habilitar a tocar rápidamente el horno para que sepa que verdaderamente está caliente. Es importante que a la hora de transmitir estos límites que los adultos sean también consecuentes de manera que el niño comprenda que no se trata de 'vos no, pero yo sí'. Nadie abre la heladera descalzo ni toca el horno caliente. Hay que encontrar la manera de explicarles la causa por la que esto sería así".

Más empatía, por favor

Hay límites que se imponen por la sociedad misma. En determinados lugares no se puede hacer ruido o a una edad hay que ir al colegio. "Los padres tienen la obligación de informar a sus hijos sobre los límites para que puedan luego vivir en sociedad. Pero también hay que saber que en determinadas edades los niños naturalmente quieren hacer cosas y el adulto se las prohíbe 'porque sí' -subrayó Ruda-. Por ejemplo, ir a comer afuera con un niño de dos años implica saber que el niño no va a quedarse sentado más de determinada cantidad de tiempo compartiendo la mesa y probablemente un adulto deba estar casi todo el tiempo caminando por el restaurante. Hay que tener en claro entonces que si se quiere salir a comer con un niño de esa edad, habrá que ser flexible en este punto porque es algo que aún ese niño no es capaz de hacer".

Los padres tienen la obligación de informar a sus hijos sobre los límites para que puedan luego vivir en sociedad

En situaciones como la anterior, es el adulto quien debe adaptarse al niño y eso no significa que el "niño manda"; es entender que a determinada edad ciertos límites son impuestos en contra de lo que el instinto manda.

Del mismo modo, "hay edades en las que se pretende que los niños ordenen, o no revoleen cosas, cuando en realidad están en un momento de exploración y quieren ver qué ruido hace el objeto que tiran al piso".

Ruda destacó que "un niño enojado o en pleno berrinche no tiene la capacidad de 'ir a pensar', como tampoco lo tiene un niño de dos años". Y en ese sentido agregó que si bien "tampoco entienden en ese momento lo que es pedir perdón, esto no quiere decir que no haya que enseñarles, pero castigarlos no es la manera de aprender, menos aún cuando esa penitencia es dejarlo aislado en otro ambiente".

Compartir experiencias puede ser una gran ayuda

La maternidad es un momento clave en la vida de una mujer, en el que sentirse acompañada es de gran ayuda (iStock)
La maternidad es un momento clave en la vida de una mujer, en el que sentirse acompañada es de gran ayuda (iStock)

Hay toda una tendencia que marca la importancia de volver a los orígenes, al grupo de pertenencia, a compartir vivencias entre pares para sentirse de esa manera contenido -y comprendido-.

Y la maternidad es sin dudas uno de los momentos clave en la vida de una mujer, en el que sentirse acompañada es de gran ayuda.

Por todo eso, asistir a la charla sobre "límites y berrinches" que dará Lorena Ruda bien puede ser una buena manera de empezar a volver a la "tribu". "¿Cómo actuar frente a los berrinches de mi hijo? ¿Qué es lo esperable en esta etapa? ¿Cómo acompañarlo de manera respetuosa?" son algunos de los temas que abordará la especialista este sábado 1 de julio, a las 11.

Para más información: hola@toco-madera.com.ar / liclorenaruda@gmail.com

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