Durante 23 años ininterrumpidos, estuvo al aire Let's make a deal (Hagamos un trato), un programa estadounidense de juegos que condujo Monty Hall. De hecho, su juego insignia, el de las tres puertas, pasó a la posteridad como "el dilema de Monty Hall".
¿En qué consistía el juego? Avanzado el programa, su conductor exponía tres puertas cerradas: la 1, la 2 y la 3. Solo una de ellas tenía detrás de sí un imperdible premio. Las otras dos, nada. Entonces, Hall pedía al participante de turno que eligiera, a partir de su intuición, la puerta que creía escondía el premio.
Sin embargo, el juego no terminaba ahí. Hall, conocedor de antemano de la puerta que resguardaba el regalo, abría una de las otras y mostraba que no era la ganadora. Solo dejaba la opción que había elegido el participante y una más. En ese momento llegaba la pregunta, el pico de tensión del programa: "¿Querés cambiar de puerta o mantenés la que elegiste?".
El interrogante generaba un enorme dilema en la cabeza del concursante: "¿Cambio o me mantengo firme en mi elección?". Tal cuestionamiento traspasó la pantalla y llegó ser motivo de un estudio científico publicado en 2010 en NCBI.
Por entonces, los científicos Walter Herbranson y Julia Schroeder expusieron a personas y a palomas a competir en el dilema de Monty Hall. Las palomas tenían enfrente de sí tres botones. Solo uno de ellos daba acceso a una apetecible mezcla de grano. Una vez que las aves picoteaban en uno de ellos, se desactivaba otro no elegido.
¿Cuáles fueron los resultados? El 96,33% de las palomas tomó la decisión correcta mientras que solo el 65,67% de los humanos acertó. Porque, pese a su apariencia lúdica, el dilema esconde una paradoja matemática. Por eso, hay una decisión correcta y otra incorrecta.
DILEMA: Suponiendo que elegiste la puerta 1 considerando que allí estaba el premio, y se abre la puerta 2: ¿Cambiás de opción y elegís la puerta 3 o te quedás con la puerta 1?