En términos científicos la palabra "adicción" comporta una fuerte relación con el objeto adictivo, conductas irracionales para conseguirlo y síntomas de abstinencia cuando no se lo tiene.
Si de adicción al sexo se trata el deseo se mezcla con el impulso, el placer con la ansiedad, la tentación con la moral, el peligro o la sensación de riesgo con la preservación de uno mismo. "La adicción al sexo es un comportamiento irrefrenable, repetitivo, con culpa y sensación de vacío una vez que se ha conseguido bajar la tensión sexual". Así la definió a Infobae el médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin.
Y amplió: "Es importante diferenciar que tener deseos intensos y frecuentes no es sinónimo de adicción al sexo. Todos solemos reconocer cuándo estamos más dispuestos a los contactos eróticos, hasta es posible determinar qué tipo de estímulos incrementan el deseo. Es una grata sensación que nos sensibiliza, preparándonos para sentir placer. Se define la adicción al sexo como la presencia de impulsos, fantasías, pensamientos recurrentes de índole sexual que llevan a conductas compulsivas, ocasionando malestar subjetivo y deterioro en la distintas áreas de su vida".
Es importante diferenciar que tener deseos intensos y frecuentes no es sinónimo de adicción al sexo
El tema volvió al centro del debate porque recientemente un estudio de la organización británica de asesoramiento familiar reveló que una de cada 20 personas tiene un problema de hipersexualidad. Otras estadísticas aseguran que en España un millón 600 mil personas están diagnosticadas con este trastorno que se da más en hombres que en mujeres.
Pero, ¿qué es la hipersexualidad? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de un "impulso sexual excesivo". Es decir, un aumento excesivo en la actividad sexual de una persona que conlleva consecuencias negativas sociales, emocionales y físicas, como dejar de disfrutar del sexo para obsesionarse con la cantidad de los encuentros sexuales. En otras palabras: adicción al sexo.
Según los expertos, la aparición de internet es un estímulo para esta adicción, con su infinita oferta de chats, webcams, pornografía gratuita, aplicaciones de contactos y demás "ciberinventos". De hecho, el trastorno está tan extendido que la OMS ya lo considera un problema grave de salud física y mental.
Es difícil esbozar un retrato robot fiable del sexo adicto medio. El doctor Josep María Farré, del Instituto Universitario USP Dexeus (Barcelona), propuso uno: "Tienen cierta predisposición las personas con características impulsivas, con control deficiente y búsqueda excesiva de novedades, o con tendencia al fracaso social".
El estrés, el bajo control de los impulsos y emociones y la baja tolerancia a la frustración también pueden llevar a desarrollar esta dolencia. El hipersexual sufre un intenso sentimiento de culpa, se hace continuos autorreproches y tiene una confusa percepción de lo que es bueno o malo, mucho o poco. La mayoría compatibilizan este problema con otros. "El 30% son adictos a tóxicos. Otros, adictos en cadena: al juego, a la comida, al ejercicio… Un 21% están también deprimidos. Son personas con carencias graves, y el sexo es su forma de compensarlas. Usan su cuerpo y el de los demás como un objeto", sentenció Farré.
Las personas adictas al sexo refieren no poder controlar el impulso que los lleva a tener sexo en forma urgente
Sin distinción de sexos
Según profundizó Ghedin, la adicción al sexo se da tanto en hombres como en mujeres, en edades que van entre los 20 a los 45 años (etapa de constantes cambios y mayor energía física y mental). No se saben las causas que la provocan, aunque los estudios apuntan a desórdenes en los neurotransmisores (aumento de la dopamina), y fundamentalmente factores emocionales: estrés, inseguridad personal, sentimiento de inferioridad, temores de ser humillados o avergonzados por los demás.
"Las personas adictas al sexo refieren no poder controlar el impulso que los lleva a tener sexo en forma urgente, lo cual ocasiona serias dificultades en las distintas áreas: social, familiar, laboral, económica, entre otras-detalló-. La masturbación compulsiva, frecuentar prostíbulos, sexo express, la búsqueda imperiosa de material pornográfico, líneas calientes, sitios web, etc., son algunas de las conductas más frecuentes".
Según el National Council of Sexual Addiction de los EEUU, un 40% de los pacientes pierden su pareja, un 72% tienen ideas suicidas, un 17% intentó quitarse la vida, un 27% tiene problemas laborales, un 68% tiene probabilidades de contraer VIH, un 40% tiene embarazos no deseados y un 36% aborta.
Cómo reconocer a un adicto al sexo
El comportamiento sexual entraría en la categoría de adicción cuando:
1) La persona tiene impulsos o pensamientos sexuales perseverantes.
2) Necesidad imperiosa e irrefrenable de algún tipo de contacto sexual: autoerótico, relaciones hétero u homosexuales, líneas hot, etc.
3) Sentimientos de culpa posterior.
4) Pérdida de tiempo, incapacidad para cumplir con sus actividades habituales, gastos desmedidos en pornografía, prostitución, etc.; afectación de sus relaciones amorosas y/o interpersonales.
5) Sentimientos encontrados: tentación versus represión.
6) Abstinencia sexual: inquietud, insomnio, pérdida de concentración, de la atención, etc.
De la adicción a la sobriedad sexual
Para finalizar, Ghedin explicó que "toda conducta de abuso o francamente adictiva merece ser tratada para que la persona pueda recuperar el control de sus impulsos. Es fundamental trabajar sobre la personalidad ansiosa o temerosa de base para que el hombre adquiera más seguridad personal, maneje mejor los sentimientos de inferioridad, la tolerancia a la frustración y empiece a reconocer-y a confiar- en sus potencialidades amatorias".
Y tras asegurar que "no hay tratamientos específicos que 'curen' la adicción al sexo", el especialista indicó que "se puede controlar con terapias cognitivas, grupos de 'sexo adictos' y fármacos que calmen los impulsos y la ansiedad". Los grupos de ayuda se basan en los doce pasos (como Alcohólicos Anónimos) y proponen como objetivo alcanzar la "sobriedad sexual", es decir, lograr tener relaciones sexuales no impulsivas ni generadoras de malestar.
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