Fue capaz de sobreponerse al frío, a la droga y a un trabajo que deja secuelas. Aquellas que son físicas, por suerte, tienen la fortuna de curarse con el tiempo. Sucede que las que invaden el alma y penetran en los sentimientos, perduran toda la vida. Jessica Millamán (30) se fue a los 15 años de su casa y aún conserva esas heridas que la marcaron para siempre y definieron su futuro.
La lucha comenzó mucho tiempo antes. Quizá sin darse cuenta, cuando a sus 10 años decidió abandonar el hockey por no estar cómoda con su cuerpo. "Dejé de jugar porque ya no sentía hacer deporte con los nenes. Jugaba muy bien. Yo nunca me sentí nene y no estaba cómoda, así que dejé durante muchísimos años. Retomé en 2012 cuando volví a vivir con mi pareja un año en Chubut. Un año más tarde me dieron el nuevo documento de identidad", explicó a Infobae.
La confianza en sí misma es su escudo ante la vida. Se muestra segura y se desenvuelve en forma natural, obviando los ojos que la observan y los murmullos que aún se sienten al pasar. Nada le impacta, todo lo transforma. Su seguridad, ante todo, habita en esa personalidad que creó después de tantas caídas y pocas victorias.
"La gente en Chubut me quiere mucho. También hay muchos cholulos que saben quién soy y quieren atenderse en la peluquería conmigo. No corto el cabello, pero recibo a mujeres que se embellecen el pelo o necesitan maquillaje. Si me dan a elegir, prefiero trabajar con mujeres", explicó Millamán.
Su visita a Buenos Aires la tiene paseando de lado a lado, flameando la bandera que ella misma tejió y la cual hoy levantan muchas personas que merecen y quieren ser incluidas en el deporte.
En 2013, Jessica Millamán emprendió una batalla por ser reconocida como parte del plantel de Germinal de Rawson (Chubut), enfrentando la negativa constante de la Asociación de Hockey de Chubut. "Yo estaba segura de todo. Cuando me fui de Chubut me hice unos estudios para una operación y controlarme las hormonas, entonces tenía los papeles. Les presenté todos y ahí comencé a moverme judicialmente. Como no tuve respuestas, hice un video explicando todo para subirlo a las redes y al otro día explotó. Me llamaron de todos lados para ofrecerme ayuda".
Entidades de Derechos Humanos y funcionarios chubutenses se comunicaron con Jessica para proveerle un abogado. Y su lucha sentó un precedente: la Confederación Argentina de Hockey (CAH) informó mediante una circular oficial que las personas trans deben ser aceptadas en equipos del género al que cambiaron. Todo alineado con la postura que adoptó la Federación Internacional de Hockey (FIH), entidad que toma criterios del Comité Olímpico Internacional (COI), respecto a la cuestión del cambio de género de deportistas.
"Me gusta entrar a un lugar y que todo el mundo me mire. Me encanta. Me amo, jamás bajaría la frente por nadie. Aprendí eso de la vida. A amarme y tengo ese concepto. Si la gente te ve con la frente baja, te ataca. Cuando te ven fuerte ni se gastan", sostuvo.
Y agregó: "Recibí críticas. Las que más me molestan son las que vienen cargadas de bronca o maldad. Cuando me quieren atacar lo hacen con mis genitales. Tengo 32 años, ¿piensan que no saben lo que tengo entre las piernas?. En definitiva, Mi objetivo es mejorar la vida de cualquier chico o chica trans en la adolescencia. Que nadie sufra todo lo que yo tuve que sufrir".
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