El objetivo está planteado a largo plazo. Los mayores resultados se apuntan a obtenerlos en los próximos años: eliminar los huevos de las gallinas de batería de forma progresiva. Se trata de una iniciativa que busca la mejora de los estándares de bienestar animal mediante el uso de huevos libres de jaula en su cadena de suministro, cuya una de las impulsoras es la Humane Society International (HSI), una organización que ahora también promueve que se adopten las nuevas medidas en la Argentina.
Grandes cadenas internacionales de supermercados, de restaurantes o casas de comidas rápidas se sumaron a la propuesta. Y la tendencia parece no detenerse en buena parte del mundo. La demanda de huevos sin jaulas está presente en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y en varios países europeos.
Los huevos libres de jaula son aquellos provenientes de las llamadas "jaulas enriquecidas". Estas se caracterizan por ser lugares cerrados y controlados, donde los animales disponen de una mayor espacio y que incluyen elementos como arena, nidos, comederos y bebederos que brindan a las gallinas un entorno más amigable.
En cambio, en el país se utiliza un modelo diferente. Se utilizan jaulas en batería, que son de un reducido tamaño y que permanecen apiladas, contando cada uno con entre 5 y 10 gallinas. En este espacio, los animales no pueden caminar, estirar por completo sus alas, ni realizar comportamientos naturales como anidar y picotear el suelo. A pesar de ello, no existen leyes que regulen el sistema.
El HSI argumenta que además de dar con el bienestar de los animales es conveniente para la inocuidad de los alimentos, un teoría sostenida a partir de una quincena de estudios publicados en los últimos cinco años que habrían encontrado que las gallinas encerradas tienen tasas mayores de contaminación con salmonella. En la vereda del frente, para los consumidores habrá aumentos, un precio que será acorde por liberar a las aves del hacinamiento.
La respuesta de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (CAPIA) fue un comunicado sosteniendo que el producto comercializado en el país no tienen ninguna diferencia nutricional con los producidos de libre pastoreo. Aclararon que siguen todas las normas de calidad y sanidad agroalimentaria exigidas a nivel global, preservando la calidad del producto, la sanidad para el consumo humano y el bienestar animal.
El escenario además supone una llamada de atención muy clara a los proveedores y granjas, reticentes a realizar importantes cambios en galpones, comederos para una adecuada reestructuración, que alcanzaría a casi todo el sector, ya que en el país el 98% de los huevos los hacen con jaula. En cualquiera de los casos y dependiendo de la magnitud de la empresa, la transición llevará no menos de tres años.
Desde hace tiempo, el tema cobró un alcance global. Las voces a favor y en contra se multiplicaron. El programa se debate entre la sustentabilidad de los negocios, el reclamo de los productores y la dignificad de los animales.
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