El término "colecho" proviene del término inglés co-sleeping, y, a pesar de que en los últimos tiempos se puso de moda, siempre existió. En esta práctica, los bebés duermen en la misma cama que sus padres, con ambos miembros de la pareja o simplemente con uno de ellos.
Lo cierto es que hay muchas familias que están a favor de este método, ya que para ellos el compartir el mismo sitio de descanso favorece la personalidad y el sentimiento de confianza del recién nacido, situación que se traslada a la vida adulta.
"Se basa en la teoría del apego, la cual dice que dormir con los niños favorece la autoestima, un apego saludable con el niño y una serie de defensas para que cuando el chico salga al mundo, esté con una mayor dosis de papá y mamá, pero desde mi punto de vista no es así. Yo recomiendo que en materia de crianza no nos atemos a ninguna moda, porque a veces esto puede anular nuestra capacidad de pensar", explicó a Infobae el psicólogo Gervasio Díaz Castelli.
La cama del niño, el cuarto de los padres, lo privado, lo tuyo, lo mío, lo nuestros Los límites entre los participantes del colecho no están bien delimitados, o más bien se encuentran desdibujados. Todo esto se va ordenando y guardando en el aparato psíquico del niño. Por eso, desde pequeño debe saber y entender que todo no se puede hacer, que la vida enfrenta a frustraciones y que también hay lugares en donde no puede estar.
Castelli cuenta que muchos padres se preguntan cómo pueden "inyectarlos" de autoestima para que se sientan más fuertes. "El momento no es cuando duermen, sino cuando están circulando en la vida. Hay que ir marcándoles las cosas que hacen bien, señalizando las potencialidades, estimulándolos y dándoles las herramientas para que puedan desarrollar su potencialidad. Yo creo que hay como una cosa extraña en donde se cree que está bien si hay apego físico, pero la experiencia me dice lo contrario", aseguró.
Pero dormir con papá y mamá todas las noches definitivamente no es bueno. Primero puede haber una asociación directa entre sueño y presencia de los padres, con lo cual cuando se sale de esa situación, el chico puede tener enormes trastornos del sueño. A esto debemos sumarle el proceso del pasaje de la cama que se comparte, a la propia.
"Empieza a presentar síntomas como enuresis, terrores nocturnos, miedos, regresiones y retroceso en el territorio del aprendizaje, la verdad es que se hace muy difícil que el niño deje de formar parte de eso", contóel especialista.
¿La intimidad de la pareja desaparece?
Estar en el mismo ámbito que el niño perjudica o al menos reduce la vida amorosa de los padres. "A mí me parece que en la mayoría de los casos, muchas personas que se alienaron al colecho después vienen y te cuentan que la vida amorosa se traba un poco. Esto va más allá de la sexualidad ya que el lugar de la ternura, el erotismo, la conversación, el mimo y el abrazo nocturno empieza a desaparecer", expresó Castelli.
Por eso es importante que el chico entienda que hay lugares en donde no puede estar. Lo que suele ocurrir es que la vida familiar se traga a la pareja, por eso hay que resguardar ese lugar sagrado, un punto de reencuentro de la vida erótica, las pasiones y la conversación.
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