El ambicioso plan, el trabajo a destajo, la tarea en favor de personas en situación de calle realizado en las últimas tres décadas le valieron una, dos, tres, hasta catorce veces el honor de ser nominada al Premio Nobel de La Paz. Ana Mon, la argentina que deslumbra al mundo, se ganó el reconocimiento gracias su trabajo solidario a través de la Federación Argentina Apoyo Familiar (FAAF) que preside.
El organismo es una institución ecuménica, civil, privada y sin fines de lucro, cuya razón existencial es fundar y ayudar a crear casas para albergar a niños y talleres de oficios para socorrer a familias muy necesitadas. En el último año dio un salto gigante, pasando de 249 a 1.004 establecimientos fundados: granjas comunitarias, pozos de agua potable y bibliotecas comunitarias repartidos en tres continentes.
La gesta hasta el valeroso presente comenzó hace 33 años, cuando en 1984 esta abogada platense fundó un hogar en su ciudad natal. Tal vez en aquel entonces jamás imaginó que el proyecto llegase a tomar tamaña dimensión. Hoy recibe solicitudes desde Haití, la India, Uruguay, México y Perú, entre otros países.
Infatigable y apasionada, Mon sigue adelante con su tarea de asistencia social y este viernes inaugura una nueva asamblea internacional de su fundación. "Los temas de este año son nutrición, ecología, droga y abuso. Cada comunidad forma un grupo y arman los centros. Nosotras ayudamos hasta que son autónomos. Vienen dirigentes sociales de todas partes del mundo", especificó.
La fiel representación del trabajo llevado a cabo son las más de 200 Casas del Niño, establecimientos que funcionan a contraturno de la escuela y mientras los padres trabajan. Los niños concurren de lunes a viernes al espacio donde reciben almuerzo, merienda y apoyo escolar, sanitario y formativo hasta que alcanzan la mayoría de edad. "En el exterior nos consideran como el nuevo camino para erradicar la pobreza porque armamos el entretejido social de abajo hacia arriba", apuntó Mon.
La destacada labor le valió el reconocimiento general. La primera distinción al Nobel fue propuesta por Inglaterra con el apoyo de las Naciones Unidas, una postulación con la que pudo darle mayor visibilidad al trabajo social. "En nuestra organización, las donaciones generalmente son del exterior para fundar y después se mantienen con fondos nacionales. En uno de nuestros viajes, en 2001, fuimos a Inglaterra y una institución que nos recibió nos dijo que no nos podía dar dinero, pero que nos iba a nominar para el Nobel", contó Mon.
Actualmente está embarcada en la tarea de reunir la mayor cantidad de donaciones para solventar el nuevo proyecto: gestiona ante Canadá paneles solares para que en los hogares humildes accedan a la calefacción y al agua caliente para bañarse y cocinar. El proyecto es ofrecer esa tecnología en localidades humildes de seis provincias. "El hambre se puede solucionar, pero ahora es indispensable que la gente no pase frío y desde nuestras casas queremos entregar mantas, frazadas y ropa de abrigo", puntualizó.
Los centros FAAF ayudan a más de 60 mil niños en el país, por lo que es necesaria la colaboración de todos. Los interesados en ayudar con donaciones pueden contactarse por correo electrónico apoyo18familiar@gmail.com o por teléfono al (0221) 422-3734.
Los premios son secundarios. La prioridad siempre será sostener el trabajo mancomunado con el fin de brindarles una mejor vida a los desahuciados. El tiempo dirá si se suma a los compatriotas galardonados en la misma categoría: Adolfo Pérez Esquivel, en 1980, por su compromiso con la defensa de los derechos humanos en Iberoamérica, y el político y jurista Carlos Saavedra Lamas, quien lo recibió en 1936 por haber inspirado el Pacto antibélico Saavedra, que fue firmado por 21 naciones y que se convirtió en un instrumento jurídico internacional.
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