Se trata de una actividad prohibida y permitida. Un lugar de encuentro repudiado y repudiable, pero también aclamado y concurrido. En muchos países, la prohibición de las peleas de gallos forma parte de las leyes federales, aunque en la clandestinidad todo suceda. En otros tantos, la costumbre le gana al sentido común y la legalidad es parte de una batalla sangrienta y cruel entre animales.
En Argentina, desde 1954, los bretes -así se conoce a las peleas de gallos- están prohibidos a nivel nacional, aunque en algunas provincias continúan siendo legales y su práctica se efectúa con frecuencia, al punto de recaudar numerosas sumas de dinero en apuestas. Tucumán, Santiago del Estero y Corrientes tienen las riñas más populares de Argentina, en donde millones de pesos se mueven durante jornadas que pueden llegar a durar más de 12 horas.
Infobae dialogó con un criador de gallos argentino, que prefirió mantenerse en el anonimato, para encontrar la confirmación de los hechos y prácticas que encierran un mundo oscuro, en donde el sufrimiento del animal -y su posible muerte en el "ring" de batalla- está asimilado como parte del combate. En cada apuesta se recaudan miles y miles de pesos, logrando un negocio millonario en la clandestinidad.
"Los gallos adoptan como naturaleza pelear y el orgullo más grande en la riña es que su muerte se de en el ring", aseguró el criador, quien confesó la metodología que utilizan con los gallos previo a una pelea. Muchos de ellos permanecen aislados o en habitaciones a oscuras, para lograr la irritación de los mismos. También se les agregan púas metálicas en sus patas y se los entrena para que ganen fuerza y no den ventaja física.
Las peleas suelen durar más de una hora, siempre y cuando ningún gallo caiga en ese período. El argumento de los "galleros", en respuesta a las Sociedades Protectoras de Animales, es que estos gallos nacieron para pelear y que, incluso en la naturaleza de su ámbito tienen estos comportamientos en el combate. Aberrante.
Las peleas de gallos en América Latina
Son aceptadas y prohibidas por muchos gobiernos latinoamericanos. Quienes las defenestran, argumentan la sangrienta exposición a la que son sometidos los gallos, muchas veces heridos y con suma gravedad. Muchos de ellos encuentran la muerte en un brete. Enfrente, otros países la aceptan como un suceso cultural necesario, que otorga fuentes de trabajo y son parte de festejos populares.
En Perú, la Unión de Galleros confirmó más de 850 "coliseos" en donde se practica esta actividad. La misma genera unos 200.000 puestos de trabajo directos. Una encuesta encomendada por la entidad revela que un 37% de los peruanos conoce de primera mano a alguien vinculado a los combates entre estas aves.
Es quizá el país sede de numerosos eventos internacionales, en donde participantes de Estados Unidos, España, Colombia, Ecuador, Puerto Rico, y Chile, entre otros, viajan constantemente para participar de los combates.
El criador peruano Ricardo Córdova expresó que la "adrenalina que uno vive es espectacular. Criar un ave, entrenar y prepararla para que defienda con su vida el honor del galpón o del criador es impresionante".
Pese a las constantes críticas que se generan en torno a esta actividad, el entrenador peruano aseguró: "la alegría que me provoca la victoria de uno de mis gallos es indescriptible, por el conjunto de emociones que implica la crianza".
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