La escena se repite en un hogar con un recién nacido. El bebé en el medio de la noche, en horas de la madrugada, comienza a llorar. El llanto no cesa y uno de los padres se debe ocupar. Lo alza, da algunas vueltas por la casa. Intenta calmarlo sin éxito y en ese momento recurre a la música. Una canción de cuna, un tema que dé paso a la calma, a la sonrisa, a la felicidad.
La ciencia se propuso crear una canción infalible. El psicólogo Caspar Addyman, de la Universidad de Londres, acompañado por la psicóloga musical Lauren Stewart y la reconocida artista Imogen Heap intentaron, después de analizar las reacciones de los bebés con la música, diseñar el tema que los haga felices: "Happy song".
Imogen Heap compuso en primer término cuatro melodías, dos más lentas y dos más rápidas. Los investigadores sabían que la voz femenina generaba una atracción especial en los bebés. También estaban al tanto de su preferencia por las notas altas y las melodías repetitivas ya que les da la posibilidad de anticiparse y esa sensación de previsibilidad les transmite satisfacción.
Addyman se encargó de especificar los requisitos a los que se sumó, por ejemplo, sumarle percusión y conjugar cambios claves y deslizamientos ascendentes para ofrecer oportunidad de, por un lado, anticipación y, por otro, sorpresa. Además, debía tener un ritmo considerablemente rápido ya que, explicó, el ritmo cardíaco del bebé es más alto que el de un adulto y la investigación demostró que existe una correlación de gusto entre ambos factores.
Heap, a su vez, debía grabar las canciones en presencia de un bebé ya que otro de los datos recogidos indicaba que las voces cambian en forma natural cuando se le canta a un recién nacido. Una vez que la artista registró las 4 melodías era el momento de probarlas.
Unos 26 bebés de entre seis y 12 meses asistieron a un laboratorio junto a sus madres y algunas padres. "Sabíamos qué canción les gustaba a las mamás porque podíamos preguntarles. También pedimos a los padres que nos dijeran qué preferían sus bebés, porque son los expertos en sus propios bebés. Pero también filmamos las respuestas de los niños y codificamos los videos para risas, sonrisas y baile", comentó Addyman en su artículo en The Conversation.
Una vez que tuvieron la melodía ganadora, en la que coincidieron tanto bebés como padres, el siguiente paso fue completar la letra. Addyman y sus colegas preguntaron a alrededor de 2.500 padres para determinar los ruidos que habitualmente causan reacciones positivas en sus bebés. La lista la encabezó el "boo!" (66%), sucedido por estornudos (51%), sonidos de animales (23%) y risas (28%).
"Reunimos a unos 20 de los bebés en una habitación y tocamos la canción juntos. Nos encontramos con un mar de rostros encantados", enfatizó Addyman, quien también aseguró que planean usar la canción en una serie de estudios de seguimiento sobre las respuestas de los bebés a la música.
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